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Manolo Hernández Douen | LasMayores.com
Oakland.- Cuando el receptor Geovany Soto iba rumbo al premio Novato del Año de la Liga Nacional en 2008, el boricua se adelantó a cualquier posible pregunta de LasMayores.com en el vestidor de los Cachorros de Chicago en San Francisco para agradecer toda la ayuda recibida de su experimentado colega venezolano Henry Blanco.
Casi una década más tarde, el otrora novel y ahora veterano pasa de alumno a mentor, curiosamente con otro venezolano, el promisorio Carlos Pérez, para completar todo un importante ciclo de hermandad en la receptoría de las Grandes Ligas.
“Es como si esos dos estuvieran pegados por las caderas”, manifestó el también ex receptor y desde el 2000 dirigente de los entonces llamados Angelinos de Anaheim, Mike Scioscia. “Geovany y Carlos son muy unidos, desde los ejercicios que hacían juntos en los Entrenamientos de Primavera hasta ahora cuando conversan constantemente, inclusive durante el juego”.
“Geovany ha estado en los zapatos de Carlos; sabe lo duro que es ser un catcher, que debe llevar la carga de todo el juego”, prosiguió Scioscia. “Carlos emprendió vuelo con ese empleo desde mediados de la temporada pasada y ha evolucionado mucho en ese aspecto. Geovany tomó esas lecciones de Blanco, que probablemente es uno de los mejores instructores de la receptoría de la pelota y las ha traspasado a Carlos”.
Scioscia recuerda los días en los cuales, a su vez, fue alumno de Del Crandall en momentos en los que se abría paso hacia las Grandes Ligas en 1980 con los Dodgers de Los Ángeles y de allí que sepa en carne propia la importancia de que su equipo pueda contar ahora con esa dorada combinación de Soto y Pérez, experiencia y juventud, detrás del plato.
“Así mismo me veo yo, con el joven Carlos Pérez, en ese papel de cómo me ayudaba Henry Blanco, que me encaminaba hacia donde yo tenía que ir”, comparó el veterano máscara de San Juan, Puerto Rico, al hablar de sus etapas como alumno y ahora como mentor de esa exigente posición. “Trato de enseñarle un poquito de lo que nos educaron los veteranos para pasarlo ahora hacia adelante”.
Los dos se llevan una diferencia de unos ocho años. Soto dio sus primeros pasos en la Gran Carpa con los Cachorros en el 2005 y Pérez debutó con los Angelinos en 2015.
Por supuesto, el joven venezolano agradece la ayuda recibida de Soto, con el mismo entusiasmo con el cual el boricua la aceptó de Blanco en la novena de la Ciudad de los Vientos.
“Me ha ayudado bastante, desde el principio, desde el mismo momento cuando llegó a los Entrenamientos de Primavera me ha dado consejos”, reveló Pérez. “Siempre ha estado atento de cualquier cosa que pueda necesitar, hablándome siempre”.
“Me conversa de él (Blanco), de cómo lo ayudó en su carrera cuando era novato, siempre le daba consejos, aprendió mucho de él y ahora me traspasa a mí algo de aquel asesoramiento”, manifestó Pérez.
Independientemente del nexo fraternal que une a los dos receptores latinoamericanos de la novena dirigida por Scioscia, Pérez, el titular, y Soto, el valioso suplente, aportan una enorme ayuda al cuerpo de lanzadores de una novena que aspira a llegar lejos en el 2016.
“Carlos y Geovany son dos tremendas personas y excelentes receptores; han ayudado bastante al equipo y lo van a seguir haciendo”, dijo el experimentado relevista mexicano Fernando Salas. “Con ellos uno se siente con mayor confianza”.
Los dos receptores van por diferentes rumbos, uno como veterano y otro como joven en ascenso, pero su meta es la misma: aportar todo lo necesario para que los aureolados disfruten de una temporada de altos quilates.
“Me siento muy bien; tenemos tremendo grupo, bateadores y pitcheo, pienso que podemos competir con cualquier equipo de las Grandes Ligas”, analizó Soto. “El año pasado jugué con los Medias Blancas de Chicago y estuve saludable todo el año, Anaheim me llamó, llegamos a un acuerdo y estamos aquí”.
“Estoy contento, es parte del sacrificio que uno ha hecho, me dieron la oportunidad y hay que aprovecharla”, expresó Pérez de su rol como receptor titular de un equipo de las Grandes Ligas.
Dato curioso: cuando los Angelinos ganaron su única Serie Mundial, en el 2002, sus dos receptores principales eran latinoamericanos. De hecho, los dos son boricuas y hasta hermanos, Bengie y José Molina.
A Pérez y Soto no los une un nexo sanguíneo, pero no por ello dejan de constituir una excelente combinación fraternal que ya arroja sólidos dividendos para los vecinos de Disneylandia.