Créditos Imagen: Fotos: Prensa Bravos de Margarita
José Luis López | Prensa LVBP
Caracas.- Corría la tarde del 30 de diciembre de 2020. Al final de ese día, en el Fórum La Guaira, ubicado en Macuto, Bravos de Margarita daba cuenta de Tiburones de La Guaira con paliza-blanqueo de 8-0.
Con ese resultado, la tropa dirigida por Henry Blanco -hasta aquel momento indiscutible primer candidato a Manager del Año -, cerraba 2020 con el mejor récord del campeonato: 18-13. Eso sí, con solo medio juego de ventaja sobre Navegantes del Magallanes y Cardenales de Lara, sus más encarnizados rivales de la División Occidental.
Y para hacer más patente la gran temporada que tenía Bravos, gozaba de juego y medio de diferencia sobre Caribes de Anzoátegui, líder de la División Central.
Nada hacía presumir en aquellas últimas y alegres horas de un año tan atípico como 2020, que aquel ambiente sonriente, cambiaría tan pronto llegase el tan esperado año de 2001.
Solo era cuestión de lograr unas cuatro victorias más hasta el 10 de enero. Algo nada difícil de lograr, si nos ajustamos a las proyecciones que derivaban de esas 18 conquistas y 13 derrotas, con la cual el conjunto daba su abrazo al Año Nuevo.
Si algo tiene el beisbol -y por ello se distingue del resto de los deportes- es que es impredecible y cambiante. Y ese factor tomó por sorpresa a Bravos.
En cada temporada, sin importar lo corta o larga que sea, los equipos pasan por buenos momentos, cadenas adversar y pago de tributo por lesiones. Luego de una luna de miel que duró del 27 de noviembre al 30 de diciembre, que hizo calificarle como el club sensación de la temporada, Bravos voló en picada. Y de la cima de la División Occidental, cayó a hacer compañía a las sotaneras Águilas del Zulia. Todo ello por obra y gracia de un registro de 0-7 en los primeros días de enero. En consecuencia, aquel equipo que parecía días antes preparado para llegar hasta la final del torneo -y con maquillaje de campeón-, pasaba a mostrar el cadavérico rostro propio de un equipo eliminado.
¿Qué pasó entonces en esos siete juegos? De sobra es sabido que son muchos los factores que afectan a un club de pelota. Existen circunstancias externas que pueden llegar de repente y acabar con una unidad que parece monolítica. Pero también puede ocurrir una caída en el rendimiento colectivo, sin aparentes explicaciones. Cosas del beisbol.
Pero siempre existe el recurso de los números. Todo lo que ocurre en un terreno de juego se refleja en los números y ellos constituyen una herramienta confiable para tener una idea -sino exacta, bastante cercana- de lo ocurrido con Bravos. Debacle que le negó la clasificación, pese a terminar con .500 puntos al cerrar con marca de 20-20. Mejor récord que el presentado por Tigres de Aragua, clasificado a semifinales por la División Central. El cuadro maracayero acude a la penúltima instancia del campeonato, con el inapropiado registro de 17-20. Es decir, con tres triunfos menos que los sumados por Margarita.
El equipo pagó los rigores de jugar en una División Occidental más compleja y más fuerte que la Central. ¿Alguna duda al respecto? En la División Central sus equipos jugaron para récord combinado de 72-85, mientras que en la Occidental el balance fue de 85-72. Es decir, que la diferencia entre el balance de Occidente contra el Centro fue de nada menos que 13 juegos. Por lo tanto, Bravos estuvo inscrito en la sección de mayor candela.
Al regresar del asueto de fin de año, los neoespartanos debían enfrentarse tres veces al Cardenales, dos a Caribes y a Zulia para cerrar con par de encuentros contra Leones del Caracas, estos últimos los únicos que pudieron ganar después del cañonazo del 31 de diciembre.
Y ahora que mencionamos el último día de 2020, veamos cómo andaban las cosas colectivamente para Bravos ese día.
Su promedio ofensivo era de .315 puntos, transcurridos 31 encuentros. En 1.022 turnos había despachado 322 hits, con 213 anotadas, 51 dobles, siete triples y 22 jonrones. Completaba con estupendo promedio de embasado de .404 puntos, con .443 de slugging y .847 de OPS. Con tales guarismos, parecía un disparo al piso buscar la clasificación. Tener ese promedio de embasado, significaba que en casi todos los innings que jugaba, colocaba corredores en tránsito. Y con ese promedio de bateo colectivo, podía esperarse un aluvión de carreras.
De hecho, aquel .315 de puntaje colectivo, amenazaba seriamente el récord de la LVBP, en manos del Cardenales de Lara, en su versión 2017-2018, con .318 puntos.
Pero desde el 2 al 9 de enero, las cosas no fueron así. la ofensiva contundente, temible y terrífica, se evaporó con la llegada de 2021. Ello provocó que un elemento poco escudriñado, eclipsado por las luces del bateo, quedara en evidencia.
Al culminar su actuación por 2020, el pitcheo colectivo de Bravos tenía efectividad de 4.42, la tercera mejor de la liga, detrás de Cardenales (3.54) y Magallanes (3.66). Un registro que exigía hacer al menos cinco anotaciones por juego.
Ahora pasemos a lo ocurrido numéricamente en enero. El promedio ofensivo de Bravos entre el sábado 2 y el domingo 10 fue de apenas .261 puntos en nueve desafíos. El balance terminó de 287-75 con 35 anotadas, 21 dobles, un triple y tres jonrones. Su promedio de embasado descendió a .359 puntos, con .373 de slugging y .732 de OPS.
Y si el bateo sufrió merma, el pitcheo no se quedó atrás. El récord de la novena en enero fue de 2-7. En el mismo, los abridores estuvieron para 2-5 y los relevistas en 0-2. Es decir, los juegos en contra de los margariteños se decidieron relativamente temprano en este período.
La efectividad de los iniciadores estuvo en 5.18 y la del bullpen en 5.46.
Con un bateo caído y con una alta efectividad del pitcheo en general, resultaba harto difícil mantener el ritmo ganador con el cual el equipo se lució entre noviembre y diciembre. La efectividad total de Bravos en los días de enero fue de 5.30, prohibitiva para un equipo con aspiraciones de postemporada.
Para su desgracia, los muchachos de Bravos vieron como Cardenales y Magallanes salieron a atacar en este corto segmento de enero, objetivo que lograron. Lo mismo podría decirse de las Águilas, que llegaron al último día de la rueda eliminatoria con chance de clasificar, aunque el mismo fuese remoto.
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En síntesis, el chance clasificatorio de Bravos se diluyó por un desplome general del bateo y el pitcheo. Lamentablemente, esta situación se presentó en el momento menos indicado, en el cual ya no existía capacidad de maniobra y había que jugar con parámetros rayanos en la perfección.
De todos modos, Bravos se despidió con la satisfacción de haber jugado una de sus mejores campañas. En la que expuso talento a borbotones en todas las líneas del club. Sobretodo talento emergente como se representa en David Rodríguez, Dennis Ortega (colíder en jonrones con ocho), Diego Rincones, José Alexander Martínez (candidatos estos dos últimos para Novato del Año) y Reinaldo Ilarraza, todos productivos bateadores. También hubo lanzadores llamativos como Melvi Acosta, quien demostró estar a la altura de la liga.
El futuro se presenta luminoso para Bravos de Margarita. Este inesperado tropezón irá a las arcas de la experiencia colectiva, donde seguramente generará el respectivo aprendizaje para asentar aún más las piezas del equipo.
Al menos ya sabemos todos que Bravos no será el equipo destinado a adornar los puestos de fondo de las tablas. Estamos en presencia de una novena que aprendió a pelear y que tiene hambre de cosas grandes. Solo falta que llegue la campaña 2021-2022 para desplegar todo lo aprendido.