Créditos Imagen: Luis González Fotos: A. van Schermbeek
Alexander Mendoza | Prensa LVBP
Caracas.- Luis González observa en perspectiva su trayectoria y asegura tener motivos para sentirse orgulloso. Pocos umpires en la Liga Venezolana de Beisbol Profesional se puede ufanar de cumplir 20 años administrando justicia, como uno de los mejores en una profesión, que en el mejor de los casos pasa inadvertida, aunque forme parte fundamental del espectáculo.
“Cuando comencé sabía que hacer un nombre en esta liga no sería fácil, así que me dediqué aprender al 100%, ganar credibilidad, confianza y respeto. Era lo más importante para mantenerme. En ese momento, pienso que mi mayor competencia era yo mismo, a quien debía superar era a mí y tratar de ser mejor que el día anterior. Esa era mi meta en cada jornada”, asegura el curtido umpire, de 45 años de edad, originario de Maracaibo.
Por aquellos días, los árbitros criollos tenían que abrirse paso a pulso, era más un oficio que una profesión. No existía el exitoso programa Venezuelan Umpire Camp (VUC), que data de 2011 y ha llevado al sistema de Major League Baseball al menos a 12 oficiales, incluidos David Arrieta, Edwin Moscoso y José Navas, que debutaron en la Gran Carpa en 2020.
Desde hace cinco campeonatos, solo criollos forman parte del staff de árbitros de la LVBP, lo que abre un horizonte sólido a la profesión. Cuando comenzaba González el circuito recibía hasta 6 extranjeros de clasificación Doble A y Triple A, algunos de ellos con experiencia en el Big Show, así como otros que más tarde ascenderían al máximo nivel, entre ellos Sean Barber, Chris Conroy y Mike Estabrook, por nombrar algunos. Lo que da una idea del complicado camino que debía recorrerse para ser convocado como venezolano.
“Gracias a mi disciplina, respeto, humildad, trabajo duro, profesionalismo, amor a esta carrera y a quienes han creído y confiado en mí, he sido representante de la LVBP en cada juego que se me ha asignado durante 20 años. Ser parte de la liga más importante del país es un privilegio. Llevar esa franela con las siglas LVBP es un honor”, asevera González, el oficial activo con más años de servicio en la reunión criolla.
Sus inicios en la pelota, fueron como los de cualquier niño o adolescente que sueña con ser pelotero profesional. Aunque en su caso, esos pasos iniciáticos estuvieron marcados por un matiz.
“Recuerdo, que, a los 15 años de edad, jugaba y ayudaba a entrenar a los más pequeños en la Pequeña Liga de San Felipe en San Francisco, estado Zulia, donde comencé a jugar desde niño… Una vez faltó el umpire y nadie quería cubrir ese rol, entonces me preguntaron: ‘¿Luis quieres ser tú el árbitro?’ Y les dije: ‘Si claro’. Todavía no entiendo por qué acepté, ya que no estaba preparado para ese puesto, de hecho, no sabía nada de arbitraje. Luego del juego me felicitaron y, desde allí, me interese más por esta hermosa profesión”.
Sus referencias fueron un par de oficiales, de grandes conocimientos, en ese contexto.
“Me inspiró el señor Jaime Boscán y Humberto ‘Pipita’ Leal, árbitros del directorio Nacional de Pequeñas Ligas, donde nací, crecí y me formé”.
Después de su primer desafío señalando bolas y strikes, todo comenzó a fluir. Se dio cuenta, que allí podría tener un fututo.
“En mis inicios como árbitro amateur, no vi nada difícil, ya que me enseñaron que las reglas del Beisbol solo debían cumplirse y aplicarlas”, recuerda. “Al tiempo descubrí que, aunque tuviese la razón y aplicará bien las reglas, alguien estaría en desacuerdo, pero lo importante siempre era ser justo e ir con la verdad”.
Luis González se inició en una época en la que los árbitros venezolanos tenían que abrirse paso a pulso
En principio, había que ser autodidacta. Hoy día los jóvenes interesados en arbitrar estudian tres años en el país. Si logran superar los filtros, pueden viajar a la academia de MLB en Estados Unidos, donde terminan su instrucción y, si aprueban los exámenes, inician una carrera en Ligas Menores.
“Creo lo más difícil fue la transición de árbitro amateur a profesional, principalmente por la preparación, material de apoyo, roce y pocas herramientas con las que contábamos para el momento”, explica González, que en la actualidad forma parte de los instructores del VUC. “Tenías que demostrar que estabas preparado para entrar a la pelota profesional, ya que las oportunidades eran pocas y debías aprovecharlas. Recuerdo que en mi tercer año trabajé mi primer Round Robin en el plato. Jugaba Pastora contra Leones. Los lanzadores eran Ricardo Palma (Los Llanos) y Edwin Hurtado (Caracas). Era una época con una gran cantidad de jugadores MLB y esa era la oportunidad de brillar. Ese día me fue muy bien. El marcador fue de 2-0. Afortunadamente, contábamos con un grupo de árbitros, bien experimentados que nos enseñaron mucho para estar preparados a cualquier situación”.
Miguel Hernández, actual Supervisor de Umpires de LVBP y director del VUC, era uno de los compañeros de González.
“Luis ha sido un árbitro que se ha mantenido en el tiempo, en una liga bien fuerte, gracias a que ha sabido controlar el juego. Esa ha sido una de sus fortalezas. Participó en par de Series del Caribe cuando Manuel González (primer umpire criollo en las Mayores) estaba en plan estelar, es decir, que Luis se encontraba entre los grandes de ese momento”, destaca Hernández. “Claro, no tuvo la oportunidad de ir a Estados Unidos, porque eran momentos muy difíciles para el país. Dejaron de venir instructores estadounidenses y un gran etcétera”.
En el ahora lejano 2002, todo era diferente. Pero la nueva realidad ha cambiado para bien.
“Pienso que nuestro arbitraje ha crecido y evolucionado en un 100%. Recuerdo cuando ingresé en el año 2002 apenas contábamos con un solo umpire en USA, hoy en día son 15 los árbitros venezolanos que han trabajado en el sistema de Ligas Menores”, enfatiza. “Por otro lado, la tecnología ha tomado un papel preponderante para facilitar material de apoyo en nuestro desarrollo. Hoy en día casi todos contamos con un teléfono inteligente y desde allí podemos adquirir información muy valiosa para nuestro trabajo. El juego ha cambiado mucho desde que se implementaron las repeticiones. Puedo resumir, que en la actualidad es menos complicado en unas cosas, pero a la vez es más exigentes en otras”.
Sin embargo, González recuerda con cariño sus inicios, una etapa valiosa en su vida, y varios nombres vienen a su cabeza, mientras atravesaba por su proceso de formación.
“Son muchas personas, que desde niño y adolescente me guiaron por el buen camino, enseñándome disciplina, constancia, dedicación, humildad y respeto al juego. Ellos son los señores Jaime Boscán, Humberto Leal, Evencio Chacón, Gustavo Camacho, Gerardo Chacón y Oscar Izaguirre”, rememoró. “Entre los umpires que me ayudaron a crecer en esta carrera y saltar al profesional están los señores Omar Silva, Jairo Martínez, Henry (Moñoño) León y Jorge Díaz. Ya, como profesional establecido, no puedo dejar de agradecer a Yocoima Mata, Francisco Ramírez, Manny González, Moñoño León, Jairo Martínez, Miguel Hernández y (el boricua) Jorge Bauzá, instructor, consejero y un gran amigo… Quiero destacar, que este último grupo ha sido el encargado de darle una nueva cara al arbitraje en nuestro país, desde hace años. Así que honores para ellos y mis respetos”.
Luis González es el umpire activo con más años de servicio en la LVBP
SECRETOS DEL ÉXITO
Cuando un árbitro hace bien su trabajo, nadie lo menciona. Es invisible, a diferencia de los peloteros, los actores principales del juego. Los umpires lo saben y no necesitan de ese protagonismo. Deben llevar el juego, controlarlo, aplicar e interpretar las reglas.
En un encuentro de nueve innings, un árbitro principal debe manejar una media de 295 pitcheos. Durante ese lapso, de entre tres y cuatro horas, en ocasiones más, de acuerdo con los estándares de la LVBP, tal vez no tenga reclamos, pero si falla un envío y decide que es bola en lugar de un strike y ese juicio afecta el juego, se le juzgará de manera negativa durante días. Pues nadie quiere perder y en el invierno, todos los juegos son de vida o muerte, y las emociones forman parte de esa dinámica.
González ha lidiado con eso durante años y lo toma con filosofía. Siempre habrá otro día, con un juego diferente, aunque sin cambiar un ápice sus convicciones.
“Primeramente, siempre tengo a Dios por delante”, suelta González, antes de comenzar a abundar sobre la clave de su profesión. “Debes ser una persona íntegra, capaz de reconocer tus errores, compartir los conocimientos con otros y colaborar. Escuchar con atención todas las recomendaciones y cumplir las normas. Ser respetuoso, disciplinado. Tener constancia, dedicación, humildad, proactividad y, en especial, estar enamorado de esta profesión”.
“Es importante saber que un árbitro es una figura pública”, continúa, “un representante de la liga, un profesional del beisbol. Nunca se debe olvidar que nuestra imagen debe ser cuidada dentro y fuera del terreno de juego… Por eso es tan importante la academia VUC, que instruye, forma y prepara a los nuevos talentos, que sueñan con hacer una carrera profesional en el beisbol organizado”.
Hernández, su ex compañero y ahora supervisor, valora contar con su experiencia en el circuito.
“Estoy muy orgulloso del trabajo que ha hecho en mi tiempo como supervisor”, afirma. “Es muy colaborador, siempre se ha manejado bien como jefe de grupo, muy buen compañero. Es un privilegio tenerlo con nosotros durante tanto tiempo”.
Luis González (izquierda) tiene una gran ascendencia entre sus compañeros y es vistió como una referencia
MUCHOS SACRIFICIOS
A lo largo de una carrera de 20 años como umpire, tienen que hacerse concesiones personales y privarse de un sinnúmero de encuentros familiares, que cualquier otro profesional –fuera de los terrenos de juego- ni siquiera llegaría a plantearse.
“Son muchos los sacrificios. Recuerdo varias fechas y momentos especiales muy relevantes, como no estar en la graduación de bachiller de mi hija mayor, ni en 20 de sus primeros 22 cumpleaños. Me perdí la despedida de mi madre, hace 18 años, cuando se fue del país… El sacrificio más grande de esta carrera es dejar a la familia. Tengo tres hijos: Michelle Stephani, de 23 años edad; Santiago Andrés, de 15 años, y Mathías David, de 8, junto con mi esposa Jemmy Alejandra. Ellos son el tesoro más querido de mi vida y me perdí muchas cosas”, confiesa González.
Pero seguirá adelante. Pese a lo prolongado de su carrera, no piensa en el retiro.
“Actualmente gozo de muy buena salud y no pienso dejar el terreno, por ahora. Confío en Dios para poder seguir aportando mi trabajo, conocimientos y experiencias en esta profesión con los jóvenes talentos. Mi plan es trabajar, trabajar y buscar el bienestar de mi familia”.
CERCA DE LA COMUNIDAD
Luis González no pierde la oportunidad de amparar cuando se le necesita. Lo hace como instructor y consejero del VUC y también en su comunidad.
“Hay que ayudar a las personas más necesitadas. Todos los años durante la temporada nuestro grupo lleva juguetes, alimentos e incluso aportes a muchas personas que lo necesitan. Pienso que debemos tener esa iniciativa de ayudar para otros. Mucho o poco, siempre es importante dar al que más necesita”.
González trabajó durante varios años con la Fundación Compañeros de Batalla, que brinda soporte a los niños con cáncer en el Hospital de Especialidades Pediátricas en Maracaibo.
“Pienso que ha sido una de las experiencias más maravillosas e importantes en mi vida. Es por eso hago un llamado a aportar un granito de arena a quien lo necesite”.