Créditos Imagen: Miguel Cabrera Foto: @tigers
Carlos Valmore Rodríguez | Triángulo Deportivo
Caracas.- A Miguel Cabrera no le gusta hablar. Al menos, no en público. “Yo prefiero estar tranquilo, en silencio, haciendo mi trabajo”, dijo en una videoconferencia de prensa desde Minneapolis, donde sus Tigres de Detroit estuvieron de gira la semana pasada.
La elocuencia de sus números lo obliga a expresarse. Miguel Cabrera es noticia. Todos quieren saber cómo se las arregló para dar 500 jonrones y tres mil en las Grandes Ligas, el vértice superior del beisbol en el planeta; y no ha tenido más remedio que hacerle swing a las múltiples preguntas de los reporteros.
No ha sido fácil para él estar bajo los reflectores de la opinión pública desde que tenía 16 años de edad. Y casi un cuarto de siglo más tarde, y a su pesar, es uno de los personajes más asediados por los medios dedicados a informar sobre la pelota. No obstante, el jueves de la semana pasada se vio a un Cabrera distendido frente a la pantalla para la conversación por Zoom, como disfrutando el momento, su momento.
Naturalmente, los tres millares de hits fueron temática favorita entre los interrogares. En Triángulo Deportivo le preguntamos a Miguel Cabrera si se había paseado por la posibilidad de ser el último ejemplar de esa raza. “No creo que vaya a ser el último”, respondió. “Si Dios quiere, Robinson Canó podrá jugar tres, cuatro temporadas más con salud en las Grandes Ligas para llegar a los tres mil hits. También está José Altuve. Estando sano puede también llegar a los tres mil. Y luego vienen los muchachos: Vladimir (Guerrero), Soto (Juan). Saludables, creo que pueden llegar”.
“Siempre va a haber alguien con un talento extraordinario”, prosiguió Cabrera para explicar porqué duda que con él se clausure el recinto de los tres mil. “El beisbol no se acaba aquí. Sigue”.
En Triángulo Deportivo nos preguntábamos recientemente qué era más relevante en la carrera de Miguel Cabrera: si los 500 cuadrangulares o los tres millares de incogibles, El toletero derecho de 39 años de edad nos sacó de la duda cuando le consultaron cuál de todos sus batazos era su consentido: ¿el primer cohete en las mayores? ¿El jonrón 500? “Vamos a quedarnos con el hit 3.000”, contestó sin vacilar. “Lo estuve buscando, como si fuese mi primero en Grandes Ligas. Quería también que fuese en Detroit, que no me pasara como con el jonrón 500” (que impactó del lado canadiense de las cataratas del Niágara).
Una de las imágenes más comentadas del hit tres mil fue el abrazo efusivo de un rival: el campocorto cubano de los Rockies de Colorado José Iglesias. Lo celebró con Cabrera más como un compañero que como un contrincante. Y es porque lucharon por la misma causa en Detroit durante cinco campañas, en las cuales fraguaron una sólida amistad. “Hablamos en el Off Season (receso entre temporadas) y estuvimos revisando el calendario de la temporada”, comentó Cabrera. “Él me dijo que tenía que esperar a que los Rockies fuesen de visita a Detroit para dar el hit tres mil. Yo le dije que no, que saldría cuando tuviera que salir. Y me contestó que, si lo daba jugando contra ellos, él mismo me iba a entregar la pelota”.
Desde niño, Cabrera soñaba con ser pelotero profesional, aupado por sus padres y tu tío, David Torres. Pero el artillero aragüeño resultó ser más ambicioso despierto que dormido. “En mis sueños estaba ganar una Serie Mundial y quedar campeón bate, pero nunca los 500 jonrones, ni los tres mil hits”, apuntó. “Empecé a escuchar sobre esas marcas en las Ligas Menores, y cuando fue avanzando mi carrera”.
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— Detroit Tigers (@tigers) April 27, 2022
Una carrera a la que prácticamente no le falta nada: anillo de Serie Mundial, cuatro títulos de bateo, dos premios al Jugador Más Valioso, una Triple Corona, siete Bates de Plata, once invitaciones al Juego de Estrellas, cuatro campeonatos en la Liga Venezolana de Beisbol Profesional. Pero todavía le queda espacio para el postre. “Me falta ganar con Detroit”, dijo. “Ojalá pueda hacerlo en estos dos años que me quedan, o de lo contrario hacerlo como asistente o coach. Sé que mi carrera terminará en cualquier momento, pero quisiera ser campeón con este equipo”.
Aún después de más de veinte años jugando pelota profesional, Miguel Cabrera se divierte en el campo. “Cuando el beisbol deje de ser divertido será la hora de irse a la casa a verlo por televisión. Pero me sigue divirtiendo jugar, a pesar de los dolores, a pesar del estrés y la ansiedad”.
Para Miguel Cabrera, su triunfo en el beisbol es una ofrenda para su madre, Gregoria, una de sus mentoras e inspiradoras para elegir un camino que lo condujo a la gloria. “Ella es una de las primeras personas que me critica y me gusta esté siempre motivándome”, declaró. “Vi lo emocionada que estaba con el hit tres mil, vi sus lágrimas. Sentí su orgullo. Y que ella esté orgullosa es muy importante para mí”.