Ángel Aguilar aborreció el beisbol y se arrepintió a tiempo

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Créditos Imagen: Ángel Aguilar| Fotos: José R. González/ A. Van Schermbeek

 

Carlos Valmore Rodríguez  | Prensa LVBP

 

Caracas.- El desprecio de los Yanquis de Nueva York sepultó al infielder Ángel Aguilar en un hondo despecho que lo hizo aborrecer el beisbol. El noviazgo de siete años entre pelotero y equipo nunca llegó al altar de las Grandes Ligas porque la organización rompió unilateralmente el compromiso durante la pandemia de Covid-19.

Aguilar arrumó todo cuanto oliera a pelota y debió procurarse el sustento trabajando 12 horas diarias en duros oficios. Una llamada lo emancipó de aquel régimen esclavista y lo rescató para el deporte.

Aguilar, quien había repudiado al beisbol, fue incluido la semana pasada en una de las transacciones más sonoras de la pelota profesional venezolana y se llevó sus tres jonrones con Tiburones de La Guaira a la cueva de los Tigres de Aragua. Dos años antes solo habría cambiado de oficina. Ahora es anécdota, pero el desdén de los Yanquis aplanó por completo a Aguilar.

“Fue en plena pandemia cuando me dejaron libre y a partir de ahí no quise jugar más. Me frustré y tiré la toalla”, afirma el artillero derecho, quien bateó para .238 y .651 de OPS durante ocho campañas en las bases formativas de los Bombarderos del Bronx. “Me tocó trabajar en varias cosas y entendí que quería volver a jugar porque me agoté de esas jornadas de siete de la mañana a siete de la noche. Mi compañera me impulsó bastante. Ella me veía todos los días triste y me animó a regresar”.

Ese era el estado de ánimo de Ángel Aguilar en 2022 cuando atendió una llamada de Venezuela. Era César Collins, a quien conocía desde sus días en los Navegantes del Magallanes. Collins se lo había llevado con él a Águilas del Zulia y aparecía de nuevo para ofrecerle un empleo que no era de siete a siete.

“Estaba en mi casa de Atlanta cuando me llamó para decirme que iba a ser gerente de La Guaira y quería llevarme a Tiburones, pese a que yo tenía dos años sin jugar”, recrea Aguilar la situación. “Le recordé que llevaba tiempo inactivo y me dijo: ‘no te preocupes. Te voy a poner en contacto con Edgardo Alfonzo. Él te va a meter en el equipo al cual dirigirá en ligas independientes’. Nos fuimos mi compañera y yo a Tampa y allí comenzaron tres meses de preparación para volver a jugar”.

 

Ángel Aguilar sacudió tres jonrones con La Guaira, antes de ser cambiado a los Tigres de Aragua

¿Por qué Collins, quien estaba firmando grandeligas a montones para Tiburones, se acordó de un ex pelotero? Porque eso era Aguilar en aquel tiempo. Después de quedar libre, ni siquiera se acercaba a los estadios ni jugaba por diversión. “Ángel es un pelotero a quien conozco desde hace tiempo y con quien hay una amistad de por medio desde su firma con Magallanes, cuando yo trabajaba ahí”, explica Collins. “Luego es cambiado al Zulia, donde yo estaba, y la amistad se fortaleció cuando salimos campeones (edición 2016-2017). Cuando me nombran gerente general de Tiburones veo la necesidad de peloteros como Aguilar, muy valiosos para esta liga. Sabía que estaba prácticamente retirado y lo llamé para recordarle su talento y motivarlo a regresar. Se lo recomendé a Edgardo y además lo llevo a La Guaira, vía cambio, desde las Águilas. Sabía que nos podía ayudar por el tipo de bateador que es y el estadio donde iba a jugar. Ahora forma parte de un cambio de alto impacto y le deseo lo mejor”.  

El equipo al cual dirigiría Alfonzo era el Staten Island FerryHawks de la Atlantic League, el más desarrollado de los circuitos independientes de Estados Unidos y Canadá. Collins le sirvió de palanca, pero solo Aguilar podía impulsarse hacia la retoma del beisbol. Tres meses antes del juego inaugural, Aguilar, quien ya había llegado a la conclusión de que retirarse fue “una decisión apresurada”, empezó su preparación.

Y se preparó en serio.

“Siete horas al día”, recuerda Aguilar. “Gracias a Thairo Estrada, a quien conocí en las menores con los Yanquis, se me abrieron las puertas con un equipo selecto de instructores en el cual estaba Andrés Eloy Blanco (ex pelotero venezolano de Grandes Ligas), Nicole, el encargado de la parte física, y Obi, un cubano que nos entrenaba.  Con Andrés Eloy practicaba defensa durante dos horas, después iba otras dos al gimnasio, luego bateaba dos horas y media más. Sabía que haciendo todo eso tendría buen año”.

 

Ángel Aguilar firmó su mejor temporada en la 2022-2023, cuando largó tres cuadrangulares y remolcó 25 carreras

Como Staten Island era una franquicia de expansión, el mánager Edgardo Alfonzo necesitaba reclutar gente. Así que no le venía mal el jugador recomendado por Collins. “Yo hablé con César para preguntarle por peloteros que me pudieran ayudar y me recomendó a Franklin Barreto y a Ángel Aguilar”, expone el timonel de los Tiburones de La Guaira durante la versión 2023-2024 de la LVBP. “De Aguilar me acordaba porque llegué a verlo jugar cuando él estaba en los Yanquis. Me dijo que se había preparado y se notó de inmediato. Hubo dos partidos de práctica antes de la temporada y ahí lució listo. Su swing estaba a tiempo. Hizo un trabajo excelente bateando y defendiendo tercera, short y segunda”.

Aguilar guardó en sus recuerdos aquel día cuando se reconcilió con el beisbol después de renegar de él. “Tenía muchos sentimientos encontrados”, cuenta. “Estaba emocionado y también asustado, angustiado porque llevaba dos años sin enfrentar pitchers, ya que en mi preparación de tres meses antes de regresar no tuve la oportunidad de tomar prácticas de bateo en vivo. Me preguntaba si podría pegarle a la bola nuevamente. Todo eso pasó por mi cabeza, pero haberme preparado bien me dio tranquilidad”.

Alfonzo, a su vez, se reafirmó en la creencia de que había obrado bien al admitir a Aguilar en su roster. “Me gustó su ética de trabajo, la forma como se prepara para los juegos, el trabajo diario en la ofensiva”, subraya. “Dios pone personas para ayudar a otros. Y Aguilar estaba en el momento preciso, el equipo preciso y a la hora precisa. Aprovechó el momento y de eso se trata el deporte y el beisbol particularmente, porque la competencia es feroz. Uno se siente satisfecho de haberle dado la oportunidad a alguien que la merecía. Abres puertas porque a uno le abrieron puertas”. 

Ahora Aguilar solo piensa en beisbol, y a la más alta escala. “Que me tuvieran en cuenta para volver a la liga venezolana fue emocionante”, comparte. “Tengo un buen aproach, mi swing es rápido y cada vez que le pegue a la bola donde tengo que conectarla, ella puede viajar. Volver al sistema MLB es ahora una meta. Todavía soy joven (28 años de edad), hay chance. Trabajo en eso porque el sueño es llegar a Grandes Ligas”.

 

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