Créditos Imagen: Freddy Fermín | Fotos: A. van Schermbeek
Carlos Valmore Rodríguez | Prensa LVBP
Caracas.- Freddy Fermín, tan formal, cumplido y puntual, ha llegado tarde toda su carrera. Firmó para el beisbol organizado a los 20 años de edad, tarde; subió a las Grandes Ligas a los 27, tarde; y debutó en el beisbol profesional venezolano camino hacia los 28, tardísimo.
Siempre tarde, sí, pero siempre seguro.
Con Fermín aplica la frase atribuida, entre otros, a Napoleón Bonaparte: “despacio, que tengo prisa”. El cátcher guayanés al que ningún scout quería firmar por su baja estatura y que en las menores debía caminar largas distancias para comer porque no tenía vehículo logró escalar hasta las Mayores y estremeció a la LVBP. En su temporada de aprendiz promedió .404, fue el primer campeón bate residenciado en la receptoría y se unió a Ernesto Mejía y a Odúbel Herrera como los únicos que han ganado los premios Novato del Año y Más Valioso en la misma campaña.
Freddy Fermín (1,78 de estatura) es otro ejemplo de que la cinta métrica no siempre mide con exactitud la talla de un pelotero.
“A mí me ‘negrearon’ los scouts de aquí, como quien dice. Nadie me quería dar el chance”, contó Fermín. “En algún momento pensé en dejar el beisbol, a pesar de que me gustaba y lo hacía bien. Fue mi hermano Edgardo (jugador de Caribes de Anzoátegui) quien me dijo: ‘menor, vámonos para Dominicana. Allá tienes más chance porque el beisbol es más grande’. Él firmó primero y los Mets de Nueva York le dieron un buen bono. Pudo responder por mí. Estando allá apareció el único scout que creyó: Joelvis González. Él me firmó para los Reales de Kansas City. Y aquí estamos, demostrando que sí podía”.
Aunque parezca lo contrario, Edgardo Fermín es tres años menor que Freddy. Las circunstancias lo llevaron a portarse como el hermano mayor. “El cuento de Freddy es largo y tiene de todo un poco: tristeza, desesperación, pero terminó bien, terminó linda su historia”, detalla Edgardo. “A mi hermano se le pasó su fecha del 2 de julio para firmar, a pesar de todos los esfuerzos que hicimos él, mi papá y yo. Aquí en Venezuela le decían: ‘no hay cupo y está chiquito’. Yo sí pacté en 2014 y en mi primer año me mandaron a República Dominicana. Desde allá empecé a moverme para cuadrar a Freddy. Le dije a mi papá, ‘mándeme los mejores videos que tengamos de él y yo se los enseño a los Mets’”.
Según Edgardo, a los cazatalentos de los neoyorquinos les gustó lo visto en las cintas y le dijeron: “tráelo”. El hermano menor de Freddy le pagó el boleto aéreo y así llegó Fermín a Quisqueya. “Allá impresionó”, asegura Edgardo. “Pero los Mets dijeron lo mismo: no hay cupo. El encargado de Try Outs de ellos quedó convencido y dijo: ‘a este muchacho hay que firmarlo. Vamos a buscar por otro lado’. Y lo empezó a mover de equipo en equipo. Todos decían lo mismo: no hay cupo y está chiquito. Y mi hermano se iba decepcionando. Ya se estaba rindiendo”.
Es difícil culparlo. Mientras el referido scout de los Mets lo exhibía por toda Dominicana, Freddy Fermín vivía en una insalubre casucha infestada de cucarachas y chiripas. “Mi hermano me mandó fotos y dije: ‘no, vale, qué es esto’”, recordó Edgardo. Lo saqué de allá y lo llevé a un resort un par de días”.
Fue cuando Joelvis González entró en escena.
Freddy Fermín se convirtió en el primer receptor líder bate en la LVBP y lo hizo con promedio superior a los .400
“Me llamó y me dijo: quiero que firmen a Freddy. No me voy a rendir. Voy para Dominicana con mis jefes”, relató Edgardo. “Freddy mostró de nuevo su talento en el complejo de los Reales de Kansas City, pero no había cupo. Freddy les pidió quedarse un mes más jugando en la Tricky League (un circuito dominicano para prospectos recién firmados que no forma parte de la estructura formal de MLB). Le dijeron que sí y el hombre siguió dando palo y palo hasta que el jefe de los Reales en Dominicana llamó a Estados Unidos y dijo: ‘aquí hay un Fermín con el que hay que hacer algo. Fírmenlo, así sea por una mascota’. Finalmente le dieron 10 mil dólares. Una semana antes, Freddy me había llamado para decirme que se rendía, que se iba a poner a estudiar. Todo sacrificio tiene su recompensa”.
El scout que vio lo que otros no
Joelvis González, el ojeador venezolano que captó a Freddy Fermín para los Reales de Kansas City, no se muestra sorprendido porque Fermín se haya ceñido una corona de bateo en la LVBP con promedio de .404. En su Guayana natal lo vio coleccionarlas en todas las categorías de Criollitos de Venezuela.
“Como Freddy, soy de Puerto Ordaz. Lo he visto desde niño”, comenta González. “Lo veía cada fin de semana porque, además de mi trabajo como scout, dirigía equipos en beisbol menor y lo vi quedar campeón bate desde preparatorio para arriba, en torneos regionales hasta nacionales. Siempre tuvo dominio del juego”.
Durante su fecunda permanencia con los Leones del Caracas, Fermín generó admiración, no solo por lo hecho durante los juegos, sino por cómo se preparaba para ellos. Después de que los capitalinos aseguraran el primer lugar de la ronda eliminatoria, el mánager José Alguacil le permitió a sus dirigidos un día de distensión. Recibieron permiso para llegar un poco más tarde al estadio y se les liberó de practicar bateo. Pese a saberse fuera del lineup, Fermín salió a hacer swings en la malla. “Es un trabajador enorme. Enamoró a todo el mundo aquí”, sostiene Richard Gómez, gerente deportivo del Caracas. Según Joelvis González, el guayanés siempre ha sido así: empeñoso, disciplinado.
Freddy Fermín es un trabajar incansable y de firmes convicciones sobre su talento y capacidad en el terreno
“Algo que siempre me gustó de él fue su comportamiento, su conducta, su disciplina, su madurez, su enfoque, su control de estrés, su autoconfianza”, enumera González. “Cuando él tenía 10 años no era el típico niño que al terminar el partido iba a divertirse con las metras. En vez de eso, se sentaba a ver el siguiente juego para evaluar a los demás, a los mayores. Es calladito, enfocado, estudia el juego”.
Esa fue una de las razones por las cuales González insistió en firmarlo, sin encontrar eco entre sus jefes. “No tenía corpulencia y realmente era pequeño. Sus herramientas no estaban tan desarrolladas, pero siempre he pensado algo: los niños venezolanos llevan un pelotero dentro y las herramientas llegan después”, explica.
Andrés Reiner, sumo pontífice de los scouts venezolanos, alertaba durante los últimos años de su vida sobre la tendencia de los desarrolladores a hacer de los prospectos “peloteros de Try Out”, beisbolistas de laboratorio, impresionantes en las audiciones al correr, batear y lanzar, pero sin la menor idea de cómo se juega. Fermín era todo lo contrario. Jugar era su fuerte.
“Yo me equivoqué en la forma de mostrarlo”, admite González. “Lo llevaba a los Try Outs, lo ponía a batear frente a lanzadores, cuando debía ponerlo a jugar. Así mis superiores habrían entendido mi insistencia. Por eso no lo firmamos cuando correspondía (lo normal es dar el salto a los 16 años de edad y llegar a preacuerdos mucho antes). Siempre me decían: no hay cupo”.
Un día, para variar, Freddy Fermín, quien ya andaba por la veintena, tuvo viento a favor.
“El mánager de un equipo B de Dominicana, lo que allá llaman la Tricky League, donde juegan prospectos recién firmados, iba a ser papá”, recuerda González. “Y me llama el jefe para preguntarme si quería hacerle la suplencia. Acepté, e inmediatamente llamé al papá de Fermín. En ese momento lo estaban probando los Mets”.
Los metropolitanos le dijeron que no había cupo y luego vinieron las andanzas de Fermín por toda Dominicana y la casa de las cucarachas. La invitación de Kansas City era el último tren, por cuanto Freddy ya se estaba desanimando. Víctor Báez, cabeza de la academia de los Reales en Quisqueya, accedió a verlo, intrigado por el bombardeo publicitario de Joelvis González a favor del receptor venezolano. Pronto aparecieron más defensores, entre ellos el grandeliga Wilson Betemit, quien estaba trabajando en el complejo. De pronto, Fermín se transformó en un incidente internacional. Evaluadores de Colombia y Aruba se sumaron al coro. “Víctor Báez empezó a fijarse más y me dijo: ‘a este Fermín provoca verlo jugar’”, cuenta González.
Pero no había cupo, ni firma. Fermín, cansado de recibir desaires, le dijo a González: “se me acabó el beisbol. No es para mí”.
El scout le dio uno de los mejores consejos en su vida.
Por reglamento, Fermín podía quedarse un mes probando en la academia de los Reales. González le recomendó permanecer los veinte días faltantes antes de devolverse, derrotado, a Puerto Ordaz. “Era mala idea ir yo a pedir esos veinte días porque posiblemente pensarían: qué fastidio con este tipo y su Fermín”, reseña el scout. “Le dije a Freddy: mejor ve tú mismo a solicitar los veinte días. Si te dicen que sí, los vas a poner a pensar porque yo voy a dirigir el equipo. Esos van a ser tus últimos veinte días en el beisbol. Aprovéchalos”.
Luego de una Odisea para firmar, Freddy Fermín debutó en las Mayores durante 2022. Foto. Getty Images
La percepción sobre Fermín cambió durante esas tres semanas. Al conocimiento del juego le añadió fuerza, preparación física. Ahora sí tenía el instrumental para convencer a la industria.
Y lo ayudó otro golpe de suerte: buena para él y mala para un colega.
“Perdimos un juego por culpa del cátcher”, refiere Joelvis González. “Estábamos ganando 1-0 y un corredor contrario se poncha, pero se embasa por pasbol. El cátcher, en su intento de hacerlo out en primera, vuela la bola y el corredor llega a segunda. El siguiente bateador toca la bola, el cátcher dispara a tercera y la mete en el leftfield. Anotan una y llega un hombre a segunda. Desde ahí ancló en el home por hit y nos dejaron en el terreno. El jefe estaba furioso. Me preguntó: ‘¿estás seguro de que Fermín es tan bueno como dices?’ Le contesto que sí. Me vuelve a preguntar: ‘¿Es mejor que los cátchers que tenemos?’ Le respondo: ‘sí, mejor que los otros cuatro’. Me puso en contacto con el supervisor René Francisco.
El 22 de julio de 2015, Freddy Fermín firmó con los Reales de Kansas City por 10 mil dólares. Siete años más tarde, el chiquito sin cupo es grandeliga y campeón bate, toletero de .400, Novato del Año y Más Valioso de la LVBP. “Siempre le digo a Freddy: cuando seas una estrella en las mayores deberías escribir un libro con tu historia”, dice Yoelvis González.
“Yo lo que quería era ayudar al equipo y gracias a Dios se dio”, afirmó Freddy Fermín sobre su exitosa campaña. “Solo seguí mi rutina, mi plan. “Batear .400 es difícil de hacer, pero no imposible. Todo esto es fruto del trabajo constante, día a día. Me funcionó y aquí estamos”.