Wilfredo Tovar y el culto a los Leones del Caracas 

Wilfredo Tovar
Wilfredo Tovar | Fotos:  Alejandro van Schermbeek
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Valencia.- Ante Wilfredo Tovar, el Caracas, más que un equipo, es un culto, una razón de ser. Proveniente de un clan de irreductibles caraquistas, el infielder tuyero de 34 años de vida lleva a los Leones en sus cromosomas y ya se le advertía melena en el vientre materno. 

Las corrientes del deporte lo arrastraron a aguas infestadas de piratas y firmó como profesional con los Navegantes del Magallanes antes de que la marea lo empujara a las costas margariteñas, siempre con la nostalgia de lo no vivido con los félidos del Ávila. Hace nueve años recibió el ansiado telefonazo y desde entonces es caraquista por dentro y por fuera.

El 7 de junio de 2016, Wilfredo Tovar emigró desde Bravos de Margarita hacia Leones del Caracas por el antesalista Daniel Mayora. Meses antes, la gerencia capitalina lo sondeó para conocer su disposición. No dejó terminar de hablar a José Manuel Fernández, entonces gerente deportivo de la divisa más ganadora en la Liga Venezolana de Beisbol Profesional.

“Estaba en el Spring Training con los Mellizos de Minnesota cuando entró la llamada”, recapitula Tovar, parroquiano de Santa Teresa del Tuy, estado Miranda. “Al principio ni sabía quién era la persona que se comunicó conmigo. Me preguntó si yo tenía claro para dónde iba y le respondí que lo ignoraba. Resultó ser José (Manuel) Fernández. Cuando me dijo ‘somos los Leones del Caracas’ ahí mismo lo interrumpí: ‘¡sí, sí, cámbienme!’

UN CAMBIO NECESARIO

José Manuel Fernández, irónicamente ahora ejecutivo de Bravos, identificó dos rasgos en Wilfredo Tovar atrayentes para el Caracas de aquel tiempo. “Aunque su exposición en la liga era escasa, se trataba de un jugador pimientoso que el equipo requería, ya que los tiempos de infielders como Gregorio Petit ya estaban finalizando”, explica Fernández. “Tovar podía defender con regularidad, sin problema alguno, el shortstop, la segunda y la tercera. Y a la ofensiva me llamaba la atención que era un constante bateador de líneas. Como dijo una vez Jesús Guzmán: Tovar cierra los ojos y suelta una línea”.  

Fue así como Wilfredo Tovar pudo ser lo que siempre quiso. “Ponerme la camisa de los Leones fue un orgullo, también para mi familia, porque desde niño he sido caraquista”, prosigue Tovar. “Mi mamá y mi papá son caraquistas, como la familia entera. Y era un sueño para mí jugar con los Leones del Caracas, pero no pude hacerlo desde el principio porque fue Navegantes del Magallanes el equipo que me firmó y luego pasé a Bravos. Mi último año con ellos no pude jugar porque estaba operado”.

El exgrandeliga recuerda que su primer hit con los Leones fue en su juego de estreno con el Caracas y contra las Águilas del Zulia. “Venía de Grandes Ligas”, evoca. “Me bajé del avión, me tomé dos días en mi casa, me uní a las prácticas y arranqué la temporada. Ese primer hit lo tengo en mi mente como si lo hubiese dado ayer”. 

Wilfredo Tovar se transformó en uno de los mejores bateadores de la LVBP

EL HIJO DE ANTONIO ARMAS

Wilfredo Tovar se hizo un caraquista ilustre. En sus diez temporadas como león ha acumulado 552 hits. Desde el salto al campo rentado de la franquicia capitalina, en 1946, apenas seis hombres coleccionan más imparables como integrantes de la novena: Víctor Davalillo (1027), César Tovar (938), Gonzalo Márquez (780), Alfonso Carrasquel (682), Jesús Alfaro (659) y Antonio Armas (650).

Antonio Armas, su papá en el beisbol, como suele llamarlo. Según Wilfredo Tovar, su carrera con el leño fue otra cuando el sempiterno número 20 se convirtió en su coach de bateo.  

“Él cambió mi plan en el home, me enseñó a irme del medio hacia el rightfield, a agarrar buenos turnos y seleccionar pitcheos de calidad. Eso me ha ayudado a sobrevivir”, contó Tovar en otra ocasión.  “Antes de llegar a los Leones no sabía reconocer los pitcheos rompientes. Solo le pegaba a la recta. En dos strikes me lanzaban curvas contra el suelo, les tiraba y ahí dañaba el turno. En dos strikes era un out regalado. Me arrojaban slider en el suelo, curva, curva y ponchado”.

“En una de mis primeras prácticas con los Leones, Antonio se dio cuenta de que yo bateaba mucho hacia el leftfield y me recomendó que hiciera un cambio”, rememoró Wilfredo Tovar. “Y le dije: ‘voy a seguir tu consejo’. Desde entonces me siento diferente, hasta el sol de hoy. Ahora puedo batear en dos strikes, busco más pitcheos en la zona y agarro más bases por bolas. Así ayudo más a mi equipo. Antonio Armas me cambió el chip y gracias a él puedo aprovechar la rapidez de mis manos”.

Wilfredo Tovar es una pieza fundamental en la estructura de Leones del Caracas

UN COACH EN LA CASA Y MANOS ARRIBA

Con 34 almanaques a cuestas, Wilfredo Tovar se las ha arreglado para eludir la obsolescencia. En la campaña anterior tuvo uno de sus promedios más bajos como caraquista (.266).  El chocador diestro identificó la falla. Él siempre ajusta, en constante transformación. Y recibe de su padre clases particulares en casa.

“Durante la temporada pasada me di cuenta, tardíamente, que había modificado el swing mientras estuve en México”, expresa. “Puse las manos muy abajo porque eso me servía allá para llevar la bola lejos. Cuando llegué aquí, los batazos que allí salían con fuerza se volvieron acá elevaditos inofensivos. Me percaté a destiempo y por eso preferí terminar la temporada así porque si intentaba algo nuevo podía ser hasta peor. Cuando me tomaron como refuerzo las Estrellas Orientales en República Dominicana seguí el consejo de mi papá, caraquista a morir y quien ve todos mis turnos, de elevar más las manos y acercarlas al cuerpo. Eso lo trabajé también con Fernando Tatis, quien me dirigió en Lidom y que entrena a algunos jugadores en el receso entre campeonatos invernales. Lo implementé en la Liga Mayor y al terminar allí me tomé dos semanas de descanso y empecé a prepararme haciendo crossfit en el gimnasio, y, sobre todo, bateando, poniendo las manos más arriba. Ahora, los globitos han vuelto a ser líneas; me siento muy bien y estoy viendo los frutos de todo el trabajo hecho”.

“No fue fácil”, concede Wilfredo Tovar. “Trabajaba todos los días desde las cuatro de la tarde hasta las ocho de la noche. Destinaba dos horas al gimnasio con el crossfit, corría, agarraba masa muscular. Y en las dos horas siguientes, bateaba”.

Con su nueva metodología con el madero, Wilfredo Tovar golpea para .350 de average, séptimo entre los chocadores más exitosos del torneo 2025-2026 en la LVBP hasta la jornada del martes 11 de noviembre de 2025. También es cuarto en hits (26). Definitivamente, se debe escuchar a los padres. “Mi papá ve cómo me lanzan, se fija en cada lanzamiento, nota en cuál conteo me tiran pitcheos rompientes”, sostiene Tovar. “Me dice siempre: sube las manos, abre los pies, sé más selectivo en dos strikes. Gracias a Dios lo tengo conmigo. Y en los días cuando me siento cansado, una llamada de mi papá y mi mamá me cambia el ánimo”.

Wilfredo Tovar trabajó en la caja de bateo con Antonio Armas para mejorar su ofensiva

Su padre lo ha preparado no solo para llegar a su apogeo. También lo ha aleccionado sobre cómo encarar la inexorable decadencia. “Él ha hablado conmigo de eso”, reconoce Wilfredo Tovar. “A estar listo si tengo que venir de emergente, a ayudar al equipo de cualquier manera, así sea dando ánimo a los muchachos”.

Niuman Romero, capitán de Caribes de Anzoátegui hasta la edición anterior del circuito nacional, dijo que deseaba seguir jugando en la 2025-2026, pero que prefería retirarse antes que ponerse una camisa distinta a la única que portó en Venezuela. Dicho y hecho. Tovar, por su parte, no sería así de tajante, así exude caraquismo. “Estos tres meses de temporada son algo que me hace falta”, se pronuncia. “Mientras pueda ayudar y dar lo mejor de mí, seguiré contribuyendo. No me iría así, nada más”.   

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