Caracas.- El mejor bateador ambidiestro venezolano de todas las eras, tiempos y épocas es en su retiro un hombre de a caballo.
Víctor Martínez, quien galopó por las Grandes Ligas 16 temporadas y almacenó 2.153 hits, 423 dobles, 246 jonrones, 1.178 remolcadas, .295 de promedio, .360 de porcentaje de embasado, .455 de slugging y .815 de OPS, dejó vacío su asiento dentro de una de las suites para ejecutivos de los Azulejos de Toronto en el Rogers Centre y la noche del primer juego de la Serie Mundial pisaba el terreno del Estadio Universitario donde, para variar, conectó .333 y dejó .403 de OBP uniformado con Caribes de Oriente.
Algo importante, prioritario, inaplazable, ineludible, lo ataba a la capital de la Nación este fin de semana.
Martínez, acompañado de una comitiva de bolivarenses, fueron a darle serenatas guayanesas a los escualos en su reducto antes de antagonizar con los Leones del Caracas. El ex receptor, de 46 años de edad, se reencontró con su paisano Enrique González, otrora pitcher de la Gran Carpa y ahora coach del bullpen litoralense. También estaba el antiguo lanzador Oscar Montero, ahora scout de los Gigantes de San Francisco. Una pandilla del sur, con V-Mart como caudillo indiscutido e indiscutible.
LEJOS DE TORONTO Y LA SERIE MUNDIAL
¿Qué hacía Martínez en Los Chaguaramos mientras los Azulejos, de quienes es asistente especial, disputan su primer Clásico Otoñal desde 1993? Resulta que este domingo 26 de octubre se corre en el hipódromo de La Rinconada el Clásico Simón Bolívar y Gran Yaco, su ejemplar, estará en el aparato de salida.
El hipismo es una afición casi umbilical para Martínez. Creció cerca del óvalo de Vista Hermosa, en Ciudad Bolívar, y cayó rendido ante el deporte de los reyes. Jugó beisbol, pero amó la hípica. Al retirarse, y con los medios para hacerlo luego de asistir a cinco Juegos de Estrellas del Big Show y ganar dos Bates de Plata, se hizo propietario de caballos.
Solo que el beisbol no le suelta la rienda a Víctor Martínez. Al jubilarse le llovieron proposiciones para desarrollarse como instructor. “Pero eso no era lo que quería”, mencionó un distendido Martínez frente al dugout de la derecha del Universitario, donde, para variar, repartió palazos y dejó average de .333 y OBP de .403 a su paso con Caribes de Oriente.
“Implicaba estar lejos de mi familia y todavía tengo hijos pequeños. Y Víctor José, el mayor, está jugando en la universidad y batea muy bien a las dos manos. Tiene talento, aunque no tanto tamaño, y ahora lo que buscan en el draft son gigantes”.
V-MART Y EL DON DE VER MÁS ALLÁ DE LO EVIDENTE
Cuando era ejecutivo de los Indios de Cleveland, Mark Shapiro notó que Víctor Martínez no solo era un pelotero con habilidades excepcionales, sino que además veía el juego más allá de lo evidente. Al llegar a la cima de los Azulejos de Toronto como su presidente y director ejecutivo, Shapiro recordó que había un inteligente hombre de beisbol meciéndose en el porche.
“Como él me conoce de cuando yo estaba en Cleveland me ofreció el cargo de coach de banco”, comenta Martínez (el puesto lo tomó Don Mattingly en 2023). Le dije que estar de nuevo todo el año lejos de mi casa no era mi deseo y me asignaron esa responsabilidad como asistente. Yo los aconsejo, les doy mi visión, converso con los muchachos. Les digo que jueguen su pelota tranquilos”.
“Cuando llegué a la organización no conocía a nadie porque nunca jugué para ellos. Solo a Shapiro”, advierte Víctor Martínez. “A la directiva le expliqué que por estos días no iba a estar disponible porque tengo este compromiso con el Gran Yaco (bautizado así en honor a su suegro). La hípica me encanta desde niño porque el hipódromo estaba al lado. Y bueno, espero que el Gran Yaco gane”, se despide cordial para tomarse fotos con su pandilla del sur.
