Ramón Hernández atesora indelebles recuerdos del Coliseo de Oakland

Ramón Hernández | Foto: Alejandro van Schermbeek
Compartir
Facebook
WhatsApp

Valencia.- Ramón Hernández sonrió apenas escuchó “Coliseo de Oakland”. El ex receptor pasó el primer lustro de su brillante carrera de 15 años en las Mayores con los Atléticos y el nombre del vetusto recinto le hizo evocar, de forma clara y emotiva, varios momentos que protagonizó o de los cuales fue testigo de excepción.

“Una experiencia bastante bonita, muchos recuerdos. Allí empecé mi carrera en las Grandes Ligas”, soltó poco después de asistir al mánager Eduardo Pérez en la práctica del Magallanes.

Desde fuera, el Oakland Coliseum fue conocido por sus terribles condiciones. Siempre hubo quejas con relación a la superficie irregular del terreno. Sus problemas de plomería, que causaron algunas inundaciones en los vestuarios a lo largo de los años, que llegaron a ser reseñados por los medios, entre otras deficiencias de las instalaciones. Además, era notorio el poco público asistente en sus tribunas y graderíos, así como las famosas zarigüeyas (rabipelados) que poblaban el estadio.

Pero, puertas adentro, los peloteros que convivieron allí la mitad del calendario regular de una temporada, año tras año; el parque fue mucho más que una lista de calamidades.

“Guardé un poco tierra del home plate, porque allí fue donde pasé mi carrera, detrás del plato. Y me tomé una foto en el montículo, yo solo, con el estadio de fondo. Fue triste, pero las cosas se hacen para mejorar, lamentablemente el equipo se fue de allí, después de tanta historia”, continuó Hernández.

El parque se ubicó en la media o por debajo entre sus pares de MLB en varias categorías ofensivas, por lo que no era considerado un paraíso para batear, pero Hernández conectó 81 extrabases allí, incluidos 26 de los 169 jonrones que sacó en su carrera, sólo detrás de los 34 que consiguió en Camden Yards, durante su etapa con los Orioles de Baltimore.

“La desventaja era que por las líneas hay mucho terreno de foul, por lo que tienes que tratar de poner la bola en juego. Es un estadio normal, no es que la bola corre mucho, tienes que darle bien a la pelota para se vaya”, precisó. “Sabíamos que era difícil, pero no podías detenerte en eso. Tienes que hacer buenas conexiones y aprovechar los pasillos o esperar que se vaya. Allí se pone un poco frío de noche, la atmósfera es más pesada. Pero siempre me gustó, la gente del terreno hacia un trabajo impecable, quedaba un terreno precioso para jugar. Para mí, sin dudas, es uno de los mejores de las Grandes Ligas”.

Hernández, de 48 años de edad, formó parte por segunda campaña seguida del staff de coaches de los Atléticos en la Gran Carpa durante 2024 y presenció la despedida al viejo gigante, que terminó de construirse en 1966, bajo el nombre de Ring Central Coliseum, para ser sede de los Raiders de Oakland, de la NFL. Luego fue usado para albergar a los Atléticos en la expansión de MLB hacia esa zona de California, desde 1968.

Ramón Hernández ha formado parte del staff de coaches de Oakland desde 2023 | Foto: Getty Images

El 26 de septiembre pasado, en una soleada tarde otoñal, se jugó el último desafío de beisbol allí. Los Atléticos vencieron 3-2 a los Rangers, en un desafío sin ningún interés más allá del adiós definitivo a la plaza.

“Al menos se le dio a la fanaticada una victoria, se la disfrutaron al máximo, todos disfrutamos de esa postal, con el estadio lleno (46.889 personas). Será otra buena memoria. Porque siempre llenaba cuando íbamos a los playoffs”.

Ahora, con el nuevo estadio de Las Vegas planificado para estar listo en enero del 2028, los Atléticos llegaron a un acuerdo con la ciudad de Sacramento para disputar sus juegos como home club en el Sutter Health Park, entre el 2025 y el 2027.

EL ARTE DE GANAR UN JUEGO INJUSTO

Ramón Hernández creció como prospecto en las granjas de los Atléticos y en 1998 apareció en el puesto 74 entre las 100 principales promesas de MLB, de acuerdo con Baseball America, justo antes de debutar con Oakland en 1999 y convertirse en el cátcher titular.

En 2002, era la carta crédito del mánager Art Howe para recibir los envíos del derecho Tim Hudson, así como de los zurdos Barry Zito y Mark Mulder, quienes se combinaron para récord de 57-21, con Zito (23-5), ganando el premio Cy Young.

“Era un trío fenomenal. Hasta este instante no ha llegado un grupo de lanzadores como esos a Oakland. Daban más de 50 juegos ganados entre los tres, siempre se prepararon muy bien y este año de despedida, los llevaron al estadio a firmar autógrafos y pudimos reencontrarnos. Los recuerdos estuvieron allí. Van a ser invitados al próximo Spring Training para que los muchachos sepan cómo se prepararon en su época. Siempre competitivos y exitosos. Los jóvenes aprenderán mucho de ellos”.

Hernández siempre tuvo una buena comunicación con los tres, pero con Hudson fue especial.

“Obviamente me llevaba bien con los tres, pero le recibía siempre Hudson, podía fallarle una salida a Mulder o a Zito, si me tocaba un día libre. Eso no pasaba con Hudson, porque tiraba muchos piconazos y había que trabajar más, físicamente era muy exigente. Nunca falle una salida de Hudson en cinco años”.

Esa zafra pasó a la historia por el rendimiento de Oakland, que dejó récord de 103-59. Desde las oficinas de los Atléticos, con Paul DePodesta, como segundo del gerente general Billy Beane, la organización sacó provecho a peloteros “subvalorados en el mercado”, es decir con salarios bajos, pero con capacidad para contribuir en triunfos, según las mediciones de estadísticas avanzadas.

Lo que llevó a los Atléticos, con un presupuesto de $44 millones, a competir con equipos de mercados más grandes como los Yanquis de Nueva York, cuya nómina superó los $125 millones en 2002.

“Estábamos perdiendo, jugando muy mal, íbamos últimos en la división y, tras varias reuniones (con Beane), comenzamos a competir y ganamos los 20 juegos seguidos (récord vigente en las Mayores) y eso nos dio una confianza tremenda. Sabíamos que íbamos a ganar cada serie. El secreto era ir a tratar de ganar la serie de turno, juego tras juego. Cuando llegamos a 15 o 16 triunfos al hilo, nos preguntábamos hasta dónde llegaríamos. Pero hubo un momento en que no pensamos en eso. Éramos tan competitivos que pensábamos que no nos podía ganar nadie”.

Ese enfoque, que llevó a los A’s a los playoffs en 2002 y 2003, fue recogido en el famoso Best Seller Moneyball: The Art of Winning an Unfair Game, escrito por Michael Lewis, publicado en 2003, que fue adaptado en la película Moneyball de 2011, protagonizada por Brad Pitt y Jonah Hill, en los papeles estelares de Beane y DePodesta, respectivamente.

EL IMPERIO DEL MAL

Entre 2000 y 2003, Oakland siempre se quedó en el camino durante las Series Divisionales de la Liga Americana, primero contra los Yanquis (2000 y 2001), que en el inicio de esa década asistió a tres Series Mundiales y ganó una, la que le dio el tricampeonato, a partir de 1998. El Imperio del Mal estaba en su apogeo.

“Siempre voy a recordar el juego donde hicieron out en la goma a Jeremy Giambi, con la jugada de (Derek) Jeter, que nos dejó fuera. Una de las mejores de la historia. Si anotábamos esa carrera podíamos pasar a la otra ronda… Siempre nos topamos con los yanquis y nunca los pasamos”.

Aquel lance de Jeter, hoy miembro del Salón de la Fama, es conocido como The Flip. Ocurrió en la Serie Divisional de la Liga Americana de 2001. Oakland tenía una ventaja de 2-0 en la serie al mejor de cinco, pero perdía 1-0 en la parte baja de la séptima entrada del Juego 3, el 13 de octubre.

Con dos outs y Giambi en primera, Terrence Long conectó un rodado duro que pasó sobre la almohadilla de primera base. El jardinero derecho de los Yanquis, Shane Spencer, lo fildeó en la esquina del jardín derecho, pero el tiro superó a dos hombres de corte: el segunda base Alfonso Soriano y el inicialista Tino Martínez.

Jeter corrió a través del diamante, saltó y fildeó la pelota en territorio foul, entre primera y home, e hizo un tiro de revés al receptor Jorge Posada, quien tocó a Giambi, en una jugada muy cerrada en el plato. Nueva York ganó 1-0 y luego se impuso en los siguientes dos y, eventualmente, disputaría la Serie Mundial.

En 2002, los Mellizos de Minnesota fueron los verdugos de Oakland y en 2003 lo hicieron los Medias Rojas de Boston, que aganaron la Serie Mundial de 2004, gracias a un roster estructurado bajo los preceptos de Moneyball.

“Perdimos, pero armamos muy buenos equipos”, concluyo Hernández, antes de retomar sus labores de coach de banca del Magallanes.

Ramón Hernández, con 26 años de edad, en 2002 | Foto: Getty Images

EL DATO

Ramón Hernández es uno de los 30 venezolanos que ha vestido el uniforme de los Atléticos de Oakland y jugaron en el Coliseo, en la historia de las Grandes Ligas. Hernández (1999-2003) escolta, con cinco campañas a Antonio Armas (1977-1982), quien actuó durante seis años con ese equipo. Los otros con al menos tres campañas son Franklin Barreto (4, 2017-2020), Marco Scutaro (4, 2004-2007), Yusmeiro Petit (4, 2018-2021) y Jorge Velandia (3, 1998-2000), de acuerdo con Baseball-Reference.

Suscríbete al club del fanático

¡Te has suscrito con éxito!

Gracias por unirte al Club del Fanático. Ahora formarás parte de la acción con contenido exclusivo, noticias y promociones especiales.

Club del fanático

No te vayas sin suscribirte al club del fanático

Promociones, noticias y muchas sorpresas.