Porlamar.- La temporada 2024-2025 de Ramón Flores fue un paso en falso, con la más estricta acepción del término. Atormentado por la fascitis plantar en el pie izquierdo, el out más difícil durante las cuatro temporadas anteriores del beisbol profesional venezolano vio reducido a cenizas su promedio al conectar .200. Toca retroceder quince años, hasta los albores de su carrera, para descubrirle un average así de bajo en una campaña completa.
Librado del dolor, el exgrandeliga de Bravos ha recobrado el ser. Comenzó la penúltima semana del campeonato 2025-2026 con promedio de .300 y porcentaje de embasado sobre .400, entre los más elevados del torneo. Sano, el toletero barinés nacido hace 33 años retomó la senda del bien.
“Para Ramón Flores es esencial el balance en los pies, y no lo tenía por la fascitis plantar”, interviene el gerente general de Margarita, José Manuel Fernández. “Ahora tienes a un Ramón Flores saludable y ves el cambio. Sano, jamás y nunca va a batear .200 en esta liga”.
Para Flores, la fascitis plantar es ahora solo un mal recuerdo. Todo comenzó en México, jugando para Diablos Rojos. “En el séptimo juego de la final de zona contra Guerreros de Oaxaca me rompí la fascia del pie izquierdo, el de apoyo”, relata el perspicaz chocador llanero. “Con el pasar de los partidos el daño se hizo mayor porque me fisuré un hueso del pie; y así jugaba”.
En esas precarias condiciones vino a la LVBP con Margarita. Se quedó hasta lo último, a costa de ingentes sacrificios. “Pude haber parado, pero sabía que debía apoyar al equipo”, manifiesta el capitán de los neoespartanos. “Me tocó aprender a jugar con dolor, algo para lo que a veces no nos preparamos. Fue difícil, aunque no quise ponerlo como excusa, pero ni siquiera en la final (cuando golpeó para .348, con .965 de OPS) estuve al cien por ciento de mis facultades. Pero existía corazón y las ganas de acompañar al equipo en su primera final”.

Una fascitis plantar en el pie izquierdo afectó de manera radical el rendimiento de Ramón Flores la campaña anterior
LA NAO DE CANÓ
Margarita quedó subcampeón del certamen 2024-2025 y Ramón Flores volvió a la Liga Mexicana de Beisbol, su domicilio veraniego desde 2022. Hasta allá lo persiguió la fascitis, una inflamación que hace de afincar el talón una tortura medieval.
“Llegué a pretemporada con Diablos y las primeras tres semanas me la pasaba en el training room”, describe Flores. “La pretemporada mexicana es bastante larga y me dio tiempo para estar recuperado al inicio de la campaña”.
Los aguijones de la fascitis lo habrían picado más tiempo de no ser por la ciencia médica y la colaboración de un insigne compañero: el camarero dominicano Robinson Canó. “Él llevó un trainer personal, Nao, un señor que sabe y me ayudó mucho”, agradece el exbigleaguer. “Hicimos trabajo de fortalecimiento de los gemelos y en las pantorrillas porque, al sufrir la lesión, se me debilitó esa zona, perdí masa muscular y eso colapsa el pie. Recuerden que soy zurdo y esa es la pierna sobre la que ejerzo presión al hacer el swing. Me puso un plan de entrenamiento muy útil”.
Entre Nao y el reconocido traumatólogo venezolano Alan Sánchez, Ramón Flores pudo pisar fuerte, como lo hace ahora en la LVBP. Al terminar la velada del 18 de diciembre de 2025, el patrullero del piedemonte aparecía segundo en boletos recibidos (39), quinto en OBP (.429) y sexto en anotadas (33).

Ramón Flores se sometió a tratamientos especiales para recuperar su salud en México
AQUEL DÍA LIBRE
Volvió, aunque costó. Ramón Flores cerró octubre con un raquítico .214 de promedio, con .668 de OPS. Ido el dolor, se instaló el temor, la angustia ante la posibilidad de haber perdido el toque con el madero. “Me sentía bien, pero no salían los batazos y este juego es de resultados”, reflexiona. “En ese tipo de situaciones el pelotero suele pensar en exceso, pero en noviembre perdí el miedo a no reencontrarme. Sabía que había puesto números aquí en años pasados y deseaba regresar a mandar la bola en los callejones, haciendo buenos swings y con buenos turnos. Agarré la consistencia en noviembre y eso ha sido importante para el equipo”.
Desde el primero de noviembre, Ramón Flores suena para .319 (de 119-38), pese un reciente slump. El espaldarazo del mánager Henry Blanco fue terapéutico para el outfielder.
“Le doy las gracias por eso. Me dijo que iba a jugar todos los días, que era el capitán del equipo y que los resultados iban a llegar”, aporta. “A finales de noviembre o principios de diciembre me dio un día libre. La semana pasada me dijo: ‘¿te acuerdas del día libre que te di? Si quieres te busco los números para que veas cómo despegaste a partir de ahí’”.

Ramón Flores atravesó por un lento comienzo de temporada, pero eventualmente recuperó su acostumbrado ritmo
Henry Blanco marcó esa fecha: 23 de noviembre. Justo por aquel tiempo sufría Ramón Flores un desvanecimiento, con diez turnos seguidos sin incogibles. Repuesto en el lineup, el capitán encadenó siete juegos sucesivos con imparables y su average durante la racha fue .346.
“A veces los peloteros no entienden la importancia de un día libre”, analiza Henry Blanco. “Es una oportunidad de sacarse un montón de cosas de la cabeza. No les gusta, pero es necesario”.
Ramón Flores le concede el punto. “No me molesté con ese día libre porque era entendible”, reconoce. “Y descansar, cuando la mente está abrumada, puede funcionar. A veces hay que escuchar y soy el tipo de pelotero que escucha, sin creerse más que nadie. Confié en mi talento”.
SIEMPRE PACIENTE, NUNCA PASIVO
Buen oyente, y sin ínfulas, Ramón Flores fue receptivo con las recomendaciones de Yunir García, el coach de bateo en Margarita. El exhorto del preceptor fue conservar la congénita disciplina en el plato de Flores y, al mismo tiempo, ser incisivo.
“Hablamos de las últimas dos campañas y las comparamos con la de su título de bateo (zafra 2021-2022, con .416 de porcentaje ofensivo). Hicimos ajustes mentales para que fuera más agresivo en la zona y atacar más a los lanzadores que vienen en strike”, asevera el instructor. “Él tiene buena aproximación a la bola y ha mejorado la agresividad en su zona caliente. Su swing siempre ha estado”.
Hacerse más acometedor, asegura García, no implica volverse un gatillo alegre sobre el plato y despojar a Flores de su naturaleza. “Al contrario, como Ramón es tan disciplinado en su zona es más fácil para él ser agresivo y encontrar un pitcheo sobre el cual hacer daño, especialmente con hombres en posición anotadora. Ha sido paciente y agresivo al mismo tiempo. Puede sonar contradictorio, pero si eres agresivo conociendo bien tu zona de strike serás exitoso, sobre todo siendo un bateador como él”.

Ramón Flores trabajó con el instructor de bateo, Yunir García, para seguir siendo paciente y agresivo a la vez en el plato
El timonel Henry Blanco también elogia a Flores por tener “una zona de strike bastante pequeña”, así que ese rasgo, a juicio de Blanco, debe permanecer inalterado si quiere mantenerse como un toletero sobre las codiciadas tres centenas. Para el estratega, “bateadores como él saben lo que van a hacer en el home, aunque ligar para .300 nunca es fácil”.
Flores, no obstante, lo hace constantemente: .302 es su promedio vitalicio dentro de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional. Ser restrictivo a la hora de hacer swing, coincide con Blanco y García, ha cimentado su éxito.
CABEZA FRÍA DESDE LOS 16
“Una de las razones por las cuales los Yanquis de Nueva York se enamoraron de mí cuando firmé con ellos para hacerme profesional fue la zona de strike que desarrollé desde los 16 años de edad”, evoca Ramón Flores. En los try outs con los Yanquis siempre tomé boletos y el OBP mío siempre ha sido alto. Trato de tomar turnos de calidad, llevando las cuentas a 3 y 2, haciendo contactos fuertes o traer carreras siendo agresivo al primer pitcheo cuando hay gente en base. Aprendí a hacer un plan al ir al home y llego a conteos altos para evitar cometer errores. Esos hay que dejárselos al pitcher y uno debe saber cuándo atacar y cuándo no. Esos turnos largos lo que pretenden es que los lanzadores se equivoquen lanzándome en la zona”.
Ramón Flores contaba cuatro años atrás que en la LVBP había tanta superioridad de la ofensiva sobre el pitcheo porque los monticulistas carecían de recursos para rematar a los toleteros estando estos en desventaja. Ha corrido agua bajo el puente y ahora ha matizado su juicio, aunque ratifica lo esencial.
“El pitcheo ha mejorado”, sentencia. “Hay más jóvenes lanzando más duro. A veces tienen el pitcheo, pero no lo saben usar. Por eso ves turnos que están en cero y dos y en cuestión de segundos ya va por 3 y 2. Les da temor fallar o tal vez quieran ponchar y empiezan a hacer lo que no es, como sobre utilizar sus pitcheos secundarios en una liga donde la clave es atacar a los bateadores. Tienden a querer hacer de más”.
Los bateadores élite suelen ser muy observadores y fijarse en los detalles. Como lo hacía Víctor Davalillo, Ramón Flores construye el lineazo con bastante antelación. “Yo gano muchos turnos desde el círculo de espera, tratando de visualizar qué es lo que el equipo contrario quiere conmigo, si me van a pichar o no. Y así se los hago saber a mis compañeros”, puntualiza Ramón Flores. “Somos un equipo, uno no está solo”.

Con .302 de promedio vitalicio en la LVBP, Ramón Flores es uno de los mejores toleteros de su generación
EL LÍDER
Ese espíritu gregario, sumado a su personalidad austera, cordialidad y agudeza mental le han cosido en el uniforme una C de capitán, con las responsabilidades adicionales que ello conlleva. “Y esa es otra diferencia con respecto a la temporada pasada: Ramón Flores está teniendo más comodidad con el liderazgo del equipo”, resalta el gerente deportivo, José Manuel Fernández. “Como lo nombramos capitán, ahora tiene más cosas que hacer, más responsabilidades dentro del grupo, pero figuras como Alexi Amarista y Félix Doubront lo han ayudado y Henry le ha dado cancha. Por eso tiene menos peso sobre los hombros”.
El mánager Henry Blanco ha notado el cambio actitudinal de Flores con respecto a su primera etapa con Bravos, entre las ediciones 2014-2015 y 2018-2019. “Aparte de estabilizar un lineup ofrece su liderazgo. Todos lo respetan y escuchan”, da cuenta el mandamás.
Y así ha vuelto el viejo Ramón Flores, quien llevaba la procesión por dentro la temporada anterior. “No me gusta publicar lo que me pasa porque al final del día nosotros decidimos si parar o no y yo decidí seguir porque me creía capaz de ayudar aún sin estar al 100 por ciento”, razona. “Ahora me siento bien y salgo a jugar todos los días con confianza, con más consistencia para tomar mejores turnos. Quería sacarme la espina de esa temporada que no fue buena para mí”. ¿Regreso del Año? Está abajo dentro de sus prioridades porque, como líder que es, supedita el bien colectivo como objetivo superior.



