Valencia.- En la mente de Wilson Ramos hay un cóctel de pensamientos, mientras está sentado en el dugout visitante del Estadio José Bernardo Pérez. Desde ese lugar, observa a Alberto González aproximarse al plato, durante la práctica de bateo de Bravos de Margarita.
Será una de las últimas veces que verá a su compañero de equipo sobre un terreno, como pelotero activo. La temporada 2024-2025 de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional marcará el final de un viaje compartido entre ellos, que inició tres lustros atrás.
“Desde que comencé mi carrera con los Nacionales de Washington, El Tico ha estado ahí”, recordó Ramos, poco antes de un juego contra Navegantes del Magallanes en el que, en principio, tendría jornada libre. “Fue uno de los peloteros que me recibió con los brazos abiertos. Nos sentimos muy contentos por la carrera que hemos construido, y, sin duda, es especial terminarla juntos en Margarita”.
En julio de 2010 Ramos contaba 22 años de edad cuando fue cambiado a Washington, desde los Mellizos de Minnesota, después de disputar apenas siete encuentros en las Grandes Ligas. En la capital del Tío Sam se encontró con González, de 27 calendarios cumplidos para aquel entonces, y con cinco campañas de experiencia en la élite.
“Lo que más recuerdo de aquel primer contacto con Alberto, es el avión. Él se sentaba en los últimos puestos; y cuando me vio, me dijo que me sentara a su lado en los vuelos”, rememoró el receptor, quien a partir de entonces desarrolló una trayectoria de 12 zafras en la MLB. “Eso es especial, porque cuando eres novato no tienes un puesto asignado. Así que en las Grandes Ligas es muy admirable cuando un pelotero de mayor recorrido te quiere recibir y te da un espacio”.
EL PRIMER BOLETO
González también recuerda muy bien aquel vuelo que les unió a partir del 19 de agosto, hace 14 años, horas después que Wilson fuese ascendido desde la sucursal Triple A de los capitalinos, en Syracuse. Regresaban de Atlanta, luego de una victoria en la que Ramos guio el pitcheo de los Nats a permitir tan solo dos carreras, mientras El Tico, aquella noche, era quien le observaba desde el dugout.
“Fue un honor recibirlo, pero también lo es completar este viaje juntos”, afirmó González, quien disputó siete refriegas en la Gran Carpa. “Espero que podamos terminarlo en Margarita, con un título”.
González y Ramos han conversado desde hace meses sobre esta última escala. La edad, los dolores en el cuerpo, y el imprevisible futuro, tras colgar los ganchos, son temas recurrentes en sus charlas. Siempre con un halo de nostalgia adelantada.
“No es fácil el día a día luego de una decisión como la que tomamos. En mi caso, considero que aún tengo para dar mucho más en el campo, pero se ha complicado a la hora de jugar todos los días. Ya sólo voy a estar para tomar pocos turnos o defender, no como lo quiero”, confesó González. “También siento que llegó la hora de emprender un nuevo rumbo para transmitir la experiencia adquirida a los jugadores jóvenes”.
Ramos, que a última hora fue incluido en el lineup para enfrentar al Magallanes en Valencia, también comparte una importante porción de ese sentimiento con su cofrade.
“Es bastante difícil afrontar una temporada como esta para nosotros, y más cuando te consigues con compañeros que te dicen que todavía nos queda. Pero ya está tomada la decisión”, sentenció el cátcher. “Lo que deseamos es retirarnos con una gran alegría en Margarita”.
RUTAS FAVORITAS
Entre Ramos y González hay 1.354 careos y 17 zafras en el Big Show. Al igual que más de 1.000 compromisos y 31 contiendas en la LVBP. Muchos kilómetros han sido recorridos por ambos, pero hay algunos que se han disfrutado más que otros.
“El primer momento que se me viene a la mente fue el llamado a las Grandes Ligas, nada más y nada menos que con los Yanquis de Nueva York (en 2007). Fue un sueño, no tanto para mí, sino para mi familia, porque ellos lo esperaron demasiado”, reflexionó Alberto. “Aquí, en la LVBP, hay muchos momentos maravillosos, pero me quedo con dos: el premio al Regreso del Año en la 2014-2015 (con Margarita) y el título con los Navegantes del Magallanes (2021-2022). Después de 17 temporadas en la liga, conseguir mi primer campeonato fue decir ‘ya lo hice todo’”.
Entretanto, Wilson también tiene marcado en su memoria un instante en la pelota rentada local de invierno, y otro en la MLB.
“Mi primer título acá con Tigres de Aragua (2008-2009) fue muy emocionante, porque marcó el comienzo de mi carrera”, aseguró. “Pero el gran recuerdo que tengo en mi trayectoria es el primer no-hitter en el que estuve como receptor en las Grandes Ligas. Fue bastante especial haberlo recibido”.
Ramos es el receptor venezolano con más juegos sin hits ni carreras recibidos en las Mayores, con tres, todos con Washington, y lo hizo en un lapso de apenas 162 desafíos (una temporada calendario). El primero fue de Jordan Zimmerman, el 28 de septiembre de 2014; el segundo de Max Scherzer, el 20 de junio de 2015, y el tercero también de Scherzer, el 3 de octubre, nuevamente en 2015.
¿PRÓXIMO DESTINO?
Tanto Ramos, como González, quieren seguir ligados al beisbol, una vez la travesía entre las rayas de cal termine. Wilson, en principio, desea compartir más tiempo con sus hijos de 10, 7 y 4 años de edad, mientras les transmite parte de sus rutinas en la pelota. Alberto, a su vez, se ve como un futuro coach de infield, como el punto de partida para otro camino.
“Ambos tienen la madera para ser coaches”, aseguró José Moreno, mánager de Margarita. “La experiencia la tienen. Jugaron en Grandes Ligas, que es algo que da mucha credibilidad. Y a pesar de que siguen activos, ya están ejerciendo ese rol en el clubhouse, ayudando con el liderazgo. En el caso de Wilson, dicen que los mejores mánagers son los que jugaron como receptor, y él tiene el conocimiento”.
El piloto ha sido testigo de excepción en la larga ruta de esta dupla, dispuesta a realizar su último abordaje.
“Percibí el profesionalismo de ambos desde que los tenía en la acera contraria, como rivales en la liga”, indicó Moreno. “Ha sido muy valioso desde la temporada pasada tenerlos a los dos en el equipo. Llegar a una final y, eventualmente, ganarla, sería la última parada soñada para todos”.
El vuelo final ya despegó.