Créditos Imagen: Alberto González Foto: A. van Schermbeek
José Ángel Rodríguez | Prensa LVBP
Puerto La Cruz.- Han trascurrido 17 temporadas desde el debut de Alberto González en la Liga Venezolana de Beisbol Profesional. Para ese entonces, aún era un bien conceptuado prospecto de los Cascabeles de Arizona, y formaba parte del Pastora de los Llanos, extinto equipo de la pelota rentada local. Luego de tanto recorrido, el fino infielder, disputa su primera final con Navegantes del Magallanes.
“Es un sueño, porque siempre había querido jugarla en Venezuela. Tener el chance tan grande de ser campeones, es algo que también me motiva muchísimo”, expresó minutos antes de adentrarse en el clubhouse nauta, previo al primer juego de la serie definitoria contra Caribes de Anzoátegui, en el Estadio Alfonso “Chico” Carrasquel.
González tuvo oportunidad de graduarse como grandeliga con el prestigio que representa el uniforme de los Yanquis de Nueva York. Allí, en el mejor beisbol del mundo estuvo a lo largo de siete zafras hasta 2013, construyendo, con la experiencia, un liderazgo que se hizo presente desde la primera vez que se uniformó de nauta, la campaña pasada.
Incluso, Pablo Sandoval, máximo referente de la Carabela para la 2021-2022, le cedió al “Tico” la capitanía del equipo.
“Cuando él llegó me dijo ‘tú eres un líder, yo soy el capitán número 2’. Yo me echo a reír, incluso todos los muchachos me dicen ‘capitán, capitán’. Yo les digo que no lo soy, sino Bruce Rondón”, admitió entre risas el infielder, de 38 años de edad, sobre el momento cuando “El Panda” se montó en la Galera.
“Rondón es el de los pitchers, yo soy el de jugadores de posición, y así estamos echándonos broma. Eso es algo importante en el clubhouse, que no solamente sea uno solo, sino hasta tres o cuatro líderes”, aseguró.
Cuando González se reportó a la pretemporada bucanera, su rol no estaba del todo definido. El mánager Wilfredo Romero no le aseguraba un lugar diario en el lineup. Pero el zuliano se afianzó desde el primer día como regular, luego de una conversación con el timonel en la que mostró toda la confianza que le caracteriza tanto dentro, como fuera de los terrenos.
“Al principio hablé con Willy (Romero), me dijo que no iba a jugar todos los días, porque todos teníamos que ganarnos el puesto, pero yo le dije estas palabras: ‘No te preocupes, que esa tercera base va a ser mía’ y gracias a Dios me salieron las cosas bien, pude batear toda la temporada y en la postemporada, también lo hice”, afirmó.
Como antesalista y segundo bate cotidiano, ligó .337/.379/.434 y OPS de .813. en 40 encuentros de la ronda regular, mientras que, en el Round Robin certificó su labor al exhibir .311/.320/.338 y OPS de .658 en los 16 desafíos de la fase, conectando hit en 14 de ellos.
Incluso, los 56 indiscutibles regados durante la etapa eliminatoria, sumaron para superar los 700 en su carrera dentro del circuito, convirtiéndose en el jugador número 38 que logra la marca.
Los tempestuosos finales de ciclo en Tiburones y Tigres, son parte del pasado, pues, desde su arribo a la divisa del Cabriales, todo se alineó para que su ímpetu se reflejara solo dentro de las rayas de cal, a favor de la causa filibustera.
“La única diferencia son los nombres de los equipos, yo hice mi trabajo con La Guaira, con los Tigres igual, no se dio la clasificación con ninguno de los equipos, son cosas que pasan”, analizó.
“Esta temporada me tocó con Magallanes y gracias a Dios lo cumplí, a la fanaticada, a la familia, a mí mismo, de llegar a la final con este equipo”, cerró, con un tono que se percibe modesto, para su gran anhelo: un título.