Caracas.- Por segunda temporada consecutiva, Jackson Chourio no sólo confirma su poder, sino que vuelve a destacarse por su juventud.
En la parte alta del primer inning, en el Globe Life Field de Texas, el marabino se paró frente a Merrill Kelly y, tras cinco pitcheos, cazó un cambio de velocidad que se quedó adentro. Lo devolvió a 109 millas por hora y lo mandó a 409 pies de distancia, entre el jardín izquierdo y central.
Fue su jonrón número 20 de la temporada, lo que le convirtió en apenas el séptimo pelotero con al menos dos campañas de ese calibre, antes de cumplir los 22 años de edad, en los últimos 25 años, de acuerdo con Baseball-Reference. Los otros son Ronald Acuña Jr. (2), Juan Soto (2), Carlos Correa (2), Bryce Harper (2), Mike Trout (2) y Giancarlo Stanton (2). El récord absoluto está en manos de Tony Conigliaro, con tres. El ex jardinero, ya fallecido, lo hizo entre 1964 y 1966, con los Medias Rojas de Boston.
Mientras, el joven patrullero de los Cerveceros se acerca a una hazaña que solo seis peloteros han logrado previo a su cumpleaños 22: dos campañas consecutivas con al menos 20 cuadrangulares y 20 bases robadas.
Chourio, que ya suma 18 estafadas, está a punto de unirse a Mike Trout y Vada Pinson, según Baseball-Reference. Pero lo que distingue al venezolano no es solo la estadística, sino el ritmo con el que la construye. A sus 21 años, juega como si el tiempo le debiera algo. En 116 juegos en lo que va de zafra, ha conectado 135 hits, 33 dobles, cuatro triples y ha impulsado 72 carreras, siete menos que las conseguidas en 2024, cuando terminó tercero en la votación del Novato del Año en la Liga Nacional. Su promedio de bateo se mantiene en .280, con un OPS de .806. Números que no solo hablan de consistencia, sino de una madurez ofensiva que desafía su edad.
La derrota 6-3 de Milwaukee ante los Rangers, el miércoles por la noche, no opacó el brillo del batazo. Chourio fue segundo en el orden y cubrió el jardín izquierdo. Terminó de 5-1, con una anotada y una empujada. Pero más allá del boxscore, lo que queda es el eco de un swing que ya empieza a tener peso histórico.
En una era donde los jóvenes talentos abundan, Chourio no es una promesa: es confirmación. Y si la tendencia se mantiene, el beisbol venezolano tendrá en él no solo a un representante, sino a un referente.