Créditos Imagen: Yadier Molina | Fotos: Elio J. Miranda
José Ángel Rodríguez | Prensa LVBP
Valencia.- La primera travesía de Yadier Molina como mánager en ligas invernales, terminó sin cumplir el objetivo del bicampeonato con Navegantes del Magallanes. A pesar de ello, el puertorriqueño valoró su viaje de descubrimiento como dirigente en las peculiares aguas del beisbol caribeño.
“Estoy muy agradecido con la experiencia, la disfruté muchísimo”, dijo en el Salón de Prensa del Estadio José Bernardo Pérez de Valencia, pocos minutos después de la derrota 1-0 ante Cardenales de Lara, el sábado por la noche. El buque ya había quedado sin opciones de revalidar el título de la LVBP cerca de media hora antes de completar el revés, después que Tiburones de La Guaira superó a Tigres de Aragua en el parque Universitario. “Me llevo la buena calidad, el buen beisbol. Los equipos estaban bien reforzados, algunos con hasta siete u ocho grandeligas, con buen pitcheo, los fanáticos apoyando bien. Buena liga, la verdad que me encantó venir aquí”.
Bajo el mando de Molina, el navío dejó récord de 29-27 en la ronda eliminatoria, escapando de la posibilidad de disputar la Serie del Comodín en la última jornada del calendario regular. Una vez en el Round Robin, la foja quedó en 7-9, perdiendo los últimos tres desafíos. A pesar de exhibir efectividad de 2.77 en 26 entradas, los maderos solo fabricaron dos carreras, con par blanqueadas en ese lapso.
“Nos faltó ofensiva en los últimos tres juegos. Pichamos muy bien en este Round Robin (el mejor promedio de carreras limpias con 3.95, aunque el segundo WHIP más elevado de la fase con 1.51), pero nos hizo falta dar el batazo oportuno”, admitió el boricua. En el período del trío de encuentros que decretaron la eliminación, el equipo ligó para anémico promedio de .120 (25-3) con corredores en posición de anotar y dejó 21 hombres en circulación. “Batallamos fuerte. Obviamente no fue el año de nosotros. Nos hubiese gustado seguir para adelante y llegar a la final, pero no se nos dio”.
La ofensiva eléctrica terminó última en carreras anotadas (74), hits (142), promedio (.262) y OPS (.719). Mientras que, a la defensiva, ningún equipo cometió mayor cantidad de errores (24) ni tuvo porcentaje de fildeo más bajo (.960), siendo además la novena a la que más bases le robaron, con 15, en 19 intentos.
“Honestamente fuimos muy inconsistentes. En algunos juegos bateábamos, en otros no. En algunos juegos pichábamos bien, en otros no. Tuvimos mucha inconsistencia en cuestión de ofensiva y defensiva durante el año, por eso siempre jugamos alrededor de .500. Es muy difícil cuando tú no tienes consistencia. El esfuerzo de los muchachos estaba ahí, día a día, y ellos trabajaron muy fuerte. Es parte del beisbol, puedes trabajar y hacer las cosas bien, pero el resultado no va como quieres”.
La transición de pelotero activo a estratega por parte de Molina fue abrupta. El 8 de octubre los Cardenales de San Luis quedaron eliminados de la postemporada de Grandes Ligas, con el oriundo de Bayamón aún con careta, peto y aperos, y exactamente una semana después, dirigió su primera práctica como timonel nauta. En el camino, el temperamento que le caracterizó como jugador –llegó a confesar que con solo cinco años de edad fue expulsado por un umpire en categoría “Pampers”- se evidenció en sus primeros meses como capataz, siendo enviado a las duchas en múltiples oportunidades.
Yadier Molina, mánager de Puerto Rico en el Clásico Mundial, debutó como estratega en la LVBP
“Fue mi primera vez como mánager (antes solo había dirigido selecciones juveniles de Puerto Rico) y ellos -los peloteros- me recibieron bien, ellos entendieron que íbamos a cometer errores. Era muy importante para mí transmitirles buena química, que se sintieran cómodos”, describió sobre su relación con los jugadores de la galera. “Ellos me entendieron y aceptaron eso. Fuimos buena familia ahí. En algunos casos, como en toda familia, hay otras situaciones que no son tan buenas, pero hablando y respetando, se arreglan las cosas. Forma parte de todo, pero de verdad, en general, me siento bien contento de pertenecer al grupo de Magallanes”.
En algunas oportunidades, Molina lanzaba la práctica de bateo. En otras, se le veía por la segunda base, refrescando conceptos sobre el movimiento de pies con Luis Torrens, o shaggeaba (tomaba elevados en los jardines) mientras los paleadores entrenaban. Incluso, era frecuente observarle siendo el primero en pedir una pelota al bat boy Warner Montilla para sorprender a los jugadores o acompañantes del staff técnico pasándosela por debajo de las piernas, trayendo como consecuencia el frenético “túnel” de golpes con guantes. Su intención era despojarse del aura de Salón de la Fama que le acompaña, al menos con sus dirigidos y ayudantes.
“Les agradecí por el esfuerzo”, reveló sobre el último mensaje al grupo, consumada la eliminación. “Los muchachos estaban aquí cinco, seis horas antes del juego, metiendo mano (esforzándose), trabajando en el cage, trabajando en el gimnasio, preparándose. Les di las gracias por ser profesionales, por venir al parque día a día a tratar de dar lo mejor y les dije que aquí tienen un amigo”.
Sobre la posibilidad de regresar a la carabela para una segunda temporada, no cierra la puerta. Como el ganador que fue como jugador, se quedó con la espina clavada de avanzar a una Gran Final y desquitarse de no haber ganado ningún juego en Caracas, como mandamás.
“Fue una buena experiencia, ¿Por qué no repetirla? Estamos abiertos para todo, vamos a ver qué pasa, a ver si se da. Ya uno tendría un poquito más de experiencia. Esperemos que ese 0-12 sea un 12-0 el año que viene”.