Créditos Imagen: Robert Pérez y William Cañate
Alexander Mendoza | Prensa LVBP
Maracaibo.- No pasó mucho tiempo sin que se notara la presencia de William Cañate en el Estadio Luis Aparicio El Grande, mientras transcurría la práctica de Cardenales de Lara, tres horas antes del tercer partido de la Serie Final.
El ex grandeliga, ataviado con jeans y una vistosa franela estampada, no lucía muy diferente a cuando todavía estaba activo. Pero el tiempo nunca detiene su marcha.
“Ahora todos los que jugaron conmigo son técnicos”, sonrió. “Allí están Robert Pérez, Selwyn Langaigne, José Moreno y Alexis Infante. Son familia, como dice uno. Estoy visitando a la familia”.
Cañate, que cumplió 45 años de edad en diciembre, fue un habilidoso bateador y veloz jardinero que llegó a ser considerado prospecto en las granjas de los Indios de Cleveland y que parecía estar destinado a establecerse en las Grandes Ligas, luego de erigirse en uno de los mejores paleadores de la Liga del Sur del Atlántico (A) en 1992 y terminar alzando el título de Jugador Más Valioso de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional, con Cardenales de Lara, en la 1992-1993.
“Recuerdo que cuando jugué con Lara fue un gran orgullo. Ellos fueron los que me dieron la oportunidad de ser un profesional en la liga”, aseveró. “Estoy contento de estar aquí y poder ver un juego de la final entre Águilas y Cardenales. Visitando a mis compañeros. Recordando buenos momentos”.
Con apenas 19 años de edad, Cañate fue toda una revelación y formó parte de aquel gran equipo larense, al mando de Domingo Carrasquel, que conquistó el título de la campaña 1990-1991, el primero en su historia, contra Leones del Caracas.
El zuliano, originario de Bobures, solo consumió un par de turnos en aquel Clásico de Enero, pero había ligado .330 en la eliminatoria, y un par de años más tarde aparecería en la Serie Mundial con los Azulejos de Toronto. Cañate había sido tomado en el Draft de Regla 5 por los Rojos de Cincinnati, que de inmediato vendieron sus derechos a los canadienses.
Debutó en las Mayores el 16 de abril de 1993 y apenas consumió siete veces al bate antes de ir a la lista de lesionados. “Willie” regresó con los Azulejos justo antes del receso del Juego de Estrellas y exhibió una línea ofensiva de .250/.354/.325 en 40 turnos, durante el resto de la temporada.
Luego fue incluido en el roster para los playoffs como cuarto outfielder y un pelotero reserva que añadía velocidad en las bases.
Cañate apareció en el quinto juego de la serie, contra los Filis de Filadelfia, y fue puesto out por el tercera base Dave Hollins, cuando se abrió en exceso en la almohadilla, como corredor emergente. Fue su último desafío en la Gran Carpa. Pero el bateador derecho, recuerda con especial deleite aquellos días de otoño.
“Esa gran temporada con Cardenales me ayudó a que me tomaran en el Draft”, recordó. “Ese año estuve en la Serie Mundial, donde todo el mundo quiere jugar. Había puros caballos en aquel equipo (Joe Carter, Ricky Henderson, Roberto Alomar, Paul Molitor). Fue una experiencia muy bonita”.
Toronto se coronó en seis juegos. Cañate concluyó su carrera en el exterior en México y luego en Italia. En la LVBP también vistió el uniforme de la Guaira y se retiró con Pastora (2005-2006).
Durante años vivió con el estigma de haber vendido el anillo de campeón que había ganado con los Azulejos, algo que desmintió públicamente en la prensa zuliana hace poco más de un lustro.
Pero el lunes, solo recuerdos agradables ocuparon su tiempo, entre apretones de mano y abrazos.
“Robert Pérez, un gran amigo, siempre hemos sido hermanos. Jugamos tanto con Lara como con Toronto. Fuimos hasta compañeros de cuarto en Doble A y Triple A”, rememoró, antes de tomarse una foto con su antiguo cofrade.
Son memorias que siempre atesorará, aunque no extraña estar en un terreno. No lo echa de menos porque “quedan algunas condiciones” para competir en la Liga Master de la región.
William Cañate apareció en un partido de la Serie Mundial de 1993
“Todavía quedan habilidades, ahí me fajo con los muchachos de 40 para arriba”, soltó en tono jovial. “Ya no juego en los jardines, porque en esos juegos uno se aburre mucho allí. Ahora estoy en primera y como designado, incluso a veces la picho”.
Ahora no tiene compromisos, el beisbol solo se trata de diversión los fines de semana.
La mayor parte de su agenda la ocupa en una academia “formando a los nuevos valores”.
“Son jóvenes talentos entre 13 y 14 años, con proyección para firmar en el beisbol organizado. Tienen el sueño, las expectativas de llegar a las Grandes Ligas. Los aconsejo. Les digo que deben trabajar duro porque con esfuerzo se puede llegar”.
Antes de regresar a su cotidianidad, antes de volver a sus labores de formación, sin estridencias, y disfrutando, de alguna manera, del anonimato, Cañate, se despidió de los periodistas que le rodeaban para saludar a un ex colega. La práctica de Cardenales llegaba a su fin.
“Uno fue pelotero y venir aquí me trae buenos recuerdos. Se disfruta estando aquí”.