Wilfredo Tovar o la triunfal metamorfosis de un bateador

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Créditos Imagen: Wilfredo Tovar Fotos: A. van Schermbeek

 

Carlos Valmore Rodríguez | Triángulo Deportivo

 

Caracas.- Wilfredo Tovar experimentó una dramática metamorfosis que transformó a un desvalido bateador en amenazante fiera para los pitchers del beisbol profesional venezolano. La suya sería una historia inspiradora para algún Franz Kafka equinoccial del siglo XXI.

Hasta la temporada 2015-2016, Tovar fue un sumiso toletero con average vitalicio de .228 en el ecosistema local. “De pequeño bateaba mucho, pero al llegar a profesional me cambió la mentalidad y me enfoqué más en la defensa”, advierte el infielder, quien viene de jugar en Grandes Ligas con los Mets de Nueva York. A partir del combate 2016-2017, el mirandino de los Valles del Tuy se fue haciendo cada día más indócil con el madero y hoy por hoy es un aventajado artillero en la LVBP. 

Durante las últimas cinco campañas, entre la 2017-2018 y lo que va de la 2021-2022, Tovar pasó de presa a cazador, al promediar .306, con 753 de OPS. En ese trayecto fue el único capaz de sumar más de 800 apariciones y chocar sobre .300 en la Liga Venezolana de Beisbol Profesional. Este Gregorio Samsa, lejos de volverse el innominado insecto de Kafka, tomó la forma de un gran felino.

La conversión del infielder en certero cañonero se sostiene sobre un trípode: su papá, su mamá y Antonio Armas. Son sus tres divinas personas en lo que a pelota concierne. Sus padres fueron la inspiración para mejorar. Antonio le suministró las armas que hicieron posible la venturosa mutación. 

“El cambio comenzó cuando llegué a los Leones del Caracas”, habla Tovar mientras toma asiento en una de las butacas anaranjadas situadas abajo y a la izquierda del estadio Universitario. “Llegar al Caracas me motivó, pues fui caraquista desde niño, caraquista como mi papá y mi mamá. Y aquí conocí a mi padre en el beisbol: Antonio Armas. Él cambió mi plan de bateo, me enseñó a irme del medio hacia el rightfield, a agarrar buenos turnos y seleccionar pitcheos de calidad. Eso me ha ayudado a sobrevivir”.

Cuando aún no emprendía su camino a Damasco, Wilfredo Tovar hacía swing indiscriminadamente y solo se servía de medio terreno.  “Antes de llegar a los Leones no sabía reconocer los pitcheos rompientes. Solo le pegaba a la recta”, admite el defensor del cuadro. “En dos strikes me lanzaban curvas contra el suelo, les tiraba y ahí dañaba el turno. En dos strikes era un out regalado. Me arrojaban slider en el suelo, curva, curva y ponchado”.

Pero entonces apareció un coach de Armas tomar.

Había una creencia, cueva afuera, según la cual Antonio Armas era un instructor de bateo ceremonial, puesto en el cargo más como símbolo de la grandeza imperecedera del Caracas que como verdadero asesor para la ofensiva. Tovar atestigua lo contrario.

“En una de mis primeras prácticas con los Leones, Antonio se dio cuenta de que yo bateaba mucho hacia el leftfield y me recomendó que hiciera un cambio”, rememoró el bigleaguer. “Y le dije: ‘voy a seguir tu consejo’. Desde entonces me siento diferente, hasta el sol de hoy. Ahora puedo batear en dos strikes, busco más pitcheos en la zona y agarro más bases por bolas. Así ayudo más a mi equipo. Antonio Armas me cambió el chip y gracias a él puedo aprovechar la rapidez de mis manos”.  

Ramón Castro, el actual coach de bateo del Caracas, explica cuán útil es usar todo el campo y cómo hacerlo volvió a Tovar un out más difícil. “Cuando conectas la pelota únicamente hacia tu banda vas a batear un solo tipo de pitcheo”, describe el exgrandeliga de los Atléticos de Oakland. Tovar lo refrenda.

“Una de las ventajas que te da batear hacia el rightfield es que siempre vas a estar en la zona de strike y escogiendo buenos pitcheos”, expone el shortstop de los Leones. “En esta liga no te van a tirar tres rectas pegadas. Una o dos, si acaso; y luego se abren del medio hacia afuera. Y ahí es donde haces el ajuste. Debo ser agresivo en cualquier conteo para conseguir el pitcheo que quiero, el que estoy buscando y donde yo lo deseo. En algún momento me lo lanzarán”.

 

Wilfredo Tovar envía el 58% de sus batazos entre los jardines central y derecho

 

Manos adentro

La metamorfosis como bateador de Wilfredo Tovar no se limitó a una variación táctica y estratégica. También hubo un ajuste de técnica, una modificación en la manera como efectuaba el swing. El Wilfredo Tovar de antes sacaba las manos “por fuera”. Ahora van “por dentro”, vale decir, más cerca del tronco. “Cuando las manos van por dentro, el bate pasa por la zona de strike y golpea la pelota con la maceta”, explica Ramón Castro, apreciado monitor en las filiales de los Reales de Kansas City. “La consecuencia de sacar las manos por fuera suele ser darle a la bola con la parte angosta del bate y muchas veces el bateador derecho (como Tovar) termina dando rolling suave por tercera. Tovar lleva sus manos por dentro y eso le permite conexiones más sólidas”.

En esa corrección también intervino Antonio Armas, sin necesidad de pararse de una silla. 

“Al principio sacaba las manos por fuera y perdía la maceta”, describe Tovar. “Al halar la bola, pullearla, como se dice, terminaba rodeando la zona de strike. Hoy, mis manos van por dentro y le llego mejor a la pelota. Eso también lo trabajé con Antonio Armas bateando soft toss en la malla. Allí practicas para darle a la pelota en la maceta en vez de pelarla por un milímetro en el turno y dar un foul para atrás. Así evitas conectar hacia arriba o hacia abajo y consigues líneas, que es lo que se pretende”.

 

Trabajo, disciplina y enfoque mental 

De poco le servirá al hombre parado en home sacar las manos por dentro, aprovechar la franja opuesta, esperar la suya y darle con la maceta si le faltan condiciones físicas, esenciales para un practicante profesional de cualquier deporte. Sin eso, ni con Ted Williams como profesor particular podrá triunfar un bateador. Wilfredo Tovar las tiene; y las tiene porque se esfuerza.

“Wilfredo es un ejemplo”, afirma el coach Ramón Castro. “Es el primero que viene aquí a trabajar. Se levanta temprano, toma su desayuno y al poco tiempo llega al estadio a levantar pesas. De paso, es el último que se va. Y tiene tiempo para ayudar a los más jóvenes a mejorar”.    

Tovar le atribuye al gimnasio los dos jonrones que ya suma en una temporada que no ha transitado ni un tercio del calendario. “Del año pasado para acá he bajado como diez libras (4,5 kilos) trabajando con las pesas”, afirma. “Pero todo va a depender de batear un buen pitcheo, de si estoy buscando un slider bajito, pegado, que pueda levantar”.

A los 30 años de edad, el mirandino trabaja con el cuerpo, claro, pero también con la mente. “Hacer buenos contactos depende mucho de saber lo que tira el pitcher”, sostiene. “Por eso siempre estoy pendiente de los lanzadores, de cómo atacan a uno”.

Su plan en el plato se altera según la situación. “Cuando voy a batear abriendo inning siempre pienso en estar en primera”, apunta. “Con gente en posición anotadora cambia la mentalidad. Al comenzar el inning siempre hay que aguantar un strike. Cuando hay gente en base puedes ser más agresivo. Pero no a toca costa. Si estoy buscando slider, no hago swing hasta que me la tiren. La programación del turno no se hace en el turno, se hace en el dugout. Cuando yo salgo al círculo de prevenidos ya no estoy pensando. Me dispongo a ejecutar lo planeado”.  

 

Tovar logró hacer ajustes para convertirse en un out difícil y un bateador por encima del promedio en la LVBP

Al campocorto de los Leones del Caracas se le hace un nudo en la garganta al hablar de sus padres. Es un hijo devoto y pupilo agradecido. Antonio Armas sigue en su altar personal. “Él me dijo siempre que los buenos bateadores vienen de atrás. Eso es algo que he aprendido para poder terminar bien la temporada. Me siento orgulloso de que Antonio Armas me haya ayudado. Cuando lo conocí quedé impactado. No lo crees cuando lo conoces. Y cuando lo conoces le agarras cariño porque todo el tiempo te está explicando”.

Su evolución como bateador, asegura, le ha permitido mantenerse en el sistema MLB y hasta regresar a las Mayores. “Jugar en Venezuela me ha ayudado a seguir mi carrera y por eso soy el primero que vengo a jugar acá, desde el primer día”, insiste. “Llego acá enfocado en mejorar y llevarme ese aprendizaje a Estados Unidos. He aprendido mucho en esta liga”.

A Wilfredo Tovar le falta lo que considera más importante: poner su crecimiento como bateador, su metamorfosis al ataque, al servicio de un campeonato para los Leones, que no han ganado un gallardete con Wilfredo Tovar en el roster. Él asegura que no va a cejar hasta levantar ese trofeo en el nombre de su padre, su madre y Antonio Armas. Su dicha no será completa hasta que su metamorfosis no transforme también al Caracas.

 

Tovar reflexionó su trayectoria y experiencia de vida en la tranquilad previa a un juego en el Universitario 

 

*Esta nota fue publicada en el portal Triángulo Deportivo

 

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