Venezuela cuenta con seis grandeligas de las comunicaciones

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Créditos Imagen: Carlos Brizuela

 

Alexander Mendoza | Prensa LVBP

 

Caracas.- En 2010 era frecuente ver al cubano Aroldys Chapman acompañado de Tomás Vera, el venezolano que le servía de intérprete cuando debía comunicarse con representantes de los medios, ávidos por conocer las primeras impresiones del meteórico relevista recién promovido a las Grandes Ligas.

El gerente general de Cincinnati, Walt Jocketty, le había pedido a Vera, uno de los trainers de los Rojos, que ayudara Chapman en su adaptación a las nuevas circunstancias que le rodeaban. Vera terminó convirtiéndose en una suerte de guía del antillano, desempeñando un rol para el que no había sido contratado, ni recibido entrenamiento especial.  

Una década más tarde, media docena de criollos forman parte de los departamentos de comunicaciones de seis organizaciones de la Gran Carpa, en las que se destacan por su eficiencia y distinción en sus funciones, que van mucho más allá de servir como intérpretes para los peloteros latinos, algunos de ellos con cargos en operaciones de beisbol o uniformados en el terreno.

Carlos Brizuela (Cerveceros), Luis Dorante Jr. (Marlins), Diego Ettedgui Lacau (Filis), Carlos Guillen Altuve (Tigres), Agustín Rivero (Indios) y Billy Russo (Medias Blancas), son pioneros en un nuevo mercado de trabajo. Se trata de otros seis grandeligas venezolanos, aunque no conectan ni fildean batazos.

“Representa una gran responsabilidad”, soltó Billy Russo, uno de los de mayor experiencia del grupo. “Primero debes ganar la confianza de los jugadores, el cuerpo técnico y el tren ejecutivo del equipo, porque muchas veces te ves involucrado en conversaciones y decisiones que son muy importantes y delicadas y necesitas que confíen en ti. Afortunadamente, en mi caso, no fue complicado, porque tenía bastante tiempo alrededor del equipo. Los jugadores y el cuerpo técnico me conocían. Era una relación estable y preservarla ha sido fundamental para mantenerme en el cargo”.

Russo, caraqueño de 37 años de edad, se desempeña como Director de Comunicaciones Hispanas e Intérprete de los Medias Blancas desde 2015. El ejecutivo es un curtido periodista que llegó a Chicago en 2008 para estudiar inglés y cubrir para el diario El Universal las Mayores.

“Durante el día estudiaba y en las noches iba a los estadios, el Wrigley Field o US Cellular Field, para hablar con los venezolanos y latinos en general. Allí fue cuando realmente comencé a aprender el idioma de manera formal. En Venezuela puedes tener algunas herramientas, pero no es el inglés que necesitas. A partir de ese 2008 hasta 2010, viajé todos los años a hacer el curso, utilizaba mi tiempo de vacaciones. Lo que me ayudó a fortalecer mis relaciones con el equipo”.

La posición se abrió, luego de la temporada de 2014. A la persona encargada de esas funciones, un coach, no le novaron el contrato. Entonces el equipo quiso crear un cargo que, más allá de ayudar a los jugadores latinos con la prensa, tuviera una función en el departamento de comunicaciones.

“En especial, relaciones con los medios, y a la vez ayudar con las notas para los juegos, crear contenidos para las redes sociales y promocionar entrevistas con la prensa”, apuntó Russo.

 

Billy Russo en una conferencia de prensa con el dominicano José Abreu

A partir de la temporada de 2016, los 30 clubes de MLB recibieron la directriz de contratar a traductores de español a tiempo completo para un nuevo programa aprobado entre la oficina del comisionado y el sindicato de jugadores. Antes, si bien algunos equipos, como los Medias Blancas, tenían traductores de tiempo completo en su personal, otros habitualmente confiaban en entrenadores, u otro personal uniformado, para servir como intérpretes a los jugadores de habla hispana, que no dominaran bien el inglés, durante encuentros con los medios.

Fue la respuesta a las duras críticas de peloteros como Carlos Beltrán, quien se quejó de la ausencia de traductores para los hispanoparlantes, pese a su importante número, en comparación con los pocos jugadores nacidos en Asia (para la fecha apenas 21 en rosters inaugurales en un lapso de 20 años), que a menudo negociaban intérpretes privados como parte de sus contratos.

El Día Inaugural de 2020, un récord de 288 (28.1%) jugadores representaron 20 países y territorios fuera de Estados Unidos aparecieron en las listas activas, la mayoría latinos. Así que cada vez, cobra mayor importancia el trabajo de traductor de español.

“Es un gran reto, saber interpretar o traducir de la manera más clara, concreta y ajustada a la realidad posible lo que dicen los jugadores, porque obviamente cuando eres el traductor debes asumir la personalidad de quien habla, para que no se pierde el espíritu de lo que dicen y esa es una gran responsabilidad,”, señaló Russo. “Siempre trato de dar la declaración más ajustada posible a lo que diga el pelotero, porque a fin de cuentas son sus palabras y es muy importante la esencia de lo que el jugador quiere decir. Hay que hacer algunos ajustes en la traducción al inglés, pero debes ceñirte a lo que dicen”.

 

Agustín Rivero, ex pelotero profesional, tiene obligaciones con los Indios de Cleveland más allá de la oficina

Agustín Rivero, nacido en San Cristóbal hace 32 años, tuvo un recorrido diferente al de Russo. Economista especializado, con una Maestría en Asuntos Internacionales, enfocados en Grandes Eventos Deportivos, llegó a firmar como pelotero profesional en 2005 con los Yanquis de Nueva York y las Águilas del Zulia, respectivamente.

“Llegué a los Indios mediante un proceso regular de reclutamiento. Creo que fue clave la combinación de experiencias de jugar beisbol profesional por unos años y trabajar en el Mundial de Fútbol del 2014 y las Olimpiadas de Río 2016. Sin esa experiencia, creo que hubiera sido muy difícil empezar con esta organización ya que nunca había estado en persona en Cleveland, antes de comenzar en mi puesto. Anteriormente, viví en Nueva York, donde estudié mi licenciatura y la maestría, durante siete años”.

Rivero ocupó su puesto en la oficina de la Tribu en abril de 2019, pero pronto apareció uniformado en el terreno de juego.

“Comencé exclusivamente como traductor de los jugadores latinos, cuando debían hablar con los coaches y la prensa. Pero mi rol ha evolucionado hasta ayudar en diferentes áreas durante la práctica, más específicamente con los infielders. Actualmente soy el asistente del infield coach, así como otras tareas que se van desarrollando durante la temporada (ayudando a algunos pitchers, a calentar a los catchers del día, entre otras cosas de la práctica diaria). También durante la temporada muerta estoy involucrado con los programas de aprendizaje y desarrollo de la organización, enfocado en scouting, desarrollo y aplicación de nuevas tendencias y tecnologías en el juego”.

Apenas un 10% de los peloteros firmados en Ligas Menores logran escalar hasta alcanzar las Mayores. Ese porcentaje se reduce todavía más en los puestos de oficinas. Así que Rivero logró cumplir la meta que alguna vez se planteó como jugador, pero con un mayor grado de dificultad.

“Si es difícil para un jugador llegar a Grandes Ligas, conseguirlo como staff de apoyo es todavía más complicado; ya que las plazas son menores, una por equipo. En este caso, no sólo depende de tus habilidades, ni tus credenciales, sino una mezcla de estar en el lugar y en el momento correcto”, destacó Rivero, que logró ajustarse rápido a su entorno.

“El proceso de adaptación tiene su curva de aprendizaje, como en toda organización de alto rendimiento. En mi caso, lo facilitó el conocimiento de las dinámicas y los códigos no escritos del beisbol, al haber tenido la oportunidad de jugar como profesional por varios años. La adaptación fue muy rápida; empecé después de una semana de haber comenzado la temporada de 2019. Así que fue un proceso más acelerado de lo normal”.

 

Diego Ettedgui Lacau es una figura clave en el departamento de comunicaciones de los Filis

Diego Ettedgui Lacau esperaba obtener el empleo con los Medias Rojas de Boston, la ciudad donde residía, pero el destino lo llevó a Filadelfia y en poco tiempo, como le ocurrió a Rivero, estaba uniformado en el terreno.

“Llegué al cargo en 2016, cuando se hizo obligatorio en las Grandes Ligas”, precisó Ettedgui, caraqueño, de 33 años de edad. “Desde 2012 al 2015, cubría a los Medias Rojas de Boston para un periódico en español y una televisora local. En 2014 comencé a escribir para LasMayores.com. Entonces buscaban a personas que se sintieran cómodos ante las cámaras y los medios en general, que manejara los términos del beisbol en español e inglés. Me entrevisté con Boston y Filadelfia, pero fueron los Filis quienes mostraron mayor interés”.

Ettedgui, que lleva el deporte y el periodismo en las venas por ser bisnieto del mítico Herman “Chiquitín” Ettedgui, comenzó como traductor y relacionista, mientras que en algunas oportunidades tenía que escribir algunos artículos en inglés para la revista de los Filis. Así que veía los juegos desde la sala de prensa. Eso cambió en 2018.

“Cuando llegó el manager Gabe Kapler, se dio cuenta que mi relación con los peloteros latinos era muy buena y decidió tenerme en el dugout. Quería que pasara más tiempo con ellos para hacerlos sentir más cómodos. Recibir esa oportunidad fue una bendición. Me tenía en el terreno, ayudaba a recibir los tiros en primera y en segunda, durante las prácticas. Kapler quería que tuviera esa camaradería con los latinos y que los integrara con los estadounidenses. Antes del juego estaba en el clubhouse y durante los partidos en el dugout. Y seguía ayudando con las entrevistas a los latinos, los asistía si había que hacer traducciones simultáneas en radio o televisión, en reuniones de equipo, o si un coach quería hablar con ellos o viceversa”.

Antes del parón por la pandemia, durante los Entrenamientos de Primavera fue el intérprete de Odúbel Herrera, cuando el jardinero ofreció disculpas a los aficionados por el incidente de violencia doméstica en el que se vio involucrado y que le valió ser suspendido por MLB durante buena parte de 2019.

“Ese tipo de situación representan un gran desafío, porque es vital ganarte la confianza de los latinos para que se sientan cómodos y que puedan ser ellos mismos. Tienen que verte como un facilitador ante la prensa, no como un miembro de la prensa”, destacó el egresado de la Northeastern University. 

Luego, bajo el mando de Joe Girardi y en las condiciones atípicas generadas por la pandemia, Ettedgui dio un paso al frente para resolver un problema.

“Pienso que el valor adicional de esta profesión depende de cuánto quieres involucrarte o aportar a lo que te están pidiendo”, analizó el versátil miembro del staff de Filadelfia. “Este año, debido a las medidas de bioseguridad, redujeron a cuatro personas los empleados que trabajan en el clubhouse. Tampoco contrataron al bat boy y, como este año hay pocos latinos en los Filis que no hablan inglés, me postulé como recoge bates. Les dije: ‘Si me entrenan y me tienen paciencia, le echo pichón’. Eso es parte de la disposición y actitud frente al trabajo. Claro, espero no ser bat boy el año que viene (risas)”.   

Russo está de acuerdo con su colega. Siempre que puede ayudar al equipo, lo hace con agrado, incluso si la tarea no aparece en la descripción de su perfil como empleado.

“Hace unos tres años. Estábamos en Milwaukee y el equipo se quedó en un hotel en el centro de la ciudad, que aparentemente está embrujado, según algunas leyendas”, rememoró Russo. “Uno de los peloteros me aseguró que no podía dormir en su cuarto, por algo relativo a lo que se decía sobre el hotel y a la medianoche tocó la puerta de mi cuarto, porque tenía miedo. Me dijo que dormiría en el piso, con tal que lo dejara entrar. Al día siguiente pasó lo mismo (risas)”.

“Durante los últimos dos Juegos de Estrellas he tenido la oportunidad de asistir con José Abreu y compartir esos momentos muy especiales”, abundó Russo. “También me ha tocado pasar días enteros en hospitales con peloteros. Soy como un hermano mayor para los jugadores jóvenes, que buscan consejos”.

 

Carlos Guillén y Luis Dorante Jr. antes de un juego en el Comerica Park de Detroit

Carlos Guillén Altuve, de 41 años de edad y graduado de comunicador social en la Universidad Santa María en Caracas, tenía una idea clara de lo que iba a enfrentarse, primero con los Mets de Nueva York y luego con los Tigres de Detroit, organización para la que trabaja en la actualidad. Antes había laborado durante 10 años en el departamento de prensa de Leones del Caracas, en la Liga Venezolana de Beisbol Profesional.

“La experiencia con Leones fue vital para manejar todos los roles y actividades en Grandes Ligas. La rutina es la misma, sólo que con mayor intensidad debido al nivel de todos los factores que intervienen en cada organización y a la demanda de información de parte de medios de todo el planeta”, afirmó Guillén, Coordinador Bilingüe y de Relaciones con los Medios, de los bengalíes.

“Mi primer día en ambas organizaciones, fue en el inicio del Spring Training, por lo que apenas entré al complejo ya había un pocotón de cosas por hacer y resolver. En dos platos, o te adaptas en los primeros minutos o después vas a estar dando tumbos. Afortunadamente, mi experiencia en Venezuela me dio el conocimiento de cómo manejar las rutinas y tiempos, así como lo que sucede tras bastidores”, continuó Guillén.

“En esta industria tienes la oportunidad de trabajar con gente maravillosa que se encarga de que la puesta en escena sea perfecta y que no siempre recibe el mérito o el reconocimiento que merece. Hay muchísimos. Pero en este rol uno también tiene relación directa con los jugadores, coaches, altos ejecutivos y ellos terminan convirtiéndose en familia, o uno termina convirtiéndose en familia de todos ellos, en especial los jugadores, pues pasamos más tiempo juntos que con nuestros seres queridos. Uno termina siendo confesor, mensajero, amigo, punto de referencia a la hora de alguna duda o pregunta y es que al final de cuentas ellos, al menos en mi caso, terminan viéndome como su hermano mayor. Y así sea un jugador al que hayas admirado desde pequeño, o una estrella en ascenso, ellos pasan de ser tus ídolos a ser tus amigos del trabajo”, filosofó Guillén.

 

Carlos Brizuela junto con Orlando Arcia, antes de una entrevista con Ken Rosenthal

Carlos Brizuela ha estado durante los últimos cinco años en la oficina de los Cerveceros de Milwaukee, pero desde 2019 es asistente en el departamento de operaciones de Beisbol.

“Mis responsabilidades han cambiado un poco. Mis primeros tres años estuve en relaciones públicas y tenía más responsabilidades con los medios de comunicación, durante y después de los juegos. Después de 2018 me movieron al departamento de beisbol, donde además de continuar como el traductor del equipo, ahora estoy involucrado más en las operaciones de beisbol incluyendo el scouteo avanzado durante la temporada”, explicó Brizuela. “Llegué aquí después de haber estado dos años con los Angelinos de Los Ángeles, equipo con el que trabajé en operaciones de desarrollo y Liga Menores”.

Carlos es hermano de Eduardo Brizuela, director de Ligas Menores de Milwaukee. Una suerte de récord para el país, que tal vez sea difícil de igualar en el futuro.

“La oportunidad de trabajar en la misma organización con mi hermano fue la razón principal por la que acepte esta posición con los Cerveceros, en lugar de otra organización. No muchos tienen la oportunidad de trabajar con su hermano y especialmente en el beisbol, de manera que fue una oportunidad que no podía dejar pasar (…) Eduardo ha sido una gran influencia en mi carrera”.

Brizuela, de 31 años de edad, tiene una maestría en administración en la Universidad de Arkansas en Little Rock, a la que asistió con una beca para jugar beisbol.

Al otro lado del país, al este, Luis Dorante Jr. estrenó su posición en la oficina de los Marlins de Miami el año pasado.

“Obtuve la oferta de mi cargo actual, luego de trabajar como interino en Desarrollo de Peloteros durante la temporada de 2018. Al culminar me pusieron dos opciones sobre la mesa, trabajar en el departamento de desarrollo de Ligas Menores o en la MLB, como Relacionista de Jugadores, Prensa Hispana y Traductor. Fue un poco difícil tomar la decisión, pero mi padre me aclaro la mente con una típica frase: ‘Grandes Ligas es Grandes Ligas’”, apuntó Dorante, de 29 años de edad y graduado en la Florida International University.

Su padre es el reputado estratega Luis Dorante, un hombre que ha dedicado toda su vida al beisbol y desde su infancia lo llevó a un estadio.

“Mi sueño desde niño siempre fue ser jugador profesional, era lo único que quería. Pero en la adolescencia mi interés de aprender nuevas cosas se despertó y empecé a irme más por el arte (poesía, canto y actuación). Jugué beisbol hasta la secundaria, después de allí me dediqué a ser umpire en las Pequeñas Ligas y otras ligas. Ahora estoy aquí, en Grandes Ligas”.

 

Luis Dorante Jr. y el receptor colombiano Jorge Alfaro en el Marlins Park

Al igual que la mayoría de sus colegas, ha estado en la posición de realizar tareas que van más allá de sus funciones.

“Tengo un cuento favorito. Fue cuando ayudé al lanzador Luis Palacios a volver a Venezuela, después de haber perdido su pasaporte en Miami”, rememoró Dorante. “Luis me comunico que había extraviado el documento después de la ceremonia de unos premios que realizamos en el Marlins Park, exactamente a las 12:00 am y su vuelo estaba pautado para las 8:00 am. Tuve que reportar el pasaporte como robado, obtener un caso policial en una copia en papel, en unas de las estaciones cerca del aeropuerto para luego hablar con unos contactos en American Airlines de Maiquetía para que lo dejaran montar aquí en Miami. Al parecer ambas ubicaciones tenían que estar de acuerdo con que Palacios embarcara sin pasaporte. Al final perdió el vuelo de las 8:00 am, pero lo pude montar en uno en la tarde. Así que llegó a su casa ese mismo día”.

Para Brizuela ese tipo de momentos son perdurables en el tiempo y lo que hace valorar su actual posición.

“Este trabajo ha sido increíble, algo que nunca olvidaré. La oportunidad de venir a un estadio de Grandes Ligas todos los días, es algo que muchos soñamos desde pequeños y estoy agradecido de poder cumplirlo. Esto es una industria en la se pierde mucho y cuando se gana la celebración se disfruta por todo lo alto, saber que fuiste parte de un equipo ganador es algo que al final te da orgullo de todo el trabajo duro que pusiste para llegar ahí. Como venezolanos sabemos que tenemos que trabajar más duro que los demás, no sólo para el orgullo de nuestras familias, sino de todo el país, para poder abrirle las puertas a otros venezolanos que buscan el mismo sueño en esta industria”.

 

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