Créditos Imagen: Ricky Rodríguez Foto: AVS PHOTO REPORT
Andriw Sánchez Ruiz | Prensa LVBP
Caracas.- En sus primeras horas en Venezuela, Ricky Rodríguez tuvo que acostumbrar su vista. Viajó de Valencia a Caracas en autobús y observó el abundante verde en las montañas del centro del país, todo lo contrario a su natal California y al norte de México, en donde ha desarrollado su incipiente carrera como pelotero.
Allá, en las tierras del estadounidense con ascendencia azteca, las plantas xerófilas son los únicos adornos en la aridez. “No hay montañas”, comentó en su primer día con los Navegantes del Magallanes, mientras observaba el Ávila de Caracas. “Y las que hay quedan muy lejos. Me ha gustado lo poco que he visto”.
Pero más que un turista, Rodríguez es un pelotero que estuvo a la deriva hasta hace poco. Si bien cuenta con 24 años de edad, 2017 fue su primer año como jugador profesional. Es un náufrago de los diamantes, que tocó tierra con los Pericos de Puebla, en la Liga Mexicana de Beisbol, y que luego fue rescatado por la galera valenciana.
“Duré dos años en una liga independiente, y antes de eso el college (beisbol universitario). No tengo mucho tiempo como profesional”, señaló el inicialista, quien fue alineado como octavo bate e inicialista de los turcos contra Leones del Caracas, este martes. “No conozco a casi nadie, solo a Juan Apodaca y a Ronny Cedeño, a quien he visto jugar, pero ya los conoceré a todos”.
A Rodríguez le ha ido bien en los pocos meses que ha vivido en el beisbol organizado. Fue el Novato del Año en la Liga Mexicana de Biesbol por su actuación con el Puebla. Bateó para un promedio de .304, dejó un OPS de .812, pegó 11 cuadrangulares e impulsó 72 remolcadas. Y todo eso mientras jugó 457.2 innings como primera base, 359.1 como jardinero izquierdo y 44.0 en la pradera derecha.
“Sé que me poncho mucho”, admitió el norteamericano. “Pero cuando necesito dar un hit cambio la forma de batear para hacer contacto. Me encanta el beisbol y puedo utilizar todo el campo. Ojalá todo me salga bien. Trato de no pensar mucho en las cosas más allá del terreno para no pensar de más”.
El marco de un choque de los Eternos Rivales no lo intimida, contrariamente, lo motiva. Es algo que le recuerda a la final del circuito mexicano, en la que enfrentó a los Toros de Tijuana, los actuales campeones del beisbol veraniego en la nación azteca.
“Me han dicho que es una gran rivalidad, algo así como un Yanquis-Medias Rojas, y que todo se va a poner muy loco”, dijo. “Vengo a jugar y si el ambiente se pone bueno será mejor. Llegué hace poco, pero he estado trabajando. Después de jugar con los Pericos me tomé dos semanas libres y luego me puse a entrenar, a la espera de una llamada y allí llegó el Magallanes”.