Créditos Imagen: Ricardo Pinto | Fotos: Alejandro van Schermbeek
José Ángel Rodríguez | Prensa LVBP
Barquisimeto.- “El Espanto” de la agrupación larense Carota, Ñema y Tajá resuena en el Estadio Antonio Herrera Gutiérrez de Barquisimeto. Transcurre la práctica vespertina de Tiburones de La Guaira y una lista de reproducción de música tradicional venezolana retumba en el feudo. Ricardo Pinto teme que sus palabras se confundan con la letra de la pieza: “Más allá de no sé dónde, tampoco se sabe cuándo, dicen que sale un espanto”.
Ante la preocupación, el lanzador derecho propone conversar en las profundidades del dugout visitante. Los decibeles ya en esa zona bajan un poco, pero aún se escucha el coro.
“Era un muerto sin cabeza, sin pantalón, ni camisa, con las manos en el bolsillo y una macabra sonrisa”. Nunca antes el folklor criollo sonó tan fuerte en un parque de pelota. Nunca antes Pinto superó sus propios fantasmas para acaparar elogios en la Liga Venezolana de Beisbol Profesional.
Cuando el oriundo de Guacara recibió la responsabilidad de abrir el Juego 1 de la Gran Final contra Cardenales de Lara, se enfrentó a su fantasma. Exactamente un año antes, había sido castigado por Leones del Caracas en el segundo duelo de la serie por el gallardete; aquella vez, sólo pudo llevar su apertura a una entrada y un tercio.
Su desquite llegó el martes, cuando con siete episodios en blanco ante los crepusculares se sacudió aquel cuento de terror. Sin embargo, aunque su lenguaje corporal no dejó de transmitir seguridad esa noche, en lo interno libraba una batalla.
“Nunca había vivido una adrenalina así. Tenía demasiada presión, porque La Guaira tiene mucho tiempo sin quedar campeón y la expectativa este año ha sido muy grande. Para mí es difícil enfrentar una situación como esa”, confesó Pinto a LVBP.com. “Por mi mente lo único que pasaba era que debía intentar mantener la calma con los bateadores”.
El serpentinero, de 30 años de edad, se enfrentó al monstruo de mayor tamaño que puede tener un ser humano: el personal. Y lo derrotó. Para ello, debió atacarlo con fiereza.
Pinto cuenta en su repertorio con tres envíos rápidos: recta de cuatro costuras, sinker y splitter. No obstante, es en los dos últimos que encontró la fórmula para silenciar a los maderos larenses, y a sus espectros personales.
“Cuando lanzo, yo salgo a atacar con el sinker, que es mi arma para sacar outs, con ese lanzamiento induzco roletazos a los bateadores. Pero también lanzo recta lisa, aunque la utilizo muy poco, sólo con bateadores que no tengan tanta fuerza y en un inning sin corredores en base”, explicó. “Aparte, uso el splitter para ponchar, además de un sweeper (similar al slider) que estoy aprendiendo. Esos son pitcheos en los que estoy confiando”.
El carabobeño, en ese careo ante la bandada escarlata fijó nuevos topes personales en innings lanzados (7.0), envíos efectuados (92), rivales abanicados (siete) y rodados inducidos para conseguir outs (10) en una presentación en la LVBP, siendo su cuarta campaña. Cada serpentina cumplió su función como jamás le había ocurrido.
Realizó 51 envíos rápidos, lo que le representó una proporción de 55 % de sus lanzamientos totales en la velada. La velocidad promedio de los envíos de estas características fue entre las 90 y las 94 millas por hora.
La diferencia sustancial entre el sinker y el splitter, es que el sinker se mueve hacia las manos de los bateadores derechos (en su caso, por ser diestro) y de afuera hacia el medio contra los toleteros zurdos. Mientras que el splitter se hunde al llegar al plato.
Ricardo Pinto lanzó una joya en el primer duelo de la Gran Final
“En el 2019 muchos compañeros míos me decían que incluyera el sinker en el repertorio, porque les gustaba. Me comentaban que confiara en él porque era un pitcheo que se me movía mucho”, recordó Pinto sobre el momento en que añadió a su arsenal este pitcheo. “Me convencieron de lanzarlo en cualquier conteo, porque consideraban que era difícil. Desde aquel momento, comencé a usar más que todo ese lanzamiento”.
Ese empuje de sus cofrades hace un lustro, creó el efecto mariposa que desembocó en su aparición consagratoria en la pelota rentada local de invierno.
A pesar que el as del cardumen acumula experiencia de dos campañas de Grandes Ligas (2017 y 2019), además de en Corea del Sur, Taiwán y México, reconoce que no ha experimentado una sensación más adversa en su travesía sobre las lomas, como la de lanzar en Venezuela, con público en contra.
“Yo considero que lo difícil de lanzar acá son los fanáticos”, afirmó, antes de analizar las características del circuito. “Aquí se juega le pelota pequeña. De cualquier manera, se buscan las carreras, y más en una final. Siempre hay que picar adelante y no dejar que te hagan muchas anotaciones, porque es difícil remontar. Es cierto que es una liga de bateo, pero hay días que el pitcheo viene bueno, y no hay manera de regresar”.
A Pinto le tocó uno de esos “días buenos” que sólo se ven una vez cada tanto tiempo. Suficiente para transformarse en un espanto de pájaros rojos que deambula por la Gran Final.
EL DATO
Ricardo Pinto sólo ha quedado campeón dos veces en su carrera profesional. Una en la Venezuelan Summer League y otra en Triple A. Tras su participación en 2022 con la sucursal Triple A de los Tigres de Detroit, no ha regresado al sistema MLB. “Quiero lanzar de nuevo en el beisbol organizado. Estoy trabajando en eso para ver si sale algo”, expresó.
En cifras
Ricardo Pinto exhibió balance de 1-2, con 4.00 de efectividad en 45.0 innings repartidos en 10 salidas, ocho de ellas como abridor, en la ronda regular. Durante el Round Robin, transitó cinco entradas en tres de sus cuatro inicios y su promedio de carreras limpias fue de 4.26, con récord de 1-1.