Créditos Imagen: Raúl Rivero Foto: AVS PHOTO REPORT
Alexander Mendoza | Prensa LVBP
Barquisimeto.- Raúl Rivero había postergado sus deseos de lanzar en las Grandes Ligas, desde hacía algún tiempo.
El derecho necesitaba conseguir lo necesario para tener estabilidad económica y tras ser dejado libre en 2011 por los Orioles de Baltimore, la organización con la que firmó originalmente, decidió probar otras opciones, fuera del sistema de MLB.
Luego de una breve experiencia con el Veracruz, en la Liga Mexicana de Beisbol, en 2012, decidió irse a lanzar con el Bologna, en Italia, un año después.
“Me debatía entre seguir buscando una meta o intentar algo diferente para asegurar el futuro de mis hijos”, confesó el as del Cardenales de Lara.
Aquellos fueron días duros. Alejado de sus seres queridos, en un ambiente y cultura ajenos a lo que conocía.
“Me fui solo. Dejé a todos mis seres queridos en Venezuela, agarré mi guante y partí lejos. Fue difícil, el cambio de horario me afecto más de lo que pensaba. A veces tomaba el teléfono para llamar a casa y era de madrugada. Ser papá a distancia no es fácil, pero conté con el apoyo de mi esposa”.
Durante esos meses, Rivero logró combatir la nostalgia y el vacío de las ausencias con trabajo.
“En Italia el abridor extranjero lanza apenas una vez por semana y cuando me tocaba relevar, lo hacía máximo en dos de los tres encuentros que se juegan cada siete días. Así que cuando estaba sin jugar, no salía por ahí. Me iba al estadio a trabajar. Me tocó entrenar por mi cuenta para mantener el enfoque”.
Entonces prefirió regresar y sus progresos en el montículo, fruto de aquel esfuerzo, se han visto reflejados en dos premios Carrao Bracho seguidos. Una actuación que no pasó inadvertida y le sirvió para concretar un acuerdo con San Francisco.
“Creo que Raúl ha demostrado que puede tener un chance. Ha sido el mejor lanzador de la LVBP en las últimas dos temporadas y viéndolo aquí día a día, me empezó a llamar la atención desde el año pasado. En ese momento decidí llevarme a (Néstor) Molina, pero Raúl ha seguido demostrando un buen nivel y me dije que debía darle una oportunidad”, contó José Alguacil, miembro del cuerpo técnico de Lara y un respetado instructor y scout de los Gigantes, que en 2017 se estrenará como coach de primera del equipo grande.
Pero antes de ofrecerle un bolígrafo para que colocara su rúbrica en un contrato, Alguacil tuvo que convencer al cumanés, de 30 años de edad, que había regresado en 2016 a Europa y tenía una nueva propuesta en México para el verano boreal de 2017.
“Hablé con él y no estaba muy seguro de dar ese paso. Así que le aclaré que no lo estaba firmando para llenar huecos. Aunque, ahora eso no está en mis manos, le dije: ‘tú tienes que ir a hacer tu trabajo y mientras lo hagas te vas a ir abriendo puertas’”.
Rivero sopesó la idea y entendió que era el momento de volver a encender la llama de aquel deseo que le animó en las granjas oropéndolas. Era tiempo de ir a por el anhelo postergado.
“Sí. Gracias a Dios, Alguacil fue la persona que me ayudó en ese aspecto. Fue quien me impulsó. Trataré de aprovechar esa oportunidad. Siempre he querido llegar a Grandes Ligas. No fue fácil tomar la decisión, porque estaba primero la estabilidad de mi familia, pero me dijeron que me apoyaban y me siento muy feliz de estar de vuelta, con más experiencia”.
Con Baltimore, Rivero solo pudo llegar hasta Doble A, una categoría en la que tiró en 55 desafíos, entre 2010 y 2011, y no inició juegos.
“No lo veo como un abridor”, advirtió Alguacil. “Me recordó mucho a Yusmeiro Petit y así se lo plantee a la organización. Un swingman que releve y eventualmente abra. No está invitado a los campos de entrenamiento de Grandes Ligas, pero cuando necesitemos pitchers, lo vamos a traer para que muestre lo que puede hacer. Porque fue recomendado para que nos ayude arriba”.
Antes que Rivero, otro lanzador venezolano tuvo un periplo similar y no solo llegó a las Mayores, sino que logró establecerse, al punto de convertirse en el as de los Cerveceros de Milwaukee.
“Sí. Junior Guerra”, sonríe Alguacil. “También estuvimos interesados en él, pero no pudimos conseguirlo. Aunque no me gusta comparar. No veo a Rivero como abridor porque tenemos a otros que pueden hacerlo. Claro, en este negocio tú nunca sabes lo que puede suceder. Tendría que estar la oportunidad abierta y él demostrar que puede ser un pitcher grandeliga”.
Guerra también generó dudas en algún momento y cuando los Medias Blancas de Chicago, equipo con el que debutó arriba en 2015, lo puso en waivers, Milwaukee decidió probar.
“El comando de Rivero es muy consistente en sus salidas. Prácticamente te da seis innings en cada una de ellas. Por eso creo que podría hacer lo que en algún momento hizo Petit. Es lo que veo en él”, insistió Alguacil. “Además, nunca ha estado lesionado, la velocidad siempre ha sido constante, localiza sus pitcheos y cuenta con un muy buen splitter (igual que Guerra). Tiene mucha confianza en ese envío”.
“Guerra sin duda es una inspiración para cualquier lanzador que haya ido a Europa y espera que algún scout lo vea para regresar a Estados Unidos”, destacó Rivero.
“Ahora todo depende de él”, enfatizó Alguacil.