Créditos Imagen: Ozney Guillén Foto: AVS PHOTO
Alexander Mendoza | Prensa LVBP
Caracas.- Ozney Guillén no da nada por sentado y trata de esforzarse tanto o más que cualquier otro de los peloteros que aparecen a diario en la alineación de los Tiburones de La Guaira. Es complicado jugar para un equipo en el que idolatran al manager Oswaldo Guillén, su padre. Así que cuando habla del tema, no acude a la retórica como recurso. Sabe que ese estigma siempre le precederá y no se anda por las ramas.
“Es difícil jugar para mi padre, en cuanto a la exigencia. Creo que él, en general, exige disciplina a sus dirigidos, ejecutar las jugadas, hacer los fundamentos del juego. La gente lo ve desde la perspectiva de que es mi padre. Tal vez la presión es para él, porque dicen que estoy jugando porque soy su hijo. No es fácil”, soltó el jardinero sin cortapisas. “Pero en los años que tengo dentro del beisbol he aprendido que mi trabajo es contra el pitcher. Antes me preocupaba por lo que ocurría a mí alrededor y no me fue bien. Ahora me concentro solo en el juego y me ha ido mejor”.
Ozney, de 25 años de edad y bateador zurdo, está en su segundo año con La Guaira, luego de debutar en la 2016-2017, y su tiempo de juego se ha incrementado debido a su rendimiento.
Antes de la jornada del miércoles, Ozney ligaba para .294 (de 17-5), con cuatro remolcadas en los últimos 10 partidos de los escualos, mientras que en la temporada su línea ofensiva es de .281/.364/.351, con un OPS de .715.
“Tengo una mejor temporada que el año pasado y todavía dicen que jugo por mi padre. Los fanáticos no son fáciles. Puedo decir todos los sobrenombres que me han puesto y las cosas que me dicen en las redes sociales. Me río de eso. Al final del día tengo que hacer el trabajo y cuando termine la temporada en la LVBP tengo contrato en Estados Unidos. La vida sigue”, destacó.
Todo continúa. Aunque sin importar lo que haga o deje de hacer, siempre le recordarán quien es.
“He aprendido a lidiar con eso”, apuntó. “Si yo no tuviera la capacidad para jugar aquí, mi padre no me alineara y mucho menos yo se lo exigiría. Si debo escuchar alguien sería a mis compañeros, porque tengo su respeto. Ellos saben lo hago para estar en el lineup y los fanáticos van a tener sus opiniones. Termino disfrutando todo lo que me dicen, porque eso ayuda a mejorar”.
A Guillén también le resulta divertido el tema, aunque admitió que no es fácil dirigir a su vástago.
“Cuando está con el uniforme puesto lo veo como a un pelotero”, afirmó el estratega de La Guaira. “Es uno más en el equipo, no come conmigo, no anda al lado mío en los hoteles, no sabe el lineup, si va a jugar o no. Los mismos detalles que tengo con otros peloteros, los tengo con mi hijo. Ozney está jugando porque ha sido consistente en sus turnos y ha jugada buena defensa. A mí me gritan cosas de allá arriba (tribuna derecha) impresionantes. Cosas que me dan risa y entonces les respondo: ‘Sí. Lo pongo a jugar porque me da la gana y es hijo mío. Ahora, perdedor eres tú que estás pagando para ver a mi hijo’. Pero de cualquier forma como lo mires es bastante difícil porque es tu sangre y quieres que lo haga bien. Me siento menos preso cuando no está en el lineup”.
Ozney no ha cometido errores en el jardín derecho, pero el 2 de noviembre una conexión en línea de Alí castillo, infielder de las Águilas del Zulia, se le metió en las luces del Universitario y no pudo atrapar la bola. El batazo se convirtió el triple. Una vez más, algunos abucheos se escucharon por la derecha del Estadio Universitario.
“Aprendí mi lección. Había preguntado por las luces y me dijeron que pasaba. Me ocurrió a mí”, se lamentó Ozney.
“Se merece estar aquí. El año pasado no jugó mucho porque llegó con una fractura. Este año ha jugado bastante bien”, insistió Guillén. “Si me dicen que Ozney está jugando porque es mi hijo, que soy mal manager, está bien. Pagaste la entrada y tienes derecho a criticar. Ahora, las groserías son otra cosa y yo se las voy a devolver. Pero entiendo que él, mi hijo menor, el consentido de la casa, el único de mis hijos que pudo uniformarse aquí, le debe pegar más”.
Ozney se refugia en su ética de trabajo. Es uno de los primeros que sale al terreno a estirarse, a participar en una práctica de bateo en vivo o correr alrededor del campo, antes de la sesión de entrenamiento regular.
“Creo que nadie sabe por lo que uno pasa, pero me gusta el reto de ser yo contra el mundo. No me molesta que me piten, porque si lo hacen te toman en cuenta, eres alguien importante para esa persona”, enfatizó
Ozney Guillén exhibe un sólido promedio de embasado de .364
“Me crie alrededor de peloteros muy trabajadores, como Paul Konerko y mi padre”, continuó el patrullero derecho. “Así que me gusta dar la cara, porque si cometo una falla será más evidente por el apellido que tengo en la espalda. Siempre me motivo bateando o corriendo extra, buscando ayuda de otras personas con más experiencia en la liga. Eso es muy importante para mí. Cafecito Martínez me ha ayudado mucho desde que llegué y antes Alberto Callaspo, quien fue mi compañero todo el año (con el Bridgeport de la Liga del Atlántico)”.
Ozney es tratado como un igual en el clubhouse y en el terreno. Dentro del equipo no hay reproches.
“Es un pelotero más. Y como a cualquier otro, si lo veo que tomó un turno mal, tiró a la base que no era, le voy a caer encima peor que a los otros jugadores, para dar el ejemplo. Creo que hasta se cohíbe de estar conmigo por respeto a sus compañeros y eso me satisface. Las comparaciones siempre van a estar allí cuando eres hijo de un personaje conocido. Pero es un chamo tranquilo y sabe dónde está parado”, afirmó el mandamás de los Tiburones.
“El besbol no va a cambiar, tengas el parentesco que tengas con el manager. Hay que salir a jugar duro y ganar”, resaltó Ozney.
Nadie puede acusarlo de hacer algo diferente a lo que pregona.