Oswaldo Blanco y Felipe Lira celebraron la historia de Tiburones

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Alexander Mendoza | Prensa LVBP

 

Caracas.- La historia de los Tiburones es una de las más ricas entre las ocho franquicias de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional. Ningún otro equipo se ufana de tener un grupo de samba en la tribuna y una afición que sigue creciendo, pese a que la última vez que celebraron campeonato fue en la temporada 1985-1986.

El martes, en el marco del 70 Aniversario de la LVBP, Oswaldo Blanco, Felipe Lira, Ignacio Ávalos y Héctor Cordido recordaron algunos de los acontecimientos más importantes de la franquicia del litoral, en el Auditorio Fernando Crespo Suñer de Ciudad Banesco, donde se dio cita un nutrido grupo de guairistas.

“La Guaira fue campeón apenas en su tercer año”, recordó el ex primera base Oswaldo Blanco, que el próximo 12 de diciembre será exaltado al Salón de la Fama de la LVBP. “Me traslado aquel tiempo y me da nostalgia”.

En 1962 desapareció la franquicia Pampero y fue vendida por la simbólica suma de un Bolívar a José Antonio Casanova, que fue su primer manager. En principio el equipo se iba a llamar Santa Marta, famoso conjunto del litoral central, solo que Pedro Padrón Panza, uno de los socios del club, planteó la idea de bautizarlo como Tiburones de La Guaira, porque todos los dueños eran de esa ciudad.

“El primer gran movimiento que hizo Padrón Panza fue traerse al equipo a Luis Aparicio, el mejor jugador del país. La Guaira se convirtió en un equipo respetable (1963-1964) y el año siguiente el equipo fue campeón”, recordó Blanco. “Magallanes me había cambiado a Acarigua (1968-1969) y de allí pasé al Zulia (1969-1970). Esa temporada la directiva de las Águilas habló con Padrón Panza para pedirle a Aparicio de vuelta porque necesitaban a una figura de arraigo en la región. Entonces, Padrón Panza les dijo que lo entregaba a cambio de otro pelotero y apareció mi nombre. Ese año jugué a préstamo con Zulia. Pertenecía a los Tiburones y no lo sabía”.

Blanco terminó jugando 522 partidos con los escualos, conectó 27 jonrones, remolcó 230 carreras y dejó un promedio de .268.

“Hablar de Tiburones es hablar de Padrón Panza”, agregó Cordido, que fungió como moderador de la conversación. “Innovó nuestro beisbol, dándole un club house de Grandes Ligas a sus peloteros, además de eso puso a su disposición un autobús con baño para que fueran más cómodos en sus viajes al interior y creó el primer circuito radial de un equipo. Era un visionario”.

“Padrón Panza fue el décimo jugador en el terreno. Pensaba que su equipo debía ser de Grandes Ligas”, agregó Blanco. “Recuerdo que en un spring training (1974) se me acercó un muchacho estadounidense. Me dijo que había escuchado muchas cosas buenas de Tiburones y que estaba interesado en jugar durante el invierno. Se lo comenté a Padrón Panza y me dijo que no, porque era un lanzador de clasificación Doble A. Ese muchacho era Dennis Eckersley, que después llegaría al Salón de la Fama de las Mayores. Ese era Padrón Panza. Quería que su equipo fuera de primera”.

Avalos, sociólogo y ex presidente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (Conicit), escribió recientemente el libro “Memorias de un feligrés”, en el que narra su pasión por el equipo, algo que asegura llega a ser irracional.

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Oswaldo Blanco, Héctor Cordido, Ignacio Ávalos y Felipe Lira

“En realidad siempre he sido fanáticos del fútbol. El beisbol tiene grandes paréntesis, parece que no pasa nada y cuando volteas pasa de todo. Un amigo, el único que tenía que sabía de beisbol, me invito a ver un juego entre el Pampero y Valencia, como mi amigo iba al Industriales, entonces le fui al contrario, y luego me quedé con La Guaira. Siempre he dicho que soy un feligrés porque no importa lo que pase, sigo siendo de La Guaira, un equipo que me quita el sueño. Porque siempre tiene esa cosa de que vas ganando por 8 carreras y puedes perder. Luego está la samba. Mi libro trata de como un tipo normal se acerca a los Tiburones. Soy de esos fanáticos que siempre va solo al estadio y si llego a ir con alguien debe ser de La Guaira. Así de sectario soy”.

Lira, actual coach de pitcheo de los Tiburones y una de las pocas referencias del equipo entre los 90 y el primer lustro de 2000, una época de pocos triunfos para la franquicia, destacó que con el pasar del tiempo parte de la mística de los 60 y 70, que describió Blanco, y de los años de la Guerrilla, se ha ido perdiendo.

“Es otro béisbol. Los peloteros ya no sienten lo mismo”, afirmó el derecho, líder de la franquicia con 23 juegos completos, igualado con Aurelio Monteagudo y Marcelino López. “Yo lance con fiebre a 40, con dolor de estómago. Eso lo inspiraba Padrón Panza. Lamentablemente, me tocó la sequía de triunfos. Lo sufrí mucho. Yo tiraba 200 innings en las Grandes Ligas y luego venía lanzaba aquí 70 innings. Era una locura, pero así se jugaba. Espero que este año, como coach, pueda celebrar un título”.

“El equipo de los 70 fue uno de los mejores en la historia de la liga”, afirmó Blanco. “Sentíamos al equipo. Cuando murió Padrón Panza se fueron seis o siete campeonatos. Como dueño, se entregaba al equipo. Era duro, pero amigo del pelotero”.

Blanco pidió que lucir el uniforme de los Tiburones en el óleo que decorará la pared de los inmortales en el Salón de la Fama.

“Nunca dejas de ser guairista. Todavía sigo sufriendo por el equipo. Así que fue una gran alegría cuando clasificamos. No entendí cómo lo hicimos, pero clasificamos (risas). Es un orgullo vestir sus colores blanco, rojo y azul”.

 

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