Créditos Imagen: Enrique Reyes Foto: Prensa Magallanes BBC
Hugo Guerrero | Prensa LVBP
Valencia.- La temporada 2019-2020 terminó para los Navegantes del Magallanes, siendo quizás, de las peores campañas del equipo bucanero en los últimos años, a pesar de haber sido parte de la fiesta de enero. La Nave, con problemas internos a bordo, navegó difíciles aguas en la serie ante Cardenales, lo que hizo el viaje más pesado a Puerto La Cruz para el juego por el comodín, siendo esa, la última vez que se vio el barco a flote.
Magallanes llegó a los playoffs en gran forma, en su mejor momento de toda la contienda, tras ser el conjunto más solvente en diciembre. No obstante, ese último mes pareció ser sólo un espejismo, por lo que los errores defensivos reaparecieron, los batazos no salieron y, el descontento de un clubhouse, hundieron a la Nave.
Al Magallanes no le bastó con terminar la ronda regular con un bateo colectivo de .285, tampoco se confiaron por el hecho de ser el segundo equipo con más jonrones (25) y hits (439) en la zafra y, simplemente, se reforzaron con el bate de Jay Austin y la buena defensa de Edwin García. Pero, ellos tenían prohibido jugar en Valencia -por el veto de MLB a los Navegantes- y sus aportes, no hicieron diferencia.
Los eléctricos mantuvieron su ritmo ofensivo para esta segunda etapa de la campaña, siendo la segunda novena con más imparables (63) y con el segundo mejor average (.283) de la primera fase de los playoffs. Sin embargo, esos cohetes no cayeron cuando había tripulantes en las bases y, naturalmente, no produjeron las carreras en los momentos clave de los encuentros.
Los Navegantes con hombres en bases ligaron un bajo promedio de .264, pero, peor aún, terminaron con un paupérrimo .214 (56VB-12HC) de average con corredores en posición de anotar, siendo el conjunto que más compañeros dejó estancados en las almohadillas (113).
En este sentido, los filibusteros tampoco contaron con un nauta que, en fase regular, siempre dejaba su nombre entre los más destacados de cada jornada. En esta ocasión, Adonis García no remó como acostumbradamente lo hacía, por lo que apenas pudo batear para un pobre .179 en los siete juegos que disputó. Además, en los primeros tres encuentros de la serie ante los larenses, fue alineado como tercer bate, puesto en el que promedió .071 y desde esa posición dejó a 14 colegas esperando remolque.
Por otra parte, la defensa rememoró aquellos días de noviembre, período en el que totalizaron 46 errores, lo que los encaminó a ser el equipo con más pifias de la temporada (66). En esta oportunidad nada cambió y repitieron ese fatídico lugar entre los seis equipos de la postemporada, al cometer 12 marfiladas, a razón de 1.71 por compromiso. Esto, le dio al pitcheo bucanero siete rayitas inmerecidas y, una de ellas, la de la diferencia en el sexto juego de la serie contra Cardenales.
A diferencia del bateo, el pitcheo respondió al terminar con una efectividad colectiva de 3.21, pero, su mejor brazo de la zafra fracasó. Yohan Pino, que terminó la eliminatoria con 5-0 y 2.11 de porcentaje de carreras permitidas –candidato a ganar el premio “Pitcher del Año”- fue vapuleado en sus dos aperturas, al admitir siete rayitas libres de suciedad en 7.2 innings, lo que le dejó una irreconocible efectividad de 8.22.
Otro factor importante influyó fue la unión y la química de grupo. Al parecer algunos disgustos internos salieron a flote, aunque no hubo confirmación oficial al respecto, el ambiente no fuel mismo desde el tercer choque de la serie, en el que Cardenales se impuso 8-6 en Valencia. De allí en adelante, Magallanes jamás volvió a carburar para meterse en las semifinales e incluso perdió el partido por el Comodín.
De esta manera, el Estadio José Bernardo Pérez apagó sus luces por esta temporada y, la Nave, tendrá que esperar anclada unos meses para poder elevar sus velas nuevamente e iniciar el camino hacia la conquista de un nuevo título en la próxima campaña del beisbol venezolano.
