Créditos Imagen: Foto: MLB.com
LasMayores.com | .
Houston.- Alfredo Pedrique es el coach de primera base de los Atléticos de Oakland, un veterano hombre de beisbol que tras una breve carrera como pelotero en las Grandes Ligas ha trabajado como instructor, scout, manager y administrador durante las últimas cuatro décadas.
A lo largo de los años, Pedrique ha visto tantos peloteros que perdió la cuenta. Ha firmado a algunos, dejado libre a otros y ofrecido consejos a casi todos. Y es el primero en reconocer que se le han escapado varios.
Lo que nunca olvidará es aquel día del año del 2007 en el que, siendo asistente especial para los Astros, llamó por teléfono a sus jefes para pedirles que firmaran a un jugador de cuadro venezolano de apenas 16 años llamado José Altuve.
Algunas veces, les dijo Pedrique, uno simplemente sabe que tiene que firmar a un jugador.
“¿Cuánto dinero tenemos para firmar a este muchacho?”, preguntó.
Un momento, ¿cómo es la cosa? Nos dijiste que su defensiva necesitaba trabajo, le preguntaron. Nos dijiste que era pequeño. ¿Es lo suficientemente fuerte como para jugar?
Pero a veces, uno simplemente sabe. Después de todos estos años, esa es la mejor explicación qué tiene Pedrique para justificar por qué creía tanto en Altuve.
“Yo recuerdo nuestra primera conversación”, dijo Pedrique este fin de semana en Minute Maid Park, donde Atléticos y Astros disputaron una serie de tres juegos. “Le pregunté, ‘¿Tu sabes jugar pelota?’ Me miró a los ojos y me dijo, ‘Te lo voy a demostrar’”.
Los Astros se habían mostrado reacios a invitar a Altuve a su academia en Venezuela. Al menos un par de veces le dijeron que no. Pero su perseverancia le permitió entrar. Aquel fue el primer paso.
Después de eso, fue Pedrique el que presionó para que le diesen un contrato de Ligas Menores. Fue tan convincente que los Astros aprobaron un bono de 15.000 dólares, en gran parte porque Pedrique creía en Altuve y la sola reputación de Pedrique era suficiente.
La explicación de Pedrique a sus jefes fue simple.
“Me encanta el bate, y me encanta la velocidad de su swing”, dijo Pedrique. “No tenemos nada que perder”.
Pero en realidad eran las cosas que Pedrique había visto, cosas que no tenían nada que ver con la velocidad del swing. Algunas veces, uno simplemente sabe.
Cuando Pedrique le presentó la oferta a Altuve y sus padres, pensó que habría alguna negociación. No la hubo.
“Yo voy a firmar ese contrato”, dijo Altuve. “Sólo quiero un chance”.
Ustedes saben el resto de la historia.
Altuve llegó a las Grandes Ligas cuatro años después a los 21 años. Ganó el primero de sus tres títulos de bateo en el 2014 y lideró a la Liga Americana en hits en las últimas cuatro temporadas, promediando 211 incogibles al año. Desde el Día Inaugural del 2014, Altuve ha dado 884 imparables, 112 más que su más cercano perseguidor (Charlie Blackmon, con 772).
Además, ha ido cinco veces al Juego de Estrellas y ayudó a que los Astros ganasen la Serie Mundial en el 2017, año en el que también fue nombrado Jugador Más Valioso de la Liga Americana. Ahora un hombre de 28 años, viene de firmar una extensión por seis campañas y $150 millones durante los Entrenamientos Primaverales.
Así que los fines de semanas como este, en el que ambos pueden compartir en el mismo parque, son especiales.
“Cuando mucha gente no quería darme una oportunidad, él fue el que creyó en mí”, recordó Altuve. “Yo siento que tengo que darle las gracias cada día de mi vida por lo que hizo”.
Todo lo que Altuve quería era una oportunidad, ¿correcto?
“Pero me dio más que un chance”, contó Altuve. “Habló bien de mí durante toda mi carrera en las menores. Le doy las gracias cada vez que le veo. Él fue el único. Me ayudó a mejorar y convertirme en un mejor pelotero”.
Cuando se le mencionan esos elogios a Pedrique, trata de desviar la atención, diciendo que aunque le ayudó con algunos de detalles de su fildeo, como tomar las bolas hacia su mano derecha y fortalecer su brazo, Altuve tenía talentos innatos: unas manos extremadamente rápidas al momento de hacer swing y grandes deseos de superación.
“Cuando lo vi entrar al terreno el tercer día le dije a nuestra gente que teníamos que encontrar la forma de no perder a este muchacho”, dijo Pedrique. “Era obvio. Era puro corazón, un tremendo compañero”.
“Aunque era un muchacho de sólo 16 años, era el primero en las clases de inglés, el primero en el gimnasio. Se aseguraba de que todo el mundo estuviese a la hora en el terreno. Para mí, todo eso indicaba que iba a ser un pelotero”.
Desde entonces, Pedrique ha tenido distintos cargos en diferentes organizaciones, tanto en las menores como en las Grandes Ligas. Los hombres como Pedrique construyen centenas de relaciones a lo largo de los años, pero ninguna es más especial que la que tiene con la superestrella de los Astros.
“Es como si fuese mi hijo”, confesó Pedrique. “Desafió todas las posibilidades. Pasó horas en el terreno mejorando. La confianza que tenía en sí mismo eran increíbles”.
“Había gente que pensaba que era un peloterito creído que venía de Venezuela. Yo sólo les decía que le diesen un año. Ama el beisbol”.
Pedrique y su esposa Marla estaban en su casa el otoño pasado cuando la última jugada del Juego 7 de la Serie Mundial fue un rodado hacia Altuve, que tomó la bola y se la lanzó al primera base cubano Yuli Gurriel para desatar una celebración desde el infield de Dodger Stadium hasta las calles de Houston.
“Se me erizó la piel”, dijo Pedrique. “Mi esposa también lo adora. Es nuestro muchacho. Estamos muy orgullosos de él”.