Créditos Imagen: Carlos Castro | Fotos: A. van Schermbeek
Rayner Rico | Prensa LVBP
Caracas.- Con todos los jugadores de posición y de cartel grandeliga que confirmó la directiva de Tiburones de La Guaira desde antes del inicio de la temporada 2022-2023 de la LVBP, eran pocos los espacios vacíos que quedaron como para incluir a un elemento foráneo, razón por la que se decantaron por una importación netamente de lanzadores.
Sin embargo, una vez la campaña tomó su curso, César Collins y su oficina debieron reajustar el plan inicial; más cuando vieron como la ofensiva lució trabada y poco productiva en las primeras de cambio. Se fueron al mercado internacional y se toparon con la figura del dominicano Carlos Castro, aunque no por casualidad.
Fue una recomendación de Ronald Acuña Jr., quien lo puso en el camino y sus más recientes números, en ligas independientes fueron tan convincentes, como para darle una oportunidad de convertirse en el flamante productor del club, una asignación que ha cumplido a carta cabal, sobre todo para esta etapa final de la ronda regular
Castro es actualmente uno de los rivales más temibles por los lanzadores contrarios. Y cómo no serlo si está arrasando de tal manera que, en sus últimos seis juegos, exhibe una estratosférica línea ofensiva de .385/.407/.808, con tres vuelacercas, un par de dobles, seis anotadas y una docena de impulsadas.
“Lo que me ha ayudado es la consistencia y la disciplina. A veces cuando las cosas no te salen bien, tú vienes a cambiar tu rutina. Una de las cosas que me ha ayudado a conseguir estos resultados es que no importa en cómo me esté yendo, siempre hay que seguir el mismo plan y mantener la disciplina”, expresó el quisqueyano al que apodan “La Mole”.
El resurgir ofensivo de Castro llegó en el momento más oportuno para sobreponerse, después del pleito en el que fue uno de los principales involucrados, contra Caribes de Anzoátegui, que no solo lo llevó a perder tiempo de juego sino incluso protagonismo al entrar en un slump.
Desde el 22 de noviembre hasta el 14 de diciembre, Castro solo participó en nueve encuentros, con la suspensión de 10 choques de por medio. En el lapso tomó 37 turnos, pegó solo ocho imparables, ninguno de ellos extrabases y llevó a solo dos compañeros hasta el plato. Dichas cifras contrastaron de lo que fueron sus primeros pasos en la LVBP (.474 de average, 7 fletes y 3 jonrones en 6 desafíos). Dada su baja producción y los inconvenientes del cuerpo de lanzadores, pusieron su continuidad en el club en tela de juicio, al menos en los análisis externos. Sin embargo, reaccionó a tiempo y ahora luce como una pieza inamovible en el lineup del mánager Henry Blanco.
“Fueron unas semanas muy difíciles. Sinceramente lo que sucedió me afectó mucho. Aunque el staff que tenemos aquí está muy preparado, siempre se mantuvieron apoyándome. Yo siempre igual iba a los viajes con el equipo. Nunca desistí. Realizaba mis prácticas normalmente. Apoyando siempre al equipo para de alguna manera mantener las buenas vibras, la energía conmigo. Eso fue lo que me estuvo ayudando para no salirme del carril y seguir caminando”, esbozó el robusto toletero, luego de su práctica de bateo en el Universitario, en la que colocó varias pelotas cerca de la mitad del graderío.
No ha sido el poder de Carlos Castro lo que más ha impresionado. Es su capacidad para empujar a compañeros la que lo tienen ahora mismo a ritmo de récords que, por lo poco que resta del torneo, no va a poder alcanzar; aunque no deja de ser igualmente llamativa.
El quisqueyano acumula 21 rayitas impulsadas en solo 20 cotejos, lo que lo dejan con una media de 1,05. Yendo más allá, si esos guarismos se proyectan a una temporada de 56 duelos, como reza en el calendario actual de la ronda regular en la LVBP, su total se proyectaría a 53,33. Estas cantidades sobresalen en cualquier circuito invernal.
Para dimensionar lo que ha logrado hasta ahora, se podría decir que, de sostener esa regularidad de empujadas en una campaña de 63 careos, como solía ser en otrora en el circuito rentado, Castro alcanzaría las 60, cerca de la marca vigente de 67, que logró Jesús Guzmán en la zafra 2008-2009. Además de Guzmán, apenas otros cinco toleteros han producido al menos 60 rayitas en uan zafra: Tom Grieve (60 CI, 1973-1974), Jesús Valdez (61, 2017-2018), Bill Taylo (63, 1953-1954), Cito Gaston (64, 1968-1969) y Pete Koegel (65, 1973-1974).
Carlos Castro ha remolcado 21 carreras en 20 juegos con Tiburones de La Guaira
“Esos resultados lo único que hacen es motivarme a seguir trabajando. No ha sido fácil llegar a dónde he llegado y cuando veo estas estadísticas, es como gasolina, que me ayudan a seguir hacia adelante. En esta pelota el que no trabaja duro, es difícil que consiga buenos resultados. Si a veces uno que trabaja duro no los consigue, imagina el que no trabaja. De verdad que me siento contento por lo logrado hasta ahora y agradecido con Dios por lo conseguido hasta ahora y a Tiburones por darme el chance”, dijo el pelotero, que, a pesar de ya contar con 28 años de edad, mantiene vivo su sueño de poder alcanzar convertirse en un nuevo integrante de la MLB.
Castro se quedó corto en su primera oportunidad cuando formó parte del sistema de Ligas Menores de los Bravos de Atlanta, donde a pesar de dar destellos de su fuerza, nunca pudo trascender más allá de la categoría Clase A Fuerte. Ahora, más maduro y consciente de todos sus atributos, más los aprendizajes obtenidos dentro de las ligas de la Frontera y del Atlántico, así como en Venezuela, confía en que aún está a tiempo de conquistar esa gran meta pendiente.
“El beisbol es un deporte difícil. Aunque nadie dijo que iba a ser fácil. Una de las cosas que más se ven en estos terrenos de juego es que uno no se puede rendir. Algunos llegan a Grandes Ligas con 20, otros llegan con 30. Yo no puedo frustrarme y decir ‘oh, ¿por qué no he llegado?’. Yo tengo mi mente muy clara, un objetivo muy puesta y es que lo voy a alcanzar algún día, si Dios me lo permite. Cuándo, no sé, pero algún día va a ser. Esta liga de Venezuela tiene mucha competitividad, hay mucha gente mirándola y yo estoy haciendo el trabajo. Yo sí creo que esto me va a convenir en un futuro no muy lejano”, finiquitó el inicialista salado, que antes de ser contratado por La Guaira, apenas sumaba dos turnos en invierno, con Leones del Escogido en LIDOM.