Barquisimeto.- “Es sorprendente lo fácil que uno se pierde en el home”, reflexionaba Hernán Pérez una vez encontró el camino de vuelta. Aludía su extravío de la ronda eliminatoria cuando él, todo un Más Valioso y campeón bate del beisbol profesional venezolano, vio caer su promedio a .219 y perder su condición de titular inamovible en Cardenales de Lara. Los ecos de la lesión en el hombro derecho retumbaban en su mente y contaminaban su mecánica. Un jonrón en Maracay lo desbloqueó y desde entonces nada lo detiene.
Pérez se lastimó el labrum del hombro derecho a mediados de año y se sometió al bisturí. Empezó el proceso de recuperación y la sanación física llegó antes que la mental. El toletero derecho sentía los aguijones del miedo a lastimarse de nuevo y se desenfocaba. Para él no hubo mejor terapia que su cuadrangular del 30 de diciembre en el José Pérez Colmenares para darle la victoria a Lara sobre Tigres de Aragua a la altura del noveno inning. Había comenzado el Round Robin en el banco y lo terminó con 1.000 de OPS.
Hernán Pérez sacó la bola como emergente en Maracay, el 30 de diciembre, y allí se encendió
“Era extraño para muchas personas verme en el banco, pero estaba a la vista para quienes me siguen todos los días, como (el mánager) Henry Blanco, César Izturis, mis coaches en general, mi familia, mis padres, era evidente que no estaba al cien por ciento, que mi manera de batear era diferente. Yo mismo lo notaba”, admite el paleador aragüeño nacido hace 33 años en Villa de Cura.
“El proceso de recuperación ya venía desde el final de la eliminatoria”, sostiene el jugador con 10 temporadas como grandeliga entre 2012 y 2021. “Mis últimos tres juegos de la temporada regular fueron buenos. Me sentía mejor en el home. Estaba conectando la bola con la maceta, como a mí me gusta, y estaba dando dobles. Claro, el jonrón me dio más confianza, que era algo que no tenía en la regular porque venía de la lesión y muchos pensamientos venían a mi mente. Tenía miedo de hacer swing, por el brazo operado. Me asustaba la posibilidad de lesionarme nuevamente. Después del jonrón la confianza volvió a mí”.
Hernán Pérez exhibió una robusta línea ofensiva de .350/.400/.600 en el Round Robin
La lesión fue en la parte de atrás del labrum, una estructura que, cuando se daña, acaba carreras. La decisión de operarse fue suya. “Le doy gracias a los doctores por haberme explicado el caso con claridad”, manifiesta Pérez desde la entrada al dugout de Cardenales en el Antonio Herrera Gutiérrez de Barquisimeto. “Me dijeron que podía seguir jugando sin operarme, pero yo opté tempranamente por la cirugía porque si esperaba más la recuperación iba a tomar un año. En cambio, con la cirugía, fueron cuatro meses. El doctor me dijo que estaba sano, que era normal sentir algo de dolor porque iba a hacer cosas que llevaba rato sin poder hacer. Pero hay que ser fuerte mentalmente para perder el miedo”.
EL MIEDO, UN ENEMIGO SILENCIOSO
El miedo vicia la mecánica de bateo. Y ahí intervino Selwyn Langaigne, el auxiliar de toleteros de los Pájaros Rojos. “Algo que trabajamos con él fue que no sacara tantos las caderas a la hora del swing”, contó Langaigne. “Eso le resta fuerza al contacto. Muchos bateadores extienden la cadera para llegar temprano al lanzamiento, pero él no necesita hacer eso por la rapidez de sus manos”. Pérez captó el mensaje de inmediato.
“Uno cuando va a hacer swing se va con el cuerpo y no hay la misma fuerza que cuando te quedas atrás y creas el espacio para generar fuerza”, desarrolla Pérez. “Me sentía un poco extraño y Langaigne también me estaba recordando dónde están mis manos cuando le estoy dando bien a la pelota”. En eso anda desde la semifinal y ya suma un cuadrangular durante la final. El chocador de .294 de average vitalicio halló la ruta de retorno.
Hernán Pérez trabajó durante las prácticas para recuperar su fluido y peligroso swing