Créditos Imagen: Jermaine Palacios | Fotos: Daniel Sosa
Carlos Valmore Rodríguez | Prensa LVBP
Caracas.- Dos peloteros cuyas carreras habían caído en pozos de alquitrán resultaron primordiales para el retorno de Cardenales de Lara a las finales del beisbol profesional venezolano. El campocorto Jermaine Palacios y el utility Jecksson Flores venían desmoronándose y se irguieron durante la campaña 2023-2024. Aunque ninguno de los dos fue postulado a Regreso del Año, todos los cardenaleros supieron de su vuelta.
Hasta el año pasado, Palacios iba embalado. Entre 2021 y 2022 ganó el Novato del Año de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional, se graduó de grandeliga con los Mellizos de Minnesota y retornó a la LVBP a batear .400.
El tránsito del auge al declive fue brusco.
2023 solo le deparó desdichas. Dos organizaciones de MLB, Tigres de Detroit y Reales de Kansas City, prescindieron de sus servicios al verlo sumido en un deprimente .183 de promedio en Triple A. Llegó desempleado a Cardenales y sus números de ronda eliminatoria fueron desalentadores: .243 de promedio luego de 177 turnos, .310 de porcentaje de embasado, .694 de OPS. El comienzo del Round Robin lo encontró en la banca. Para el tercer juego de Lara, ya con dos derrotas encima, el mánager Henry Blanco lo sacó de la cueva y el barquisimetano de 27 almanaques devolvió la cortesía con tres hits, dos de ellos dobles.
Aquella noche, en Maracay, Lara perdió el juego y el Round Robin de 2024 ganó a su Más Valioso.
Palacios se desató y terminó como campeón bate de la semifinal con .439 de promedio, y encabezó las columnas de hits (25), dobles (8), bases alcanzadas (39), OBP (.484), slugging (.684) y OPS (1.168). “Hasta donde sé, estoy haciendo lo mismo. Ahora las cosas se están dando y puedo aportar para mi equipo. Siempre trato de dar lo mejor de mí”, asevera el toletero derecho.
Según, Selwyn Langaigne, instructor de artilleros de los Pájaros Rojos, el ajuste de Palacios fue más mental que físico. No obstante, asegura que sí hubo cambios, o más bien, restauraciones en su manera de afrontar a los lanzadores.
“Él había sido exitoso, al punto de ir a Grandes Ligas, y a mitad de 2023 lo dejan libre en Estados Unidos. Le tocó vivir ese proceso angustioso de buscarse otro trabajo”, apunta Langaigne. “Como sentía la necesidad de rendir en invierno para recibir otra oportunidad se metió presión y ahí vino el declive en la eliminatoria. Entonces consigue trabajo en México, se calma y empieza a recuperarse al final de la eliminatoria. Llega al Round Robin más fresco y empieza a ser el Palacios que conocemos, más paciente, con mejor selección de pitcheos. Eso se ha trabajado con él. Entramos en acción los coaches, César Izturis abordando la defensa y mi persona enfocado en la ofensiva”.
Palacios le da gracias a su Dios. “La clave es confiar en él”, declara. “Los momentos malos deben servir de aprendizaje para poder seguir adelante, de avanzar para seguir creciendo como pelotero y persona. Esa confianza en Dios me ha ayudado a mantenerme firme”.
El florecer de Jecksson
Si bien Palacios resbaló desde más alto, Jecksson Flores cayó más abajo. Campeón bate en Doble A con la filial de los Reales de Kansas City hace seis años, el bolivarense se atascó en la maraña de Ligas Menores y no pudo ascender a la Gran Carpa. 2022 marcó su descenso, con .242 de average y .662 de OPS entre las delegaciones Doble A y Triple A de los Nacionales de Washington. Llegó a la LVBP, donde solía pegarle bien a la bola, y promedió para un lánguido .230, con .653 de OPS. Después de eso, nadie lo contrató en el norte y ni siquiera salió de Venezuela. Terminó refugiado en la Liga Mayor con Caciques de Distrito y allí tampoco le fue bien, con .252 de average. A los 30 años de edad, el bolivarense era un pelotero en decadencia.
La contienda 2023-2024 de la LVBP certificó el repunte del chocador diestro. Golpeó .289 y remolcó 27 carreras de octubre a diciembre y a partir de enero aceleró hasta ganar el liderato de anotadas (16) del Round Robin mientras ligaba para .338, con .829 de OPS.
El despertar ofensivo de Jecksson Flores fue clave en la producción del Cardenales
A diferencia de Palacios, Flores sí admite haber hecho modificaciones significativas. “El cambio que hice fue no ponerme tan grande en el home, tratar de seleccionar buenos pitcheos, ir con un plan, a conectar líneas y estar en base. Para eso era necesario recortar el bate”, comenta.
En la jerga del beisbol, “ponerse grande” significa tratar de hacer más de lo necesario. “Es buscar darle a la pelota con una fuerza que no tienes”, explica Flores. “Cuando eso pasa, arrastras el bate y sacas las manos por fuera. Nunca me rendí y seguí trabajando. Hay que mantener la mente fuerte y confiar en tu talento y trabajar el doble que antes. Me puse a ver videos, a preguntarle a compañeros y coaches”.
En su monitor de bateo, Flores halló respuestas. “Él llevaba proyección y luego cayó”, analiza el caso Selwyn Langaigne. “Pasa a los Nacionales de Washington y no le va bien. Va a la Liga Mayor, y tampoco funciona. Es presa de la impotencia y es ahí cuando entramos todos: César Izturis, Yonathan Sivira (asistente de Langaigne), yo. El mánager Henry Blanco lo llama a la oficina y le dice que se cuenta con él. Flores supo canalizar sus emociones al conseguir trabajo en México. Y nunca dejó de trabajar. Flores es ágil. Puede poner la bola en juego, tocar, dar un extrabase. Corre bien. Como segundo bate hace su mejor trabajo. Y ha entendido su rol.
Jermaine Palacios y Jecksson Flores se han recuperado para empujar a Cardenales de Lara hasta la final. Ahora su novena los necesita así, vigorosos, repotenciados, para alcanzar el siguiente objetivo: el campeonato. Después, sus caminos se cruzarán en México, siempre con la mirada más arriba del río Bravo.