Créditos Imagen: Jhonny Pereda | Fotos: A. van Schermbeek
Carlos Valmore Rodríguez | Prensa LVBP
Caracas.- Armado con una estaca, Jhonny Pereda organizó su retoma del lineup caraquista. Una vez dentro, solo a cañonazos lograrán desalojarlo.
El Novato del Año en la temporada 2020-2021 de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional se incorporó tardíamente a las prácticas de los Leones del Caracas debido a un delicado asunto personal. Al llegar, ya el cátcher grandeliga Freddy Fermín controlaba la plaza. Pereda, receptor titular de los melenudos las dos ediciones anteriores, solo participó en tres de los primeros 12 juegos de la novena al largar el torneo 2022-2023. Aparentemente arrojado al pozo del olvido, Pereda esperó pacientemente su momento.
A palos, Pereda franqueó la entrada a la alineación y ha disputado ocho de los últimos nueve compromisos de su escuadra, sin incluir la jornada del sábado 19 de noviembre. Con .378 de promedio, tres dobles, dos jonrones, .478 de porcentaje de embasado y 1.100 de OPS, su presencia en la línea de ataque ha adquirido carácter obligatorio, así haya que mandar a Isaías Tejeda de excursión al jardín izquierdo.
“Cada quien tiene que pelear por su puesto”, dice el careta nacido en San Juan de los Morros el 18 de abril de 1996. “Tardé en ponerme listo, pero cuando comencé a jugar empezó a dar fruto el trabajo realizado”.
El mánager José Alguacil estaba al tanto de la difícil situación familiar que demoró a Pereda. “Eso cambió mi plan de ponerlo un día a él y otro a Fermín en la receptoría. Pero nunca me olvidé de Pereda”, apunta el dirigente, quien para aprovechar en simultáneo a sus dos encendidos catchers optó por apuntar al guariqueño como designado hasta en siete enfrentamientos. A Pereda no le importa dónde lo pongan, “siempre y cuando me pongan”, sonríe frente al dugout izquierdo del estadio Universitario. “Solo si juegas puedes ayudar”.
Pereda ya está acostumbrado a emerger desde las sombras y a no dejarse opacar. Cuando se inició con los Leones, durante la batalla 2020-2021, todos hablaban del prospecto y bigleaguer Keibert Ruiz, y casi nadie del hasta entonces anodino enmascarado llanero. “Pero Keibert se fue y Jhonny tuvo más oportunidad de jugar a diario. Es ahí cuando comienza a demostrar que puede batear en esta liga y ya no se le podía sentar”, recuerda Víctor Gárate, quien lo dirigió durante aquella campaña. El cuento terminó con Pereda proclamado como aprendiz más aventajado de la LVBP.
Jhonny Pereda emergió de la nada para ganar el Premio Novato del Año en la temporada 2020-2021
Cuando comenzó la refriega 2021-2022 era el neograndeliga y neocaraquista Erick Castillo el catcher prioritario de los melenudos. Pereda lo desbancó a garrotazos. “Así ha sido siempre con él desde que llegó aquí”, aporta el coach de bateo Ramón Castro.
El Caracas está practicando y a Pereda se le ve intercambiando opiniones con su “rival” de turno, Freddy Fermín. “Tenemos buena relación los tres catchers”, añade Pereda en la conversación a Wilfredo Giménez. “Nos ayudamos unos a otros a la defensiva. A la ofensiva no tanto porque somos diferentes”.
Como diferente ha sido el bateo de Pereda desde que llegó a la Liga Venezolana de Beisbol Profesional.
Antes de su enlace con los Leones, Pereda nunca había bateado .300 con las filiales de los Cachorros de Chicago. En 1.697 turnos consumidos entre 2013 y 2019 su promedio fue un paliducho .248 y apenas sacudió quince vuelacercas. Por eso lo consideraban un puesto dos unidimensional: avezado con la mascota, carente con el madero.
Hasta Héctor Ortega, el scout que lo firmó para los Cachorros, preguntaba donde se había metido el prometedor chocador que vio en sus dos audiciones para los oseznos. “Me sorprendió que lo etiquetaran como cátcher defensivo y sus números me hicieron dudar de mí mismo. ¿Dónde está el bate que yo firmé? De Pereda me gustó su coordinación ojo-mano, así como su capacidad para conectar con autoridad hacia los callejones, con poder ocasional”.
Nada de eso era visible en Pereda hasta que se presentó al Caracas. Al verlo batear, Ramón Castro detectó un mal hábito.
“Se acurrucaba y recortaba el bate con dos strikes. Temía poncharse”, ilustra el exgrandeliga e instructor de toleteros en las categorías formativas de los Reales de Kansas City. “Su caso me resultó familiar porque yo hacía lo mismo hasta que un día Miguel Cabrera, quien es menor que yo, me hizo la observación cuando jugábamos juntos en los Tigres de Aragua. Hicimos ese ajuste con Pereda y se vieron los resultados”.
Jhonny Pereda promedia un robusto .337 de promedio y un impresionante .890 de OPS vitalicios en la LVBP
“Yo siempre he sido buen bateador en dos strikes”, añade Pereda. “Pero antes, a uno le enseñaban que en dos strikes debes abrir las piernas, ponerte defensivo y recortar el bate. Todavía lo recorto un poquito, pero con más agresividad, porque en ese conteo también se puede dar un buen batazo”.
Hay otro adiestrador de bateadores al cual Pereda le atribuye sus progresos con el garrote: Lance Zawadzki, a quien conoció mientras estuvo en Doble A con los Medias Rojas de Boston. “Es un instructor muy querido y respetado en Boston. Habló mucho conmigo”, expresa el receptor de 26 años de edad. “Es de ese tipo de personas que son mentores porque les gusta enseñar hablando, diciéndote qué es lo que debes hacer. A mí me gusta más así: hablando. Me sugería ver videos y leer artículos. Creo que los coaches que te hacen las cosas simples, que no tratan de imponerte grandes cambios, sino que hagas pequeños ajustes, ayudan más. Con él trabajamos dos o tres meses y me ayudó con la selección y reconocimiento de pitcheos”.
El resultado final es un Pereda con .343 de average vitalicio y .448 de porcentaje de embasado en la LVBP. “Nos ha sorprendido a todos”, admite Gárate sobre el jugador que este año, en la variante Doble A de los Gigantes de San Francisco, tuvo OBP de .371 tras 247 apariciones. “Lo que ha pasado con él es que su desarrollo ha sido lento, como fue el caso de Robinson Chirinos”, explica el cazatalentos Héctor Ortega. “Ya ha llenado sus huecos y lo veo listo para saltar a las Grandes Ligas”. Para Pereda, la clave reside en la confianza, “la que uno tiene en el plato y le que me han dado en el equipo”, declara. “Así no me siento presionado. Cuando te presionas por querer demostrar, vienen los problemas. Cuando estás tranquilo, todo fluye a tu favor”.
Jhonny Pereda era visto como un cátcher con perfil defensivo, con poca pólvora en el madero
Así se consolidó su carrera como catcher, un rol al cual le tenía pavor en su niñez. “Yo era centerfielder y tercera base. Quechar me daba miedo”, confiesa Pereda. “Esa era la posición que yo no quería jugar, por los golpes que se reciben. Pero un día estaba con la selección de Aragua y el mánager me dijo: ‘quiero que queches porque necesitamos un guerrero’. Ahora la receptoría es mi vida y pasión”.
Mucho decir para alguien que se aburría viendo juegos de pelota.
“No era fanático del beisbol. No me gustaba verlo, pero me apasionaba practicarlo. Me gustaba más el fútbol”, reconoce Pereda. Él solo tenía ojos para Henry Blanco. “Por él quería jugar con los Leones”, comparte. “Era mi referencia por su defensa y me fijé la meta de ser su sucesor en el Caracas cuando él se retirase. Además, era un reto por lo complicado que es jugar en el equipo con más peso en Venezuela”.
Héctor Ortega, el ojeador que lo llevó al campo rentado, define a Pereda como un hallazgo. “Recuerdo que estábamos jugando en la Venezuelan Summer League (categoría de novatos) y no teníamos un catcher sólido. Mi amigo Junior Carrasquel (responsable de la academia Future Stars, en Villa de Cura, estado Aragua) me mostró ese jugador, que me encantó. Hicimos una solicitud de contrato rápido para que pudiera uniformarse ese año y lo logramos”.
“En mi familia siempre se jugó beisbol, aunque yo fui el primero en hacerlo a escala profesional”, relata Pereda. “Yo acompañaba a mi papá en los juegos, me empezó a gustar y me inscribió en una escuela en San Sebastián de los Reyes. En ese tiempo, allá no había escuela de beisbol menor y mi papá tuvo que hacer una cooperativa para fundar una, de manera que yo pudiera desarrollarme. Sí quería firmar, pero también estudiar y graduarme. Por eso llegué tarde a la academia Future Stars, a los 16 años”.
Es la historia de su vida: tarde, pero seguro. Venir de atrás y terminar adelante, como en esta temporada, donde tuvo de deslastrarse de un drama familiar para volver a ser jugador de todos los días en los Leones del Caracas.
“Fue bastante fuerte”, concede Pereda. “Pero cuando me pongo el uniforme dejo de lado todos los problemas personales. Al salir del estadio, vuelvo a ser Jhonny Pereda, el que tiene familia y problemas por resolver”.