Créditos Imagen: Albert Suárez | Fotos: Alejandro van Schermbeek
Carlos Valmore Rodríguez | Prensa LVBP
Caracas.- Cinco temporadas en Asia hicieron de Albert Suárez un ideograma intraducible para los bateadores del beisbol profesional venezolano. Si antes costaba leerlo, ahora es ilegible. Del Lejano Oriente volvió indescifrable, como lo comprueba su efectividad de 0.44, la mejor del torneo 2023-2024 hasta al amanecer del domingo 12 de noviembre. Sus tiros son casi invisibles para el oponente.
Infatigable, perfeccionista y perspicaz, el bolivarense de 34 años de edad le ha suministrado a Leones del Caracas el tan ansiado as. “Te lo voy a simplificar: Albert es un caballo. Y no lo digo por los resultados”, apunta el mánager, José Alguacil.
Cualquier persona familiarizada con Suárez lo corrobora: es incansable. “Vamos al mismo gimnasio en la mañana y veo cuán dedicado es”, menciona Alguacil. “Después llega al estadio y sigue trabajando. Es súper preparado”.
“Ojalá todos fueran así como él. Es un burro para trabajar”, interviene el coach de lanzadores del Caracas, el ex grandeliga Wilson Álvarez. “Es el primero que llega y el último que se va. Es un ejemplo. Me hace fácil el trabajo. Mi labor con él es saberlo llevar, evitar que esté haciendo cien pitcheos a cada rato y llegue cansado a diciembre”.
Suárez remarca que el acondicionamiento físico es causante directo de su éxito. “Todo eso que hago fuera del campo me ha vuelto más consistente”, expone el serpentinero diestro con dos campañas como bigleaguer entre 2016 y 2017 y quien dejó de lanzar en la LVBP a partir de la contienda 2019-2020.
El Caracas padeció su ausencia. En las últimas campañas, los Leones imploraban por un abridor de paltó levita. Los fanáticos se conformaban con la añoranza por Luis Peñalver, Urbano Lugo, Ubaldo Heredia y Omar Daal. Pero mientras siguiera en Asia, Suárez era inalcanzable. “Estábamos en constante comunicación”, relata el gerente deportivo de los melenudos, Víctor Gárate. “Más o menos en agosto nos dijo: ‘si no renuevo contrato aquí en Corea voy a Venezuela a lanzar’. Al poco tiempo confirmó que venía. Y cuando se acercaban los entrenamientos ratificó: ‘estaré desde el primer día’”.
Suárez se ha erigido en el as que necesitaba Leones del Caracas en su rotación de abridores
Cultor de la perfección
Wilson Álvarez captó inmediatamente que estaba frente a un perfeccionista. “Nunca se conforma, siempre busca mejorar más”, apunta el orientador de serpentineros de los capitalinos. “Llega todos los días al estadio con eso en mente”.
En su afán por alcanzar la perfección, Suárez ha ido descubriéndose y tallándose, depurando impurezas. Así detectó que su movimiento hacia el home era defectuoso. “Entendí la importancia de la separación de las caderas y hombros y por eso he trabajado en la rotación de las caderas cuando suelto la pelota”, apunta el guayanés. “Eso hace que mi cuerpo vaya directo al home y que al bateador le sea más difícil reconocer el lanzamiento que voy a hacer. Antes, a veces bajaba el brazo y los bateadores reconocían mejor lo que venía”.
Wilson Álvarez explica la importancia de la alineación virtuosa de hombros y caderas. “Tal vez él mismo no lo sabe, pero cuando va al gimnasio, que es todos los días, trabaja en su balance”, apunta el ganador de 102 juegos en Major League Baseball. “Fortalece las piernas, y ellas son la base de todo. Por eso lo que él hace es especial”.
Pulir y consolidar la mecánica ha hecho posible que la recta cortada de Suárez mejore. “De todos mis pitcheos, ese es el que más ha evolucionado desde que dejé de lanzar aquí”, asevera el escopetero caraquista. Su adiestrador de lanzadores lo avala.
“El de él sí que es un cutter. Es casi un slider lo que él tira”, aplaude Álvarez. “Lo usa una vez que ha establecido su recta para sacar de paso a los bateadores. Y es duro ese cutter. Viaja a unas noventa millas por hora”.
Suárez es un trabajador incansable y minucioso en su trabajo sobre el montículo
Víctor Gárate, jefe de Suárez, fue pitcher de Grandes Ligas y sabe distinguir un buen cutter. “Albert lo controla muy bien”, afirma el gerente deportivo del Caracas. “Se lo tira a los zurdos a las manos y a los derechos se les aleja. Cuando lo tira adentro, al zurdo, el bateador lo ve venir en bola y de repente se mete a strike. El derecho lo ve como strike, y cuando le tira, el pitcheo quiebra hacia afuera de la zona”.
“Por eso en una liga como la venezolana son tan útiles pitcheos como el sinker y el slider”, apunta el estratega José Alguacil. “Son pitcheos que rompen hacia las esquinas cuando se acercan al home. Y Albert los tiene”.
El refinamiento de la mecánica y su esmero en acondicionar el cuerpo han desembocado en el aceleramiento de su recta de cuatro costuras. “Él disparaba a 92, 93 millas por hora. Ahora toca las 97 millas”, subraya Gárate. Y como repite Wilson Álvarez: la recta es el pitcheo madre.
“Para mí es importante establecer mi recta”, analiza Suárez. “Cuando eres pitcher de velocidad, el bateador siempre se va a preparar para la recta. Igual tienes que lanzarla en strike, enseñarle al bateador que la controlas. Y cuando el bateador se prepara para la recta, usas tus envíos secundarios y estos tienen mejor efecto porque, con una mecánica consistente, no saben si viene recta, cambio o cutter. El resultado será que el bateador abanique o haga un contacto débil”.
Suárez exhibe 0.44 PCL, muy por debajo del récord para un abridor de Leones, en manos de Brent Knackert (0.92), en la 90-91
Aprendiendo por todo el mundo
A Albert Suárez le gusta informarse. Forma parte de su afán perfeccionista. “Su preparación no solo es física, es mental”, advierte Alguacil. “Consume muchos datos de la analítica. Vamos con un plan, estudiamos los bateadores”. El perspicaz Suárez identifica patrones para trazar su estrategia. Distingue los distintos tipos de contrincante y cómo afrontar sus batallas. Una cosa es lanzarle a un japonés, otra muy distinta a un surcoreano y otra diferente es enfrentar a un venezolano.
Sus vivencias en MLB, la pelota nipona, el circuito surcoreano y el torneo venezolano le han permitido percatarse de los distintos moldes y usarlos en beneficio propio.
“El bateador japonés es más de contacto, poco se poncha, siempre pone la bola en juego”, desgrana Suárez. “Y si te enfocas en poncharlo tendrás poco éxito. Hay que ponerlo a hacer swing, que se haga out solo y así puedo ir más lejos en el juego. Allá debes confiar en la defensa”.
“Y así como el bateador japonés es de más contacto, el coreano es más de poder”, prosigue. “Logré ponchar más gente porque hacen swing más de jonrón, como es en Estados Unidos. Esa característica de ellos me ayudó para regresar a Estados Unidos, porque hay más semejanzas con lo que se está haciendo de este lado”.
“Y lo difícil de la liga venezolana es que aquí consigues de todo”, continúa Suárez. “Gente con contacto, gente con poder, gente con experiencia, gente inexperta. Entonces tienes que variar el enfoque”.
Los perfeccionistas se imponen objetivos, y los cumplen. Suárez se propuso volver a lanzar en Estados Unidos y bajando la cuchilla en Corea del Sur (casi ocho ponches por cada nueve tramos entre 2022 y 2023 con los Leones de Samsung) logró firmar un contrato con los Orioles de Baltimore. “Tenía la meta de volver a Estados Unidos y ahora trabajo para llegar listo al Spring Training”.
Tras dos sólidas campañas en la KBO (3.04 PCL), Suárez firmó contrato con los Orioles de Baltimore Foto | Yonhap
Por eso Suárez está bajo escrutinio. “Hace dos días me escribió uno de los trainers para saber cómo estaba yo”, cuenta el nativo de San Félix. “Le dije que iba a mi cuarta apertura y me contestó que estaba bien. Cuando ellos digan hasta aquí, será hasta ahí. Todavía no me han dicho nada de parar, y mientras no digan nada mi plan es seguir hasta el final. Estar aquí con el Caracas es lo máximo”.
Mientras tanto, Suárez sigue absorbiendo conocimientos sobre el arte de lanzar, distinguiendo características del enemigo para vencerlo. “Ojalá los jóvenes vean cómo uno trabaja para que sean exitosos, así como yo estoy aprovechando todos los conocimientos y la comprensión del juego que tiene Wilson Álvarez, quien me ha ayudado bastante en la parte mental”, declara el jugador quien encabeza a los monticulistas del Caracas con esa combinación de laboriosidad, perfeccionismo y perspicacia.
“Es centrado, sabe lo que quiere y hacia dónde va. Un caballo, esa es la mejor descripción que se puede dar sobre Albert”, finaliza Alguacil.