Créditos Imagen: Miguel Socolovich | Fotos: Alejandro van Schermbeek
Carlos Valmore Rodríguez | Prensa LVBP
Caracas.- En cuanto los Leones del Caracas perdieron con Tiburones de La Guaira el cuarto juego de la final pasada -y con esa derrota, el control de la serie- Miguel Socolovich vino al rescate sin hacer un solo lanzamiento. El plantel se reunió de urgencia y Socolovich tomó la palabra. Según los presentes, sus palabras transformaron el desconcierto en motivación. Aquel fue un salvado de clubhouse, no de bullpen, y confirmó al número 55 como uno de los personajes más influyentes cueva adentro. Los melenudos reaccionaron y prevalecieron.
El discurso de Socolovich fue uno de los múltiples intangibles con los cuales Caracas rompió la dieta de títulos en el beisbol profesional venezolano. “Esas palabras tocaron fibras y levantaron al equipo”, recuerda el mánager, José Alguacil.
Entre lágrimas, Socolovich aplicó un “chantaje” moral a sus camaradas. “Fue un mitin emotivo”, se traslada hacia aquel momento el escopetero que se retira como Setup del Año. “Cuando llegas al último tramo de la carrera y estás en la final con tu equipo de siempre no quieres que el triunfo se te escape de las manos y temí que eso ocurriera”, cuenta el bombero nacido hace 37 años. “Dije que no sabía si volvía a jugar otra final y no quería perderla. Que no me quería retirar sin quedar campeón de nuevo. Me respaldaron y salimos al día siguiente a matar la partida. Después del mitin, todo cambió en el ánimo. Al perder, salimos con la cabeza gacha, derrotados. Fue chimbo. Por eso hicimos la reunión. Y después, los muchachos se fueron a su casa como si nada. Eso me gustó. Cuando llegamos al día siguiente y vi la actitud, pensé: hoy no nos gana nadie. Y la historia cambió”.
El taponero diestro se ratificó aquella noche como hombre a seguir por el resto de la manada, liderazgo ganado a fuerza de predicar con el ejemplo, hablar de frente, apretar tuercas si fuese menester y amar fervorosamente a los Leones. “Es como ese hermano mayor al que respetas y por el cual te sientes respaldado”, apunta un integrante de la divisa sobre el lanzador que pondrá fin a su carrera al culminar la temporada 2023-2024 de la LVBP. “En su honor, nadie más debería usar el 55”, añade un miembro del club.
Un caudillo sin ínfulas
Socolovich es un sobreviviente de tiempos remotos, el único eslabón que enlaza a estos Leones con los del cetro empuñado durante el certamen 2009-2010, tan reverenciado por los caraquistas por haberse logrado al someter en la final a los Navegantes del Magallanes y ser el último, antes de la prolongada sequía para una divisa acostumbrada a la champaña de los campeones. De esa generación, dentro de la cual él era un cachorro, aprendió cómo ganarse el respeto.
“Ante todo, humildad”, expone el apagafuegos con cinco campañas como grandeliga entre 2012 y 2018. “Trato a todo el mundo igual. Yo soy correcto con mi trabajo y trato de aconsejar a los más jóvenes. Aprendí de la vieja escuela, de Bob Abreu, Ugueth Urbina, Alex González, Orber Moreno, Juan Carlos Gutiérrez, Armando Galarraga. Eran estrellas en Grandes Ligas y aquí eran humildes y trataban a todos por igual”.
La humildad, no obstante, es una virtud poco valorada en personas corrientes. “Es un hombre modesto, con muchas razones para serlo”, dijo alguna vez el gran estadista británico Winston Churchill sobre Clement Attlee, dirigente laborista que lo sucedió como primer ministro del Reino Unido tras derrotarlo en las urnas poco después de acabar la Segunda Guerra Mundial en Europa. La sencillez se aprecia más en los personajes excepcionales, con licencia para la arrogancia, como pudiera serlo Socolovich por su condición de bigleaguer y figura consagrada en el circuito.
Miguel Socolovich se ganó su liderazgo a pulso, trabajando como pocos durante su brillante carrera
Socolovich trata por igual a todos, desde el más encumbrado hasta el más elemental. Y como uno de estos últimos, se esfuerza. “A él lo hace un líder su ética de trabajo”, considera Víctor Gárate, su compadre, su excompañero y ahora su jefe como gerente deportivo de los avileños. “Es el jugador que más temprano llega a trabajar y es una enseñanza para el resto de tus compañeros por su preparación diaria para ser exitoso. Todos los años viene a mejorar algo”.
Uno de los trainers del club cuenta que con Socolovich se trabajan horas extra. “A veces crees que llegaste temprano y él ya está ahí y te señala el reloj”, expresa. “Ahí entiendes que, por ningún motivo, puedes llegar después que él siendo el caballo que es. Y no para, se esfuerza como el que más”.
Por eso lo admiran compañeros como José Mujica, uno de los más cercanos a Socolovich en el Caracas. “Desde que llegué, me acogió por cómo trabajaba y la disciplina que yo tenía en el terreno. Él se vio reflejado en mí por la manera de trabajar de uno. Un líder se hace a partir de trabajar, de contribuir”, menciona Mujica, escopetero con visado de MLB.
Soco, el severo
Los líderes también saben cuándo deben reprender.
Miguel Socolovich es conocido en su entorno por ser severo cuando siente que debe serlo. “Cuando tiene que apretar tuercas, lo hace”, apunta el mánager José Alguacil.
Y sabe hacerlo.
Un antiguo compañero suyo aportó una vivencia personal con Socolovich que lo muestra tan estricto como justo.
“Una vez llegué tarde al estadio porque estaba rumbeando”, narra el jugador. “Cuando entré al clubhouse sentí los ojos de Soco apuntándome. Solo con la mirada de él ya sabía lo que me venía.
Se acercó y me dijo unas cuantas verdades. Soco no es el tipo de gente que se va a encarar contigo por naderías. Si él te reclama es porque te portaste muy mal. Fue una lección aprendida”.
Un testimonio de José Mujica confirma que Socolovich no es un hermano mayor complaciente ni alcahuete. “Cuando no juegan duro se molesta, se le vuelvan los tapones”, expresa el tirador con experiencia en MLB. “Y esa parte me gusta de él. Nosotros, los pitchers, siempre hablamos durante la semana sobre los bateadores encendidos a los cuales vamos a enfrentar. Acordamos cómo los vamos a trabajar. Si alguien no está pendiente, y hace todo lo contrario a lo conversado, sentirá la molestia de él. Si tiene algo que decirte te lo dirá de frente. Te agarrará y te dirá: ‘Mujica, estás haciendo esto mal. Y está mal por esto y por esto’”.
Es otra razón por la cual los peloteros del Caracas lo siguen, en especial los lanzadores.
“Yo soy tranquilo, pero cuando veo que alguien hace cosas incorrectas voy directo a decírselo”, corrobora Socolovich. “No voy a estar hablando a las espaldas, iré de frente; y no es por mal, sino para que mejore. No me importa si se molestan o no. Y ellos lo entienden así. Por eso me he ganado el respeto aquí”.
Miguel Socolovich siempre ha estado al frente de la manada
Esencia caraquista
En los Leones dicen que Miguel Socolovich es el más caraquista entre los caraquistas. “Él es la esencia del caraquista”, declara José Alguacil. “A él le hablan del Caracas y es como si le hablaran de su padre o su madre. Es parte de su vida y siempre lo recalca”, interviene Mujica.
“Lo que pasa con Socolovich es que toda la vida fue caraquista”, manifiesta su compadre, Víctor Gárate. “El Caracas es parte esencial de su vida. Siempre dijo que si llegaba a salir del Caracas no jugaba más pelota. Y les inculca su fervor caraquista a los jóvenes. Tiene pedagogía para enseñarles cómo se juega aquí, les hace entender de qué se trata jugar para el Caracas. Eso hacen los líderes. “Te ganas el respeto cuando te matas por el equipo. Y eso lo perciben los muchachos recién llegados. Comprenden el significado de jugar en esta organización”.
Su intransigente caraquismo le acompaña desde el vientre materno.
“Todo eso se le debo a mi mamá”, dice Socolovich. “Ella es caraquista desde que tengo uso de razón. Estando yo pequeño, allá en Caricuao, cada vez que le ganaban al Magallanes, mi mamá ponía un CD, a todo volumen, con canciones caraquistas. Yo veía todos los juegos y me picaba cuando perdían. Hasta le dije a ella, cuando firmé con los Medias Rojas de Boston, que aquí no firmaría con un equipo distinto al de los Leones del Caracas”.
Por eso casi nunca estuvo dispuesto a sudar otra camisa. “Yo me metí una sola vez en el draft de refuerzos. Fue con Zulia, en 2012. Y me sentí raro. Como profesional lo di todo para ese equipo, pero no me hallaba con otra camiseta, no me sentía a gusto reforzando a otro club”.
Su carrera en la Liga Venezolana de Beisbol Profesional transcurrió, íntegra, con los Leones del Caracas. Solo el dolor en el hombro cada vez que lanza lo hizo tomar la decisión de marcharse de un equipo que ha sido su vida.
Miguel Socolovich tomó la decisión de marcharse y lo hizo con un gran año
“Cada vez que lanzo me recupero más lento y el proceso se vuelve más difícil. Ahora tengo que trabajar más en mi preparación”, dice. “Si antes dedicaba tres o cuatro horas a mi cuerpo ahora debo entrenarme dos veces al día hasta tres días por semana. A veces el pelotero no entiende cuándo es el momento de retirarse. Yo sí. Y quiero hacerlo por la puerta grande y ofreciendo todo de mí. No ha sido fácil, pero ya lo conversé con mi familia y ellos me apoyaron. Que sea lo que Dios quiera”. Ya no se verá más al 55 corriendo desde el bullpen a lo lomita para amparar a los Leones.
A partir de este año, Socolovich, el pastor del rebaño caraquista, será profesor de pitchers con los Rays de Tampa. “Ya he comenzado a prepararme ayudando y aconsejando a los muchachos”, menciona. Se le puede ver detrás de la jaula de bateo orientando a un serpentinero cuando tira una práctica en vivo. Seguirá siendo un evangelista del caraquismo, pero ahora a la distancia. Los peloteros del Caracas ya no tendrán a su flautista de Hamelin, quien se lleva su música a otra parte.