Créditos Imagen: Aharon Eggleston Fotos: AVS PHOTO REPORT
Alexander Mendoza | Prensa LVBP
Caracas.- Aharon Eggleston prefiere ver el lado brillante de la vida. Siempre puedes tener un buen día, mejor que ayer. El jardinero de Leones es optimista por naturaleza.
“Siempre me mantengo positivo. Estoy jugando el juego que amo”, sonríe Eggleston, minutos después de la práctica del Caracas en el Estadio Universitario.
En septiembre de 2013, la firma del Acuerdo Invernal entre Major League Baseball y la Confederación del Caribe estaba en suspenso. Así que las gerencias de los equipos de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional no habían podido formalizar las contrataciones de los extranjeros que pertenecían a organizaciones de Grandes Ligas. Eggleston fue uno de los primeros reemplazos en ser firmado como seguro de vida. Desde entonces el bateador zurdo ha regresado al país temporada tras temporada, sin que su estatus cambie. Su trabajo no está garantizado.
Esta vez el cubano Yandy Díaz iba a reportarse tarde al equipo porque los Indios de Cleveland prefirieron enviarlo a sus instalaciones primaverales en Arizona, para que se entrenara y estuviera listo en caso de necesitarlo durante los playoffs. Así que Eggleston tomó su lugar en el roster de manera provisional.
Díaz se reportó y fue inscrito por el despedido Henry Urrutia, que en lugar de ser el bate productivo esperado, terminó convertido en una gran decepción. Eggleston por primera vez en su carrera con Leones aparece en el roster activo del equipo en las cuatro primeras semanas de un torneo. Como en todas las ligas de invierno, pocas cosas puedes planificar.
“Ahora que pienso en ello, es cierto. Pero en mi primera campaña también me quedé un mes con el equipo, ¿no?”, vuelve a sonreír el estadounidense.
En aquella ocasión, jugó todo diciembre, luego de demostrar que podía estar arriba en lugar de ser asignado a la filial de los melenudos en el Programa de Desarrollo.
“Durante los últimos tres años él ha venido bajo ese plan de trabajo, para resolver cualquier emergencia. Esta vez se ganó su puesto”, señala el manager Alfredo Pedrique. “He visto a un Eggleston con unas condiciones físicas mejores que el año pasado. Me ha llamado la atención su agresividad haciendo swing, haciendo contacto. Ha dado unos batazos clave para nosotros y sobre todo ha respondido en el left field, porque mi duda era si podía ayudarnos con guante. Ha lucido bastante bien. Ojalá y siga así”.
Entre 2013 y 2015, Eggleston participó en 25 juegos y consumió 66 turnos en la llamada Liga Paralela, más que ningún otro importado en la LVBP. Solo el ex grandeliga Jay Gibbons se le acercó con 18 desafíos y 62 veces al bate, antes de ser despedido por los Navegantes del Magallanes, tres años atrás.
Bajar a las granjas de los equipos puede resultar un martirio para algunos. El programa se juega en el centro del país, bajo el intenso sol del estado Carabobo, y los partidos se inician entre las 9:00 am y 11:00 am, dependiendo de las sedes. Así que es probable que los entrenamientos previos a los desafíos sean en horarios en que habitualmente un importado regular en la LVBP está descansando en su habitación de hotel, como el resto de sus compañeros.
“Sabes una cosa, nunca pienso en eso. Solo en estar listo por si alguien se lesiona o pasa alguna contingencia. Me mantengo positivo y cuando recibo la oportunidad de jugar, tengo que aprovecharla y tratar de ayudar al equipo”, enfatiza el bateador zurdo, que ha desarrollado toda su carrera profesional en ligas independientes.
El curtido jardinero, de 35 años de edad, ha aparecido como tercer bate en los últimos dos encuentros del Caracas. Antes solo lo había hecho una vez, durante su primera experiencia en el circuito.
Aharon Eggleston al lado de su buen amigo Nyjer Morgan
“No me sorprende para nada lo que está haciendo. Tuvo su mejor temporada en la Liga del Atlántico (.310/.388/.404 en 458 turnos). Además es un pelotero que entiende y asume sin problemas su rol en el equipo. En este instante debería estar en la Liga Paralela, pero Urrutia no rindió lo esperado y tuvimos que dejarlo ir. Entonces Eggleston sigue con nosotros. Siempre necesitas un elemento como él en un equipo del Caribe. Es de un gran valor. Además es un excelente compañero y una buena influencia en el clubhouse”, destaca José Manuel Fernández, gerente deportivo de los capitalinos.
Sin importar si está de octavo en el orden o tercero, nunca pierde la aproximación en los turnos, el enfoque es el mismo. El miércoles amaneció con un promedio de embasado de .400 y entre sus batazos incluye cinco dobles, la segunda cifra más alta del club.
“Bueno me gusta ver pitcheos, no importa donde me alineen, si estoy en el lineup, estoy feliz. Es lo que quiero hacer. Sino aúpo a los que están jugando”, asegura sin aspavientos.
Eggleston parece imperturbable. Siempre está sonriendo en las prácticas. Nunca se queja. No pone excusas. Salta al terreno cada día con el mismo entusiasmo, como si se tratara de la última vez.
“Nyjer (Morgan) y yo siempre hablamos de eso. Muchos (importados) vienen aquí y se quejan de la comida, de la velocidad de internet, de cualquier cosa. Entonces pienso que hay tantas otras personas que quisieran estar en nuestros zapatos, venir aquí. Estoy vivo, saludable, no tengo nada por qué quejarme. Es muy lindo estar aquí. Vengo de Las Vegas y el clima en Caracas es muy parecido por esta época. No hay razones para estar molesto”.
Tampoco hay razones para dudar de su sinceridad. Pocos son tan honestos, tan dispuestos a ser felices en su trabajo y a hablar sobre lo que realmente les gusta.
“En el beisbol debes sentirte feliz. Nadie te promete nada para mañana, pero mientras estés saludable, estarás bien. Siempre estoy feliz. Si te ponchas, siempre vas a tener otro turno. No es el fin del mundo. Nunca juego molesto, porque si lo hago pienso demasiado: ‘tengo que hacer esto o aquello’. Si fallaste, ese turno se acabó, enfócate en el siguiente para tener mejor suerte la próxima vez”.
Sí. Para Eggleston no parece de mucha utilidad echar mano a cualquier otra cosa diferente al optimismo.