Créditos Imagen: Miguel Cabrera | Foto: @tigers
Alexander Mendoza | Prensa LVBP
Caracas.- En una emotiva ceremonia en el Comerica Park, Miguel Cabrera, el ícono del beisbol venezolano y de las Grandes Ligas, puso fin a una carrera llena de logros y éxitos. Con lágrimas en los ojos y el cariño de los fanáticos, Miggy se retiró oficialmente del juego, marcando el cierre de una era.
“Decir gracias, no es suficiente. Gracias a la ciudad de Detroit, a la organización de los Tigres, a mis compañeros, a mis managers… Lo siento por hoy (falló en tres turnos)… había mucha presión… Fue el partido más difícil que jugué en mi carrera… No estaba enfocado, hice swing a todo lo que me lanzaron, pero está bien”, dijo Cabrera, interrumpiéndose en ocasiones por la emoción, entrevistado en el terreno de juego, con el micrófono abierto para que lo escuchara la multitud de 41.135 aficionados, que llenaron todas las localidades posibles del recinto.
Sus compañeros Akil Baddoo y Alex Lange rompieron el protocolo, para sorprenderle con un baño de agua fría, como tantas otras veces recibió, después de una actuación descollante.
“Tenías que ser tu Baddoo”, soltó sonriendo Cabrera, después de perseguir a los bromistas por algunos metros. “Gracias muchachos, gracias. Los voy a echar de menos. Extrañaré este juego. Muchísimas gracias por todo lo que hicieron por mí. Este viaje fue impresionante”, agregó.
Antes, previo al juego contra los Guardianes de Cleveland, apareció en la pizarra un video –como ocurrió durante todo el fin de semana- con algunas imágenes de momentos icónicos del maracayero, narrado por J. K. Simmons, actor originario de Michigan y ganador de un premio Oscar.
“Estamos aquí, el evento principal. Hoy por última vez, celebramos al hombre cariñosamente conocido como Miggy. Por dos décadas, nos ha deslumbrado con su magnética personalidad y sus extraordinarios logros dentro y fuera del deporte que ama”, se dejó escuchar en la voz grave de Simmons.
“Este es el último juego de la legendaria carrera de Miguel Cabrera, que comenzó en Maracay, Venezuela, siguió en Florida y ahora termina en la Ciudad del Motor”.
“José Miguel Cabrera, tu alegría sin igual ha cautivado nuestros corazones, tu sonrisa, tu amabilidad y compasión, nunca serán olvidadas. Este deporte, esta franquicia y esta ciudad siempre estarán en deuda contigo. Pero antes que hagas la última reverencia, déjanos que simplemente te digamos: gracias Miggy”.
“Aficionados de los Tigres, por última vez y en la temporada final de su carrera, es todo un gran honor darle la bienvenida a Miguel Cabrera y los Tigres de Detroit”, remató Simmons en vivo a pocos pasos del dugout del local.
El anunciador interno, dio instrucciones al público para levantar unas cartulinas que estaban en sus asientos para formar en un mosaico con la frase “Gracias Miggy” en la tribuna principal, mientras que en el segundo nivel del parque se pudo ver el 24, flanqueado por los números 500 y de sus jonrones, y 3000, de sus hits; mientras sonaba The Best de Tina Turner.
Los tres lanzamientos ceremoniales estuvieron a cargo de los hijos de Cabrera, Christopher, Isabella y Brisel, quienes más tarde le anunciarían en su primer turno de la soleada tarde dominical. En la víspera, Gregoria Torres y Miguel Cabrera Sr. fueron los encargados de hacer los primeros pitcheos previos al partido.
Luego de entonarse las notas del himno de Venezuela, el zurdo Eduardo Rodríguez, que retrasó en un día su turno en la rotación para poder lanzar en el memorable partido, se llevó el triunfo de Detroit 5-2, tras siete sólidos innings.
El mánager A. J. Hich, alineó a Cabrera tercero en el orden, como designado. Miggy se ponchó tirándole en su primer y segundo turnos, mientras que elevó a la segunda base, contra el derecho Lucas Giolito, que cubrió cinco entradas y cargó con la derrota de Cleveland.
Más tarde, en el séptimo, negoció boleto contra el dominicano Enyel De Los Santos, quien fue abucheado a rabiar.
En el octavo, Hinch perdió al designado al enviar a Cabrera a cubrir la inicial. Steven Kwan la rodó por sus predios y de manera solvente, con el mascotín de revés, tomó el rodado e hizo el out sin asistencia. El juego se detuvo y Zack Short reemplazó a Cabrera, que alzó la gorra para despedirse.
Sus hijos le abrazaron, al igual Hich y sus compañeros. Mientras caminaba al dugout, rompió en llanto.
“Muchas gracias y hasta luego… estoy fuera”, remató Miggy, para dar por concluidas sus palabras en el terreno del Comerica Park.
Se marchó dejando un enrome legado. Una Triple Corona (2012), cuatro títulos de bateo, dos premios al Jugador Más Valioso de la Liga Americana.
Su promedio vitalicio terminó en .306, con 3.174 indiscutibles y 511 cuadrangulares, entre otras enormes estadísticas.
En cinco años le espera una placa en el Salón de la Fama de Cooperstown.
Reacciones de la Prensa de Detroit
Los medios de comunicación en Detroit, la ciudad que Cabrera llamó hogar durante gran parte de su trayectoria, expresaron su admiración y gratitud hacia el jugador. Los titulares de los periódicos locales destacaron su contribución al equipo y a la comunidad. El Detroit Free Press tituló “Miggy: Un Tesoro de Detroit”, mientras que el Detroit News lo llamó “El Último Tigre”. Los columnistas elogiaron su ética de trabajo y su capacidad para unir a la comunidad a través del beisbol.
Las redes sociales de MLB y Detroit siguieron paso a paso su último día y varias celebridades lo destacaron, entre ellas el músico originario de Detroit, Jack White, creador del himno de estadio Seven Nation Army, con The White Stripes, señaló: “Trajo mucho orgullo a la ciudad”, mientras abundaba sobre el carácter y el legado de Cabrera.
El venezolano, de 40 años de edad, ha sido nominado diez veces al Premio Roberto Clemente (2012, 2013, 2015, 2016, 2017, 2019, 2020, 2021, 2022, 2023), más que ningún otro jugador activo hasta el domingo, una marca para venezolanos.
Superación Personal y Regalos de Despedida
A lo largo de su carrera, Miguel Cabrera enfrentó desafíos y lesiones, pero su determinación y amor por el juego lo llevaron a superar obstáculos y alcanzar grandes alturas en el juego. Además de los elogios y agradecimientos, Cabrera recibió regalos significativos durante su último baile en las Mayores, en todas las ciudades que visitó.
El fin de semana, su carrera fue celebrada por última vez en Detroit.
“Un día que nunca olvidaré… Traté de buscar un pitcheo y sacarla del parque, pero no funcionó… Muy contento porque me dieron la oportunidad de jugar en primera. Tenía tres años que no pisaba la primera base y todavía las manos están buenas… Las rodillas me dolieron un poco, cuando arranqué a correr para hacer el out… Que me dieran ese chance de jugar allí fue brillante”, dijo rodeado de periodistas, después de su desafío de despedida.
En su mejor momento, entre 2005 y 2016, promedió por campaña un promedio de .326, .405 de porcentaje de embasado, .976 de OPS, 33 vuelacercas y 115 remolcadas.
El Futuro dentro del beisbol
Aunque se retira como jugador activo, Miguel Cabrera había expresado su deseo de seguir involucrado en la pelota.
El sábado, el equipo de los Tigres de Detroit, anunció que se unirá a las oficinas de la organización como asistente especial a la gerencia.
Cabrera en la LVBP: Un Joven Brillante
Mientras se convertía en una superestrella en las Grandes Ligas, Miguel Cabrera dejó su huella en la Liga Venezolana de Beisbol Profesional. Desde 1999 hasta 2007, jugó para los Tigres de Aragua, club con el que demostró su talento inigualable.
Durante ese tiempo, Cabrera exhibió una sólida línea ofensiva de .305/.327/.473, con 20 jonrones y 93 remolcadas, en 170 juegos repartidos en nueve temporadas, dejando claro que su futuro en el beisbol sería extraordinario.
Todavía su promedio de .432 fijado en la postemporada de la 2004-2005 (mínimo 81 turnos), es un récord del circuito, al igual que sus 34 remolcadas, mientras que sus 10 jonrones en aquellos playoffs es la segunda mejor cifra.
Fue parte fundamental de los títulos de Aragua en las zafras 2003-2004, 2004-2005, 2006-2007 y 2007-2008.
Su éxito en Venezuela fue apenas el comienzo de una carrera que lo llevó desde La Pedrera a las Grandes Ligas, donde continuó siendo una fuente de inspiración para jóvenes beisbolistas venezolanos. Su influencia trascendió el diamante de juego y se extendió a la cultura del beisbol en el país.