Valencia.- En la vida de un ser humano existen encrucijadas. Decisiones de tal importancia que pueden definir el resto de un camino. Y la historia de un pelotero no suele ser la excepción. Eso lo sabe muy bien Junior Guerra.
En enero, el guayanés cumplirá los 40 años de edad. Tiempo suficiente para convertirse en lo que, según el papel, no estaba destinado a ser.
Porque, el oriundo de San Félix firmó al profesional como receptor en 2003, con los Bravos. Pero tres calendarios después Atlanta decidió probarlo como lanzador, luego de que no pudiera batear en las Ligas Menores.
El detalle estaba en que, con sus 1.80 metros de estatura, tampoco parecía cumplir con las características de un serpentinero que pudiera captar la suficiente atención. Y, de hecho, en su primer lustro como tirador, estuvo limitado al rol de relevista, sin mayor preponderancia.
Fue entonces cuando, antes de afrontar la campaña 2009-2010 de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional con Tiburones, Guerra pensó en el retiro. Una opción que también sopesó a inicios de 2023, ya con siete contiendas de experiencia en las Grandes Ligas cargadas a su mochila, en un fantástico viaje que embarcó sabiéndose siempre a contracorriente.
En ambos escenarios, con 15 años y múltiples periplos sobre las lomas en España, Italia, México y Estados Unidos de distancia, fue su esposa quien le convenció de volver a intentarlo. Sin ella, no hubiese existido debut en la Gran Carpa (en 2015), apertura en Opening Day (en 2017), ni mucho menos un título con La Guaira, o un brillante inicio de certamen con Navegantes del Magallanes, que le tiene como el abridor más dominante de la LVBP luego de las tres primeras semanas de la edición 2024-2025.
LA IMPORTANCIA DE LA SALUD
Junior Guerra fue sometido a la operación Tommy John a comienzos de 2023, una opción que tomó luego de la conversación definitiva con su pareja, quien le brindó el sosiego necesario en aquel momento. No obstante, apenas ocho meses después ya estaba incorporado a la pretemporada de los escualos, para afrontar una ronda eliminatoria en la que otorgó más boletos (8) que ponches (7), compilando abultada efectividad de 6.23 y WHIP de 1.77 en 13.0 entradas.
“Me apresuré un poco en regresar. Pero lo hice porque me sentía saludable. Ya luego con el tiempo entiendes que no es lo mismo sentirse saludable, a sentirse bien en el montículo. Son cosas muy distintas”, reflexionó el derecho, en las entrañas del dugout home club del Estadio José Bernardo Pérez de Valencia. “Me sentía muy bien físicamente, pero los pitcheos no estaban tan efectivos, y el control tampoco estaba tan constante”.
Junior Guerra, tras el varapalo invernal, encaró el reciente verano boreal con la mentalidad de fortalecer la parte media de su cuerpo y las piernas, de tal forma que el brazo de lanzar tuviera menor carga. Mientras actuaba con Tecolotes de los Dos Laredos, llamado así porque juega habitualmente en ambos lados de la frontera entre México y Estados Unidos, acordó un plan de acondicionamiento a distancia con Antonio Balleste, jefe de trainers del Magallanes.
“Incorporamos planes de movilidad articular y una secuencia cronológica diaria donde, desde el mismo día luego de terminar su apertura, se llevaba control cardiovascular y respiratorio para la reparación de las fibras exigidas en las actividades deportivas”, explicó Balleste. “El día después que lanzaba, hacíamos una bioregulación para fomentar sus procesos autónomos, y en los siguientes días planificábamos de acuerdo con su próxima salida”.
ATENCIÓN AL DETALLE
Junior Guerra asistía regularmente a Clutch Laredo, unas instalaciones de entrenamiento especializado ubicadas en Texas, que basan su trabajo en el uso de la tecnología para llevar un análisis pormenorizado de las rutinas indicadas por Balleste.
“Lo que buscamos con ese entrenamiento fue construir bases sólidas de movilidad, estabilidad y control de su cuerpo. De esa forma, podíamos potenciar sus capacidades deportivas, tales como el desarrollo de las destrezas motoras o las transferencias de carga y fuerza”, abundó el trainer. “Una vez terminó su temporada allá, le sumamos ejercicios específicos para la prevención de lesiones y la capacitación”.
Cuando el diestro se incorporó a la pretemporada del Buque, para afrontar su primer curso con el equipo, tras ser adquirido en un cambio por Yangervis Solarte, impresionó al cuerpo técnico. Y lo hizo de tal forma que recibió la responsabilidad de iniciar en la Jornada Inaugural, frente a su ex equipo Tiburones, con una categórica respuesta a la confianza del alto mando, apuntándose su primera victoria en tres años en la LVBP, y construyendo la primera de dos salidas consecutivas de al menos 6.0 innings en blanco que registró.
“Cuando me enteré que Junior Guerra iba a lanzar este año con Magallanes lo único que deseé es que fuese ese abridor que con los Cerveceros de Milwaukee brillaba cada vez que enfrentaba a Atlanta, y así ha sido”, mencionó Eduardo Pérez, mánager de la Carabela para este año, y coach de los Bravos en la MLB desde hace una década. “Ataca a los bateadores lanzando strikes, no permite que se pongan por arriba en la cuenta y se ha mostrado muy dominante”.
EL COMPROMISO DE JUNIOR GUERRA
Junior Guerra dejó promedio de carreras limpias de 5.61 y WHIP de 1.80 en 85.0 capítulos durante la reciente campaña regular en la Liga Mexicana de Beisbol. No obstante, en la postemporada mejoró un poco, con ERA de 4.15 y WHIP de 1.21 en 17.1 actos.
“Lo más importante de este año con Dos Laredos, más allá de los números, fue que pude mantenerme sano siempre. Esa fue mi prioridad”, afirmó el monticulista. “Después de la Tommy John tuve muchos altibajos allá. Daba muchas bases por bolas, y yo en mi carrera nunca he sido un lanzador con esas características. Trabajé mucho en eso. Necesitaba sacarme de la mente que ya no tengo las millas de antes, cuando estaba en la MLB. Así que me enfoqué en el control y en dominar las esquinas del plato”.
El ajuste ha dado resultado para el diestro, quien en su mejor momento en el Big Show tocaba las 97 millas por hora con la recta de cuatro costuras, y en la actualidad oscila entre las 91 y 94 mph. Luego de sus tres primeras salidas con Navegantes, tiene récord de 3-0 y sólo una carrera limpia admitida en 17.1 tramos, con una estupenda relación de 14 guillotinados por apenas tres pasaportes.
“Uno de los compromisos que adquirí para esta temporada fue agradecerle a la gerencia del Magallanes la confianza que me dio para este año. Y eso sólo se logra con trabajo”, puntualizó Junior Guerra. “He estado saludable, y eso me ha dado la confianza para hacer lo mejor posible en esta nueva oportunidad que me han dado en el beisbol. A mis casi 40 años quiero mantenerme sano, si lo logro, puedo ayudar al equipo a grandes cosas”
Una perspectiva que estuvo a punto de jamás existir.