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Robert Suárez se graduó de All-Star en Texas

17/07/2024

Robert Suárez | Foto: @Padres

Juan Miguel Aguilarte | Prensa LVBP

Arlington, Texas.- “Nunca es tarde cuando la dicha llega”, reza un viejo adagio. Robert Suárez podría convertir ese precepto en una suerte de slogan personal y otros tantos que tienen que ver con la perseverancia. Debutó en las Grandes Ligas a los 31 años y 37 días de edad. El martes por la noche deslumbró con su poderosa recta de cuatro costuras en su primer Juego de Estrellas, a los 33 años y 138 días.

“Emocionado, agradecido, orgulloso de trabajar fuerte para lograr este objetivo”, destacó el cerrador de los Padres de San Diego, que fue incluido entre los lanzadores de la Liga Nacional, luego de una excelsa primera mitad de temporada en la que dejó marca de 4-1, con 22 salvados en 24 oportunidades, una efectividad de 1.67 y un WHIP de 0.90, en 38 desafíos.

Robert es el hermano menor de Albert (34 años, 283 días), quien atraviesa por su mejor cosecha en las Mayores, tras ganarse un lugar con los Orioles de Baltimore en la primavera y luego entrar en la rotación de abridores, con una labor de 5-3 y un promedio de 2.82 carreras limpias, para un club que pelea el liderato del Este de la Liga Americana.

A los Suárez no les han regalado nada. Robert tuvo que convencer como taponero, tras años de éxito en Japón. Albert había estado por última vez arriba en 2017.

“Respeto y admiración por Albert, que trabajó duro, con mucha determinación para poder regresar y lo está haciendo bien… Es bueno que algunos jugadores puedan ver nuestras historias y se puedan inspirar o seguir nuestros pasos. Es un incentivo. Nosotros lo damos todo en el terreno y si otros pueden vernos como ejemplo, es algo muy bueno”, apuntó Suárez.

San Diego llegó al receso de mitad de zafra con balance de 36-2 en partidos en los que contó con Suárez en el montículo, incluidas 28 salidas seguidas desde el inicio de la ronda regular, en las que el equipo no perdió, con lo que superó a John Smoltz (24 triunfos seguidos en 2003), por la tercera cadena más prolongada desde 1893, superado apenas por Dennis Eckersley (52 en 1992) y Greg Holland (29 en 2017), de acuerdo con Elias Sports Bureau. La marca previa de los religiosos pertenecía a Taylor Rogers, con 20 apariciones sin conocer la derrota para comenzar 2022.

Esas estadísticas dan una idea de lo que ha representado Suárez para los frailes en 2024. Aunque no todo fue un campo lleno de rosas.

Luego de una campaña de novato en 2022, en la que se convirtió en uno de seis relevistas en la historia de MLB en evitar que le hiciera carreras limpias en por lo menos 20 apariciones en una ronda regular, según el dato de Elias Sports Bureau, en 2023 se vio limitado a 26 comparecencias en el morrito, tras perderse 96 encuentros por molestias en el codo, que le llevaron a la lista de incapacitados de 15 y 60 días.

Pero saludable, despejó dudas y demostró que su brillante paso por Japón no fue una casualidad, ni que su selección a la Serie de las Estrellas 2021 en la Nippon Professional Baseball Organization (NPB) tuve ribetes azarosos.

“Fue un gran aprendizaje, muchos obstáculos, tuve una lesión en el Clásico Mundial de Beisbol en 2017 (que terminó en una cirugía Tommy John) y me recuperé allá. Pude volver y logra tener éxito”, recordó Suárez, que, en cinco torneos en la NPB, compiló foja de 7-13, con un PCL de 2.81 (64 CL/ 205.0 IP), 1.16 de WHIP y 209 ponches por apenas 70 boletos (una tasa de 3.34 SO/BB), en 191 relevos repartidos entre Hanshin Tigers (2020-2021) y Fukuoka SoftBank Hawks (2016, 2018-2019).

En 2021 lideró el circuito del Sol Naciente con 42 rescates. Por si fuera poco, en sus campañas de 2020 y 2021, los 437 rivales a los que se enfrentó le conectaron dos jonrones

Una actuación que le marcó y le curtió en su oficio.

“Ser cerrador tiene que ver con la preparación y mucho enfoque mental. En tener buena actitud, en saber controlar las emociones”.

Eso fue exactamente lo que mostró cuando el mánager Torey Lovullo lo puso a abrir el séptimo inning. El derecho ponchó tirándole a Jordan Westburg y a Riley Greene, antes de ceder la pelota a Matt Strahm. Usó ocho pitcheos y cinco de sus rectas de cuatro costuras las soltó a 100 millas por hora. Fue electrizante su presencia.

 

 

Pero algunas veces, las cosas no salen bien y llama a su hermano o viceversa.

“Obviamente reviso los juegos de Albert, cuando me lo permiten los horarios. En ocasiones observo algunos innings antes de salir a ponerme a tono para los juegos. Nos comunicamos para ver cuáles ajustes podemos hacer”, sonrió.

El martes por la noche, cuando apareció en el Globe Life Field, en Arlington, Texas, y se ganó los aplausos de las 39.343 personas que asistieron al evento en terreno de la Liga Americana, Albert también sonrió, mientras veía a su hermano menor por televisión.

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